Confucio en la China contemporánea
En el confucianismo, la estabilidad social y la armonía son pilares fundamentales. Xi ha utilizado estos conceptos para reforzar políticas que priorizan el orden y la cohesión, promoviendo valores tradicionales
Una civilización y una cultura no pueden entenderse sin la obligada referencia a los pensadores, filósofos y a la cosmovisión que un pueblo ha tenido a través de los años. El Occidente no podría comprenderse sin la referencia a la filosofía y a la ideología de la Antigua Grecia, ni su posterior desarrollo el Imperio Romano en la Edad Media y los aportes del Renacimiento y la modernidad. El Lejano Oriente, especialmente hoy con el despertar de China, de los grandes desarrollos asiáticos: India, Pakistán, Japón y Corea del Sur. Tienen un sustrato de principios y valores fundamentados en la filosofía y su evolución histórica.
Los grandes ideólogos, tanto de Oriente como de Occidente, de China como Grecia, más allá de la explicación de uno mismo, del otro y del mundo, han expresado la dimensión ética del ser humano y la búsqueda de la felicidad, tanto en este mundo como en otros posibles.
El pensamiento oriental y occidental se originaron en contextos culturales y temporales diferentes pero con la misma interrogante sobre la existencia terrena y la trascendencia del ser humano. Podemos observar que la trilogía griega de Sócrates, Platón y Aristoteles, la afirmación de la racionalidad del hombre para poder comprender y vivir en este mundo. Más allá del realismo o del idealismo, tratando de conseguir los fundamentos de la lógica para la filosofía, la ciencia y la cultura.
En cuanto al Lejano Oriente, la referencia obligada es a los bloques de pensamiento del confucianismo, el taoísmo y el budismo, dentro de un planteamiento de unidad y de armonía entre el hombre, la naturaleza y Dios; la forma de expresarse es metafórica y recurre a la poesía, así los koans que son una herramienta fundamental en la tradición Zen para estimular la introspección, trascender el pensamiento lógico y fomentar la iluminación espiritual, recurriendo a la intuición y señalando que la verdad no siempre puede embarcarse en el silogismo y la racionalidad, mientras que en Grecia la filosofía es dialéctica y discursiva, en la búsqueda de un pensamiento crítico y eminentemente racional.
Cuando se profundiza en el pensamiento filosófico también aparecen similitudes como es el caso de Heráclito en Grecia y Lao Tse en China, donde la percepción del mundo es de un dinamismo permanente con la afirmación de la realidad cambiada. En el caso del griego, es la constatación del conocimiento, mientras que para Lao Tse, es la actitud de adaptarse al ritmo de ese principio que es el tao. Igualmente, la ética y la búsqueda de la vida en la ciudad tiene como finalidad la armonía entre el ser individual y colectivo.
En un diplomado que se está realizando en la Academia Diplomática Pedro Gual del Ministerio de Relaciones Exteriores sobre la República Popular de China, me tocó referirme a los aportes del pensamiento budista, taoísta y confucionista, en la exposición de la política, el gobierno y la sociedad China del siglo XXI, especialmente cuando se analiza la importancia de China en el mundo de hoy como elemento geopolítico fundamental en la multipolaridad y el multiculturalismo de nuestra sociedad. Por eso, la pequeña referencia al pensamiento occidental y oriental y, la mayor consideración a estas tres ideologías. Empezando con la importancia del pensamiento de Confucio.
Los grandes ideólogos, tanto de Oriente como de Occidente, de China como Grecia, más allá de la explicación de uno mismo, del otro y del mundo, han expresado la dimensión ética del ser humano y la búsqueda de la felicidad, tanto en este mundo como en otros posibles.
El pensamiento oriental y occidental se originaron en contextos culturales y temporales diferentes pero con la misma interrogante sobre la existencia terrena y la trascendencia del ser humano. Podemos observar que la trilogía griega de Sócrates, Platón y Aristoteles, la afirmación de la racionalidad del hombre para poder comprender y vivir en este mundo. Más allá del realismo o del idealismo, tratando de conseguir los fundamentos de la lógica para la filosofía, la ciencia y la cultura.
