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¡A por ello!

OSCAR ARNAL. El colapso llegó cuando los precios del crudo buscaron una nueva estabilidad y la producción petrolera producto del pésimo manejo se derrumbó a menos de la mitad

  • OSCAR ARNAL

04/09/2018 05:00 am

Desde comienzos de la república las fuerzas armadas jugaron un papel protagónico. La independencia se ganó en el campo de batalla y en el de las ideas. El Libertador y el Precursor además de ser grandes oficiales, fueron estadistas, que con ideales de libertad inspiraron el triunfo. 

En el quehacer de la patria les siguieron otros militares que mal que bien, mantuvieron un rumbo sustentable. Páez no impuso la reelección indefinida y más bien al final de su último gobierno, antes de continuar con la Guerra Federal, para lograr la paz firmó el Tratado de Coche. Guzmán tomó como modelo a Francia y a pesar de ser muy duro con la Iglesia, declaró la educación gratuita y obligatoria. Crespo devolvió la vigencia a la Constitución violentada. Castro trajo a los andinos al poder. Generales como Gómez, que encarnaron duras autocracias, se rodearon de gente ilustre, y nos condujeron en la dirección económica acertada. Pérez Jiménez construyó importantes obras, y como Medina no se aferró al cargo, marchándose a tiempo. 

Después tuvimos 40 años de democracia donde se desplegó una obra fecunda liderada por Betancourt y Caldera. 

La tragedia comenzó cuando el hoy finado teniente coronel, engañando a medio mundo, tomó por asalto las instituciones, retó al poder mundial, implantó una política de corte marxista y la oligarquía política más mediocre que se conozca, saqueó la nación. 

Durante su mandato un boom petrolero sin precedentes nos inundó, pero en vez de enseñar a pescar al pueblo, regaló todo el pescado, devastando la moral del trabajador y quebrando el aparato productivo. El sucesor no tuvo la valentía de sincerar la economía y más bien incrementó el populismo y profundizó la división. El colapso llegó cuando los precios del crudo buscaron una nueva estabilidad y la producción petrolera, producto del pésimo manejo, se derrumbó a menos de la mitad.

Ahora cuando la vía electoral se ha convertido en un laberinto, y se plantean las mismas políticas, hay que apelar de nuevo al espíritu de los constructores de otrora, y evitar el Estado fallido. El éxodo masivo es la prueba más elocuente del colapso. Hay que salvar la patria, y ¡a por ello!, y ¡a por ellos!, que mañana será tarde. 

oscar.arnaln@gmail.com
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