Hacia la Venezuela energética
BEATRIZ PÉREZ AYALA. Preparémonos para ser los expertos mundiales en cómo generar energía hidroeléctrica, eólica y solar, por ejemplo, manteniéndonos siempre a la vanguardia
Fue el 14 de julio de 1936 que el diario caraqueño “Ahora” publicó el artículo “Sembrar el Petróleo”, de Arturo Uslar Pietri. En aquel tiempo, “sembrar el petróleo” surgía de la necesidad que había de aprovechar “la riqueza transitoria de la actual economía destructiva… para invertirla totalmente en… la agricultura, la cría y las industrias nacio-nales”. Quizás, al no cumplirse la predicción de que la riqueza petrolera iba a ser tan transitoria, no le dimos la importancia a la necesidad de invertir esa riqueza para desarrollar otros sectores económicos. Hoy, 82 años después de alegar que “urge sembrar el petróleo”, la realidad es que la industria petrolera nacional aporta al país el 96% de los ingresos por exportaciones (cifras BCV).
Sin embargo, la necesidad de diversificar nuestras exportaciones sigue latente. Ya no porque creamos que el petróleo se nos va acabar, que era quizás la preocupación de don Arturo, sino porque pareciera que las mayores reservas probadas de petróleo se nos pueden quedar bajo tierra sin haber sido monetizadas y, peor aún, como nos alertan Leopoldo López y Gustavo Baquero en su libro “Venezuela Energética”, sin que nos dé chance de transformarlas en bienestar y progreso para todos los venezolanos. Esta amenaza se debe, primordialmente, a la tendencia mundial a sustituir paulatinamente las energías fósiles por energías limpias. En el 2015, 18.6% de la demanda energética mundial se cubrió con fuentes renovables y energía nuclear. Se estima que en el 2050, este porcentaje puede llegar a ser 51.7% (IEA 2015).
El petróleo podría seguir siendo nuestro principal generador de ingresos por los próximos 40-50 años. A pesar de todas las dificultades y aún con el colapso actual de la producción petrolera, somos un país petrolero. Eso implica algunas fortalezas: tenemos mucho petróleo y gas, sabemos del negocio petrolero y tenemos una capacidad instalada, aunque en mal estado, de exploración, producción y refinación.
Comencemos por aprovechar lo que tenemos. Con orgullo, eficiencia, productividad y transparencia. Establezcamos reglas claras, generemos confianza para atraer inversionistas y procuremos aumentar la producción de petróleo y de gas al máximo en el menor tiempo posible. En paralelo, utilicemos esta ventana de tiempo para definir una visión de en qué nos queremos transformar y una ruta para hacerlo, apalancándonos en lo que es nuestra fortaleza hoy, el petróleo.
No podemos ignorar que la oferta de petróleo a nivel mundial en los últimos años sigue subiendo, pero pareciera que la demanda llegará a su tope entre 2030-35 (BP/Bernstein). Además, el planeta nos ruega que las fuentes de energías fósiles sean sustituidas por energías limpias. Sin lugar a dudas, estamos ante una nueva realidad energética global. Una gran oportunidad: pasar de la potencia petrolera que fuimos para convertirnos en una potencia energética.
Con ese objetivo en mente, desarrollemos los eslabones aguas abajo de la cadena de valor, tanto del petróleo como del gas, para ser capaces de abastecer todo el consumo interno y exportar a nuestros vecinos gasolina, gasoil, combustible diesel y gas doméstico. Diseñemos la diversificación, inicialmente, a partir de nuestra industria. Incentivemos a las empresas privadas nacionales e internacionales a participar, no solo en la producción y refinación del petróleo, sino en todas las actividades colaterales: tecnología, transporte, tuberías, bombonas para el gas, producción de aditivos importados que se usan en la refinación, servicios petroleros y servicios de profesionalización. De esta manera, seremos más competitivos y, aún más importante, generaremos múltiples fuentes de empleo y la dinamización de diversos sectores tanto comerciales como de bienes y servicios.
Enfocados en nuestro proceso de transformación, destinemos importantes montos de inversión para la investigación y desarrollo de fuentes de energías limpias. Ya en el pasado fuimos pioneros de la energía hidroeléctrica. Rescatemos ese conocimiento y experiencia. Vayamos más allá. Por ejemplo, exploremos la posibilidad de convertirnos en productores y exportadores de turbinas, los mejores del mundo. Así como hemos exportado tanto talento del más alto nivel en la industria petrolera, hagamos lo mismo con otras fuentes de energía. Preparémonos para ser los expertos mundiales en cómo generar energía hidroeléctrica, eólica y solar, por ejemplo, manteniéndonos siempre a la vanguardia.
Por más de 100 años, hemos sido bendecidos por el petróleo. Hoy, la naturaleza vuelve a bendecirnos con la fuerza de nuestras aguas, la intensidad del sol que nos ilumina, la velocidad del viento que nos hamaquea y la capacidad de levantarse, adaptarse y reinventarse que tiene nuestra gente. Carpe diem.
@bepanet
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