En cuanto al Lejano Oriente, la referencia obligada es a los bloques de pensamiento del confucianismo, el taoísmo y el budismo, dentro de un planteamiento de unidad y de armonía entre el hombre, la naturaleza y Dios; la forma de expresarse es metafórica y recurre a la poesía, así los koans que son una herramienta fundamental en la tradición Zen para estimular la introspección, trascender el pensamiento lógico y fomentar la iluminación espiritual, recurriendo a la intuición y señalando que la verdad no siempre puede embarcarse en el silogismo y la racionalidad, mientras que en Grecia la filosofía es dialéctica y discursiva, en la búsqueda de un pensamiento crítico y eminentemente racional.
Cuando se profundiza en el pensamiento filosófico también aparecen similitudes como es el caso de Heráclito en Grecia y Lao Tse en China, donde la percepción del mundo es de un dinamismo permanente con la afirmación de la realidad cambiada. En el caso del griego, es la constatación del conocimiento, mientras que para Lao Tse, es la actitud de adaptarse al ritmo de ese principio que es el tao. Igualmente, la ética y la búsqueda de la vida en la ciudad tiene como finalidad la armonía entre el ser individual y colectivo.
En un diplomado que se está realizando en la Academia Diplomática Pedro Gual del Ministerio de Relaciones Exteriores sobre la República Popular de China, me tocó referirme a los aportes del pensamiento budista, taoísta y confucionista, en la exposición de la política, el gobierno y la sociedad China del siglo XXI, especialmente cuando se analiza la importancia de China en el mundo de hoy como elemento geopolítico fundamental en la multipolaridad y el multiculturalismo de nuestra sociedad. Por eso, la pequeña referencia al pensamiento occidental y oriental y, la mayor consideración a estas tres ideologías. Empezando con la importancia del pensamiento de Confucio.
Xi Jinping, el confucianismo y China contemporánea
Una civilización y una cultura no pueden entenderse sin la obligada referencia a los pensadores, filósofos y a la cosmovisión que un pueblo ha tenido a través de los años. Occidente no podría comprenderse sin la referencia a la filosofía de la Antigua Grecia, el desarrollo del Imperio Romano, la Edad Media y los aportes del Renacimiento y la modernidad. De igual forma, el Lejano Oriente, especialmente en el contexto del resurgimiento de China como potencia global, no puede entenderse sin el sustrato de principios y valores que emergen de su rica tradición filosófica, en particular del confucianismo.
El confucianismo, formulado por Confucio hace más de dos milenios, sigue siendo una referencia fundamental en la organización de la sociedad china. Su énfasis en la ética, la educación, la jerarquía social y la búsqueda de la armonía ha permeado profundamente la cultura y el sistema político chino a lo largo de su historia. En la China contemporánea, bajo el liderazgo de Xi Jinping, el confucianismo no solo se ha reivindicado, sino que también se ha reinterpretado como parte del esfuerzo por consolidar el “rejuvenecimiento nacional” y reforzar la identidad cultural china.
Una civilización y una cultura no pueden entenderse sin la obligada referencia a los pensadores, filósofos y a la cosmovisión que un pueblo ha tenido a través de los años. Occidente no podría comprenderse sin la referencia a la filosofía de la Antigua Grecia, el desarrollo del Imperio Romano, la Edad Media y los aportes del Renacimiento y la modernidad. De igual forma, el Lejano Oriente, especialmente en el contexto del resurgimiento de China como potencia global, no puede entenderse sin el sustrato de principios y valores que emergen de su rica tradición filosófica, en particular del confucianismo.
El confucianismo, formulado por Confucio hace más de dos milenios, sigue siendo una referencia fundamental en la organización de la sociedad china. Su énfasis en la ética, la educación, la jerarquía social y la búsqueda de la armonía ha permeado profundamente la cultura y el sistema político chino a lo largo de su historia. En la China contemporánea, bajo el liderazgo de Xi Jinping, el confucianismo no solo se ha reivindicado, sino que también se ha reinterpretado como parte del esfuerzo por consolidar el “rejuvenecimiento nacional” y reforzar la identidad cultural china.
La influencia del confucianismo en la era de Xi Jinping
En el siglo XXI, Xi Jinping ha incorporado elementos del confucianismo como base de su discurso político y cultural, adaptándolos a los principios del socialismo con características chinas. Esta reinterpretación tiene implicaciones significativas en tres niveles principales: el gobierno, la sociedad y la proyección internacional de China.
En el siglo XXI, Xi Jinping ha incorporado elementos del confucianismo como base de su discurso político y cultural, adaptándolos a los principios del socialismo con características chinas. Esta reinterpretación tiene implicaciones significativas en tres niveles principales: el gobierno, la sociedad y la proyección internacional de China.
