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Síndrome de proyección

La práctica de la proyección como instrumento de “convencimiento” social tiene arraigo en la práctica clínica, no resulta extraño luego, que quienes pretenden ejercer una hegemonía prolongada se aprovisionen de expertos en teorías de la conspiración

  • PEDRO ARCILA

19/10/2024 05:00 am

Resaltar los rasgos del vecino o del adversario es una práctica común en la especie animal considerada superior. Nos sorprenden conductas y tradiciones ancestrales, las cuales por extravagantes que parezcan despiertan pasión en el llamado “postmodernismo” actual. Apasionante nos resulta el trabajo de documentalistas sobre tradiciones ancestrales de algunas tribus africanas o grupos aborígenes americanos, donde el concepto de belleza contrasta con el “refinado” gusto occidental, pero cuya base y esencia es copiada por “influencers” y vendidos como un patrón aceptable e incluso de alto valor en cuestiones de “moda” o estrategias para la aceptación social.

En algún momento las empresas creadoras de contenidos televisivos, difusoras de imágenes que revelan la naturaleza humana, trasladaron a otros confines, imágenes de personas con deformación voluntaria de sus cuerpos, elongando parte del mismo, o bien infringiendo lesiones cutáneas para convertirlas en cicatrices –mayoritariamente queloides -, como atractivo para una raza, que mantiene sus tradiciones y persiste en formas de vida “descubiertas” por la curiosidad periodística, antropológica y de expertos en el estudio de las distintas sociedades, sus formas y tradiciones.

Las huellas de una autolesión en la piel, apéndices cutáneos e incluso deformaciones osteomusculares, no se puede diferenciar de los “tatuajes”, perforación cutánea y elongación de orejas, nariz, párpados, etc., así como la colocación de materiales metálicos u de otros componentes que transforman de manera permanente la fisonomía de muchos individuos. La belleza natural pasa a resultar un karma, por lo tanto, requiere de marcar diferencia con el común, sin menoscabo de época, grupo social o estatus socio-económico al cual se pertenezca.

De igual manera, la realidad social de cada pueblo es observada con lupas y cámaras de aumento por los vecinos, para hacer críticas del comportamiento humano o de las acciones de quienes ejercen funciones de gobierno; actitud esta, que simula al personaje que cubre el espejo para no ver su envejecimiento mientras se empecina en “dar consejos de imagen” al otro. Resulta que quienes actúan en función de proyectar hacia otra dirección sus propias falencias, taras y despropósitos, conocen plenamente de la tendencia humana a copiar taras y vicios, unido a un sentimentalismo oculto que conduce la empatía hacia el desdichado, trasladándola hacia su propio patio, pero no para vivirlo (u ofrecerlo a sus seres queridos), sino para presenciar cerca de su territorio las desgracias y tribulaciones de quienes dependen de sus ejecutorias.

Los queloides y marca de la pobreza extrema en naciones con grandes potenciales económicos, con un espacio geográfico y físico bendecido por la naturaleza, manifiesta en la explotación desproporcionada no solo de sus recursos naturales, además de su infancia sometida a trabajos esclavistas en la extracción de la savia, y los sustentos orgánicos de la tierra, para proyectar un ejercicio fiscal inexistente para la satisfacción de las necesidades básicas de sus poblaciones, pero que sirve como instrumento de publicidad para culpar a enemigos visibles e invisibles, habidos y por haber, conocidos o por conocer pero que en su imaginario son necesarios, como predica de una práctica desprestigiada en otros escenarios, pero de utilidad en el control de una población carente y urgida de satisfacer necesidades básicas –a bajo costo -, sin mayor esfuerzo que el de tender la mano para recibir “los regalos” de quien gobierna; aunque reciba solo el mismo pan que le es sustraído en las madrugadas de su propia alacena.

La práctica de la proyección como instrumento de “convencimiento” social tiene arraigo en la práctica clínica, no resulta extraño luego, que quienes pretenden ejercer una hegemonía prolongada se aprovisionen de expertos en teorías de la conspiración, incluso sesudos analistas de la evolución de prácticas en domestizaje, o profesionales en la manipulación psiquiátrica o psicopatológica, con un ínfimo sentido del respeto por la deontología y la ética profesional.

Trasladar la pobreza a un territorio de riqueza, no es inocuo como la copia de imágenes estéticas de culturas ancestrales, resulta más bien un hecho abominable como la siembra de gérmenes patógenos en una población inmunosuprimida, para luego ofertarle una cura milagrosa, cuya efectividad no ha dado resultado en cientos de ensayos. Amanecerá y veremos dice un viejo refrán, pero cuando la población comienza a hacer inmunidad natural, el tiempo de la enfermedad se acorta y el mismo paciente es autosuficiente para generar su propia cura. En todo caso, se hace necesario determinar en el discurso la señal de proyección que hace cada quien; no se trata de creer en quien te hable de Dios, sino en quien en sus actos te muestre a Dios.

Pedroarcila13gmail.com



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