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El futuro está por verse

Todas nuestras decisiones son fruto de una combinación de información, suposiciones y prejuicios. Según sea la calidad, suficiencia y oportunidad de la información, mejor tenderán a ser el proceso de decisión y sus resultados

  • DANIEL ASUAJE

25/09/2024 05:00 am

La conexión a la realidad es uno de los requisitos necesarios para vivir, ya que estar desconectado conlleva riesgos, hasta de muerte. En los equipos gerenciales, militares y políticos (y probablemente en los del delito organizado), la inspección del entorno es una tarea primordial, necesaria para no ser tomado por sorpresa por la evolución de los acontecimientos o las iniciativas de competidores, adversarios o enemigos. Una vecina nuestra construyó en su casa una decena de habitaciones para residentes estudiantiles, justo en el momento en que se sucedieron la eclosión de la diáspora y el auge de los estudios on line. Rusia creyó saber que en tres días aniquilaría a Ucrania y tres años después los ucranianos la invaden.

El punto crucial es en qué consiste estar conectado con la realidad. Decir que es ver y aceptar la realidad tal cual es, resulta engañoso porque entonces hay que preguntar “cómo es la realidad en realidad, quien decide su composición, estado, lo que es real y lo que no lo es”.

Sabemos que es imposible conocer la “realidad tal cual es”, sino tal cual la percibimos y esta percepción depende de nuestro aparato sensorial. Esta percepción es nuestro mapa de realidad y según tan bueno sea, nos permitirá movernos como nos convenga. Diferentes aparatos sensoriales percibirán cosas distintas y elaborarán diferentes mapas. El punto de mira condiciona lo que vemos. No percibe lo mismo un soldado a ras de tierra que otro recorriendo el terreno en un helicóptero. Por esa misma razón no se percibe lo mismo desde el gobierno que desde la oposición. No tienen los mismos valores, intereses, experiencias y suposiciones.

Cuando se afirma que el gobierno está desconectado de la realidad, en verdad queremos decir que está mal conectado, que su mapa no encaja muy bien con lo que está pasando o va a pasar. Se equivocó al creer que las primarias serían un fracaso, que MCM llamaría a la abstención, que EGU no sacaría muchos votos y en que podría manejar la maquinaria electoral y comunicacional como siempre lo había hecho. Tomó decisiones sobre la base de creencias, no de información.

Todas nuestras decisiones son fruto de una combinación de información, suposiciones y prejuicios. Según sea la calidad, suficiencia y oportunidad de la información, mejor tenderán a ser el proceso de decisión y sus resultados. Mientras más peso tenga la buena información sobre las creencias, también mejor tenderán a ser nuestras decisiones. Pero no es fácil distinguir información de creencias, ni dejar de confundir creencias con realidad. La oposición parece haber creído que bastaba el aluvión de votos para producir el quiebre de la coalición gobernante. Al gobierno se le movió la alfombra, pero no se derrumbó.

Por otro lado, sin darnos cuenta nos deslizamos desde un juicio hacia una predicción. Conocer el futuro tiene tantos problemas como averiguar el presente. Saber el futuro seduce a más de uno. En ese afán históricamente hemos buscado los signos que nos lo anuncien y a quienes los interpreten, con lo que dimos empleo a brujos, adivinos, pitonisas y astrólogos. Tan importante llegó a ser la certeza exigida a quienes decían conocer el futuro que en la antigüedad algunos pagaron con la vida sus fallidas predicciones. Tiberio le preguntó a un astrólogo romano qué le deparaban para ese día los astros, a lo que este respondió jubiloso: “mucha felicidad y fortuna”. El emperador lo mandó a matar probando su desacierto. Al parecer, Manilio, filósofo, gramático y astrólogo romano, sorteó el lance cuando al serle hecha la misma pregunta exclamó: ‘dicen que estoy en inminente peligro’Quienes ‘adivinaron’ en los signos del pasado la derrota futura de la oposición el 28J, están pagando las consecuencias de su fallida predicción.

Modernamente la adivinación ha sido sustituida por la identificación de tendencias estadísticas, la elaboración de escenarios y las salas situacionales. Estas artes hoy las llamamos métodos y herramientas. Los expertos sustituyeron a los adivinos, que ya no vaticinan un futuro cierto, sino que pronostican el posible devenir. Quizás los más famosos y cotidianos sean los pronósticos meteorológicos, y ya sabemos lo que dice la gente sobre ellos, con o sin razón. Para buena suerte de los meteorólogos, y demás pronosticadores, hoy ver el futuro no es tan peligroso como otrora si se falla, pero sigue teniendo consecuencias. La miopía gubernamental de realidad, ha hecho que sus hechuras para desacreditar a la oposición terminen elevando sus propios costos de permanencia en el poder.

En Venezuela, los dos contendores principales tienen mapas de realidad diferentes y, en mucho, antagónicos. Por los resultados pareciera que hay uno que está viendo la realidad mejor que el otro, es decir, tiene menos suposiciones y más información sobre la “realidad real”. Su mapa luce mejor para llegar ‘hasta el final'. El futuro no está escrito, está por ser, y los buenos mapas mentales marcan la ruta hacia la tierra que nos prometimos

@AsuajeGuedez
asuajeguedezd@gmail.com
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