Ética del liderazgo y el gobierno
Xi Jinping ha enfatizado la importancia de la virtud (德) y el gobierno ético, conceptos fundamentales en la filosofía confuciana, para promover la honestidad y combatir la corrupción. Las campañas anticorrupción impulsadas durante su mandato no solo buscan fortalecer la moralidad de los funcionarios públicos, sino también reforzar la confianza del pueblo en el Partido Comunista como garante del bienestar colectivo. En este sentido, Xi se presenta como un gobernante que encarna la ética confuciana de liderazgo ejemplar.
Xi Jinping ha enfatizado la importancia de la virtud (德) y el gobierno ético, conceptos fundamentales en la filosofía confuciana, para promover la honestidad y combatir la corrupción. Las campañas anticorrupción impulsadas durante su mandato no solo buscan fortalecer la moralidad de los funcionarios públicos, sino también reforzar la confianza del pueblo en el Partido Comunista como garante del bienestar colectivo. En este sentido, Xi se presenta como un gobernante que encarna la ética confuciana de liderazgo ejemplar.
Estabilidad social y valores tradicionales
En el confucianismo, la estabilidad social y la armonía son pilares fundamentales. Xi ha utilizado estos conceptos para reforzar políticas que priorizan el orden y la cohesión, promoviendo valores tradicionales como el respeto filial (孝) y la lealtad (忠). Estos principios son promovidos a través de programas educativos, medios de comunicación y campañas culturales que resaltan la importancia de la familia y los valores colectivos frente al individualismo percibido como una influencia extranjera.
Proyección internacional: armonía y multipolaridad
En política exterior, Xi Jinping ha recurrido al concepto confuciano de armonía (和) para justificar la visión de China como un actor que promueve la coexistencia pacífica y la cooperación global. Iniciativas como la Franja y la Ruta se presentan como esfuerzos para construir una comunidad internacional más integrada y respetuosa de las diferencias culturales, destacando la capacidad de China para liderar en un mundo multipolar.
En el confucianismo, la estabilidad social y la armonía son pilares fundamentales. Xi ha utilizado estos conceptos para reforzar políticas que priorizan el orden y la cohesión, promoviendo valores tradicionales como el respeto filial (孝) y la lealtad (忠). Estos principios son promovidos a través de programas educativos, medios de comunicación y campañas culturales que resaltan la importancia de la familia y los valores colectivos frente al individualismo percibido como una influencia extranjera.
Proyección internacional: armonía y multipolaridad
En política exterior, Xi Jinping ha recurrido al concepto confuciano de armonía (和) para justificar la visión de China como un actor que promueve la coexistencia pacífica y la cooperación global. Iniciativas como la Franja y la Ruta se presentan como esfuerzos para construir una comunidad internacional más integrada y respetuosa de las diferencias culturales, destacando la capacidad de China para liderar en un mundo multipolar.
Confucianismo en la geopolítica del siglo XXI
La reafirmación del confucianismo en la era de Xi Jinping no solo busca consolidar la identidad cultural de China, sino también proyectar su influencia como una alternativa ética y filosófica al modelo occidental. En un mundo caracterizado por la multipolaridad y el multiculturalismo, esta filosofía ofrece una narrativa que combina tradición y modernidad, destacando valores universales como la armonía y la ética en un contexto global.
La reafirmación del confucianismo en la era de Xi Jinping no solo busca consolidar la identidad cultural de China, sino también proyectar su influencia como una alternativa ética y filosófica al modelo occidental. En un mundo caracterizado por la multipolaridad y el multiculturalismo, esta filosofía ofrece una narrativa que combina tradición y modernidad, destacando valores universales como la armonía y la ética en un contexto global.
Al igual que el pensamiento griego fundamentó la lógica y la racionalidad en la filosofía occidental, el confucianismo se posiciona como un pilar esencial para comprender a China en el presente y el futuro. Xi Jinping, al reinterpretar este legado, no solo refuerza la cohesión social y política dentro del país, sino que también sitúa a China como una potencia cultural que busca influir en la construcción de un orden global basado en principios históricos profundamente arraigados.
No obstante, el confucianismo no es la única corriente de pensamiento que influye en la China contemporánea. Como señalamos anteriormente, el budismo, con su énfasis en la compasión y la trascendencia, y el taoísmo, representado en el Tao Te Ching de Lao Tse, han dejado también una profunda huella cultural y filosófica que resuena hasta el día de hoy. Sobre estas dos ideologías trataremos posteriormente.
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