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Meta: corazones cambiados

Cuando nuestra vida se basa en dichos valores verdaderos y auténticos, uno verá las mismas situaciones de otra forma, ya que los valores genuinos vienen a ser como el mejor filtro.

  • AGUSTIN ALBORNOZ S.

01/12/2024 05:00 am

Creo que uno de los mayores males que se aceptan hoy día casi como un modelo a seguir, es que TODO lo que dice una persona (o muchas personas) es una verdad, en muchos casos casi una verdad absoluta. Así nomás. Per se. Y sin importar si de verdad es verdad. Luego a partir de ello muchos se pueden sentir (y se sienten) con el mismo derecho, es decir que TODO lo que sea que digan es verdad. Y no hay que ser muy sabio para percatarnos de que habrá momentos en que las supuestas “verdades” de unas personas van a chocar con las de otras, porque pueden llegar a ser totalmente contrarias. Y el resultado inminente de ello será un conflicto, más aún por el grado de intolerancia a ideas discrepantes al que hemos llegado. Y es uno que puede llegar a ser de grandes proporciones, según la intensidad y/o la duración del mismo. Para colmo cuando carecemos de la perspectiva divina (de cómo Dios ve las cosas realmente, lo cual se puede aprender estudiando con el corazón sus palabras, en una relación personal con Él), que es lo que usualmente sucede, tendemos a seguir nuestras inclinaciones naturales, las cuales de paso se acentúan hacia varios aspectos negativos cuando estamos en medio de una crisis; y a mayor crisis mayor es esa tendencia. Cabe preguntarnos con seriedad: ¿Es eso lo que queremos para nosotros, nuestros seres queridos, nuestros hijos?

Hay dos cosas para tener muy presentes: 1. La verdad es verdad así todos estén en su contra, y lo falso es falso así todos estén a su favor; 2. En cada situación, al rechazar la verdad a uno no le queda más que creer mentiras. De allí surge con fuerza una gran verdad: TODOS necesitamos valores, valores auténticos acordes con la perspectiva divina, para tener una referencia única y del todo confiable, sobre la que podremos determinar nuestras prioridades y basar nuestras decisiones, grandes y pequeñas. Cuando nuestra vida se basa en dichos valores verdaderos y auténticos, uno verá las mismas situaciones de otra forma, ya que los valores genuinos vienen a ser como el mejor filtro.

Asimismo, la integridad y rectitud auténticas nunca podrán ser legisladas o forzadas por nadie, y solo los corazones cambiados resultan en vidas cambiadas. Y el único capaz de cambiar un corazón es Dios. Cabe destacar que un acuerdo político puede terminar una guerra, pero un cambio de corazón puede cambiar la humanidad.

Por último: no importa cuánto se haya avanzado, nunca es demasiado tarde para detenerse y dar la vuelta. Es mucho mejor que terminar en un destino indeseable ¿no les parece?

@viviendovalores
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