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La deuda de la UVC con el gobierno del General Isaías Medina Angarita

Independientemente de los aciertos y fallas de Medina Angarita, siempre demostró, a lo interno, una inclinación democrática y, sobre todo, progresista en materia de darle importancia a la Educación como camino hacia el progreso

  • ALBERTO NAVAS

09/09/2024 05:00 am

El general andino-venezolano Isaías Medina Angarita, nacido en la ciudad de San Cristóbal, del Estado Táchira, el 6 de julio de 1897 y fallecido en Caracas, capital de Venezuela el 15 de septiembre de 1953, en tiempos de la dictadura de otro general andino Marcos Pérez Jiménez, quien había sido uno de los coautores principales de su derrocamiento, junto a líderes del partido Acción Democrática el 18 de octubre de 1945. Fue, Medina, una figura clave en la evolución desde la Tiranía gomecista hasta la llegada de la democracia representativa en nuestro país, apoyándose en la transición ya iniciada desde 1936 por el régimen del general López Contreras y dejando la puerta abierta para los cambios más profundos que, en materia política vendrían después de 1945, bajo el gobierno de la llamada Junta Revolucionaria de Gobierno, presidida por Rómulo Betancourt, quienes establecieron definitivamente el sufragio universal para todos los venezolanos.

Medina Angarita fue el militar de mayor extrema confianza para con el general Eleazar López Contreras, Presidente de Venezuela entre 1935 y 1941, para quien sirvió fielmente como Ministro de Guerra y Marina durante dicho gobierno. Medina, desde 1912 había ingresado a la Academia Militar de Venezuela, de donde egresó como subteniente en 1914, ascendiendo hasta teniente coronel en 1927, bajo la tiranía gomecista, Medina supo vincularse con los sectores políticos del régimen menos reaccionarios, relacionados con el eje familiar de Gómez asentado en la ciudad militar de Maracay, donde residía el segundo hogar del tirano con su mujer Dolores Amelia Núñez y sus hijos, y lejos del núcleo tachirense de la familia original gomecista, cuyo representante peor era el carnicero político Eustoquio Gómez.

El núcleo de Maracay gomecista, comparativamente más liberal que el grupo tachirense, desde 1927 jugaba con la idea de una sucesión civil a un Gómez ya viejo y enfermo, y con una apertura política desde el seno del propio gomecismo, siendo la figura central de este proceso el ministro Dr. Francisco Baptista Galindo y otros civiles jóvenes como Arturo Uslar, Briceño Iragorry, etc. siendo la estrella de este componente el general López Contreras, quien desarrolló una importante amistad con Medina Angarita y lo protegió siempre de incidentes que pudieron haber empañado su carrera. Por ser un oficial de Academia, Medina también contrastaba con los viejos oficiales “Chopos de Piedra” de posturas reaccionarias y atrasadas.
Medina fue ascendido a coronel en 1935 y a general de Brigada en 1940, poniéndose entonces en primera fila como candidato presidencial para suceder a López Contreras, contando con el apoyo de éste y del Congreso. Sus contactos y amistades con el mundo civil, entre ellas sus actividades docentes en diversos institutos no militares, como en el Liceo Andrés Bello, de reconocida tradición en la formación de líderes civiles desde los años de 1920 hasta 1970, lo hizo una figura potable para la oposición democrática, por la cercanía de Medina a ideas renovadoras, como lo era, por ejemplo, su apoyo a la recuperación de la Autonomía Universitaria.

Sin embargo, los sectores más izquierdistas de la oposición siempre temieron la posible admiración de Medina hacia el dictador fascista Benito Mussolini y por el posterior retraso en la declaración de Guerra al Eje Nazi-Fascista en 1945 hay terminando la guerra, cuando Venezuela había sufrido ataques a sus buques petroleros desde 1942, con la operación Neuland de los submarinos alemanes que sospechosamente se abastecían en las costas de la misma Venezuela. La legalización del Partido Comunista de Venezuela tampoco debe haber agradado a los poderes externos, y favoreció en buena medida al apoyo de lo EE UU al derrocamiento de Medina, ya muerto Roosevelt en abril de 1945 y estando en el poder Harry S. Truman de clara inclinación anticomunista, como lo demostraría más tarde en el desarrollo de la Guerra Fría ante las amenazas de la URSS.

Pero independientemente de los aciertos y fallas de Medina Angarita, siempre demostró, a lo interno, una inclinación democrática y, sobre todo, progresista en materia de darle importancia a la Educación como camino hacia el progreso, con la construcción de Liceos y Escuelas públicas, que formaron a las generaciones de la Venezuela de la segunda mitad del siglo XX. En apego también a la Universidad Central de Venezuela, al dotarla, en concordancia con el proyecto de Ciudad Universitaria de Caracas del Rector Dr. Antonio José Castillo, existente desde 1937, comprando los terrenos de la antigua “Hacienda Ibarra” en pleno centro del valle de Caracas, creando el Instituto Autónomo de la Ciudad Universitaria en 1943, e iniciar las obras de su construcción, en especial del Hospital Clínico Universitario. Aportando los recursos financieros y el personal profesional del Ministerio de Obras Públicas (MOP), como el Arquitecto Carlos Raúl Villanueva y el Ingeniero Armando Vegas, entre otros.

ANB Cronista de la UCV
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