El acto de grado en la UCV y sus antecedentes históricos
El Acto de Grado debe ser “uno solo”, en el que el Rector, en nombre de la República y por autoridad de la Ley confiere al graduando el Título correspondiente a sus estudios certificados por la Secretaría de la Universidad
Las ceremonias solemnes de conferimiento de grados académicos universitarios, sean los antiguos títulos de Bachiller, los de Licenciado, de Especialista, de Magíster o de Doctor, son eventos que, en sí, resumen la esencia de la razón de ser de la Universidades, por ser momentos de Investidura fundamental, donde están presentes todos los elementos físicos y espirituales que constituyen el Alma Mater, actos que convierten al estudiante en un profesional en los diferentes niveles ya enunciados, bajo un compromiso formal y eterno con la respectiva Universidad. Se trata, pues, de una especie de “matrimonio” académico que la muerte no puede separar, pues los logros del universitario quedan presentes en los registros de la Universidad, en las estructuras infinitas del saber y del conocimiento de las ciencias, en los resultados de las acciones del universitario, en una acumulación de procesos resultantes de la producción de saberes sobre la base de la Autonomía crítica, sin la cual no puede existir una Universidad propiamente dicha.
El Acto de Grado debe ser “uno solo”, en el que el Rector, en nombre de la República y por autoridad de la Ley confiere al graduando el Título correspondiente a sus estudios certificados por la Secretaría de la Universidad y respaldados en el respectivo expediente y libro de grados del Archivo Universitario. No obstante, en la Universidad Central de Venezuela (y muchas otras instituciones), se ha cometido el error de separar los actos de grado en dos etapas, lo que contraviene la naturaleza del Acto de imposición e investidura ceremonial y académica. Erróneamente, hoy se impone la Medalla de Grado un día antes del acto de grado, cuando el graduando aún no está graduado como tal, lo que lo hace un evento espurio, cuando lo correcto es que en el propio acto de grado el Rector imponga el grado (Diploma), y en el mismo acto, sea dicho Rector, o el Decano correspondiente quienes impongan la Medalla de Grado. Sin embargo, el ceremonial y protocolo se ha pervertido y, frecuentemente, en las facultades ya no es ni el Decano, sino otro profesor, padre, madre, novio, etc. quienes imponen la medalla, desfigurando la esencia ceremonial del Acto.
El Acto de Grado debe ser “uno solo”, en el que el Rector, en nombre de la República y por autoridad de la Ley confiere al graduando el Título correspondiente a sus estudios certificados por la Secretaría de la Universidad y respaldados en el respectivo expediente y libro de grados del Archivo Universitario. No obstante, en la Universidad Central de Venezuela (y muchas otras instituciones), se ha cometido el error de separar los actos de grado en dos etapas, lo que contraviene la naturaleza del Acto de imposición e investidura ceremonial y académica. Erróneamente, hoy se impone la Medalla de Grado un día antes del acto de grado, cuando el graduando aún no está graduado como tal, lo que lo hace un evento espurio, cuando lo correcto es que en el propio acto de grado el Rector imponga el grado (Diploma), y en el mismo acto, sea dicho Rector, o el Decano correspondiente quienes impongan la Medalla de Grado. Sin embargo, el ceremonial y protocolo se ha pervertido y, frecuentemente, en las facultades ya no es ni el Decano, sino otro profesor, padre, madre, novio, etc. quienes imponen la medalla, desfigurando la esencia ceremonial del Acto.
La propia Universidad Central de Venezuela nació un 22 de diciembre de 1721, por real Cédula del rey de España Felipe V, en torno al concepto de conceder al antiguo Colegio Seminario de Santa Rosa de Lima de Caracas, la facultad de otorgar grados a sus estudiantes y las primeras ceremonias de graduación ocurrieron en agosto de 1725. El texto oficial del Rey rezaba así:
“He resuelto concederle (como le concedo) facultad para que pueda dar grados y erigirse este Colegio en Universidad, en la misma conformidad y con iguales circunstancias y prerrogativas que la de Santo Domingo y con el título de Real, como lo tiene dicha Universidad”
Este texto de la Real Cédula dada en el Palacio Ducal de Lerma (Burgos) en 1721, nos resuelve dos problemas conceptuales e históricos al mismo tiempo. En primer lugar, declara que el centro de la creación de la Real Universidad de Caracas (hoy UCV) giró en torno a la decisión real de concederle la potestad (facultad) de otorgar los grados de Bachiller, Licenciado, Maestro y Doctor. Lo que nos revela la importancia histórica, protocolar, ceremonial y académica del Acto de grado universitario, como momento síntesis de la esencia y la naturaleza de lo que debe ser una Universidad, por lo que debe ser un procedimiento cuidado y respetado por las autoridades y funcionarios de la institución.
En segundo lugar, esta misma Real Cédula de Felipe V, nos certifica que el viejo Colegio Seminario de Santa Rosa de Lima de Caracas, creado por el Obispo Antonio González de Acuña (OP) en 1673, fue elevado o erigido por el Rey a la categoría de Universidad con la nueva facultad de otorgar grados. Ello descarta toda posibilidad de que alguna otra universidad privada, de reciente creación en Venezuela, haga efectiva la pretensión de autocalificarse como la primera Universidad de nuestro país, por el solo hecho de auto adjudicarse el nombre de la Patrona de la UCV, santa Rosa de Lima, sin el permiso de nadie ni los méritos correspondientes, pues el verdadero Colegio Seminario de Santa Rosa nunca fue Universidad y solamente accedió a tal categoría cuando Felipe V, en 1721, lo elevó a Universidad al darle la facultad de graduar sus estudiantes, por lo que dicho Colegio se fundió en la nueva Universidad y sigue siendo, hasta hoy parte del patrimonio histórico de la UCV.
Nuestras autoridades rectorales y decanales deben tomar en cuenta estas observaciones, para reestablecer el verdadero valor de nuestras ceremonias internas, que no son parte de una simple cuestión decorativa. Y así ejecutar las reformas necesarias que, al final, siempre apoyaran otras luchas como la que se hacen por la Autonomía Universitaria, pues si no nos respetamos internamente, ¿cómo vamos a esperar que nos respeten desde afuera?.
ANB Cronista de la UCV
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