La Venezuela saudita
JIMENO HERNÁNDEZ. El aumento de los precios del crudo causó una gran inyección de divisas, el dinero se multiplicó pródigamente y Venezuela se intoxicó de los “petrodólares”.
El día 30 de agosto de 1975 se publicó una noticia en el rotativo El Universal en la cual se podía leer: Nacionalizada la industria petrolera.
Según dice la nota periodística, el Ejecutivo Nacional se dirigió a la población desde el Salón Elíptico del Congreso de la República, justo después de firmar el ejecútese a la ley que reserva al Estado la industria y el comercio de hidrocarburos. En su discurso le comunicó el presidente de la República, Carlos Andrés Pérez, al pueblo de Venezuela:
-Vamos a realizar una nacionalización sin aventuras, reflejo de una nación madura, seria, reflexiva y racional, que de ninguna manera permitirá que el petróleo sea instrumento de subordinación o dependencia, ni medio de agresión o perturbación internacional.- A lo que luego agregó que todos los venezolanos debíamos tener conciencia de los serios peligros a los que nos exponemos al tomar decisiones y debemos aprender a vivir con los riesgos que conlleva una conducta independiente y soberana.
Ese mismo día, Pérez envió un mensaje a los jefes de Estado de los países miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), informándoles sobre la promulgación de la ley que reserva al Estado la industria y el comercio de hidrocarburos.
-En nombre del pueblo de Venezuela quiero hacer de su conocimiento que en el día de ayer, viernes 29 de agosto, promulgué la ley que reserva al Estado la industria y el comercio de los hidrocarburos que nacionaliza en forma integral nuestra industria petrolera. Como miembros de la OPEP, los venezolanos nos congratulamos con usted y con su pueblo por el paso que hemos dado, enmarcando dentro de los supremos objetivos de nuestra organización en la legitima lucha que libramos los países del Tercer Mundo por ese nuevo orden económico internacional. Estoy seguro que en esta hora de nuestra historia contamos con la solidaridad del pueblo y el Gobierno de su país. Reciba en nombre del Gobierno y el pueblo de Venezuela, los sentimientos de nuestra estima y consideración. Fraternal, Carlos Andrés Pérez, presidente de la República de Venezuela.-
La nacionalización de la industria petrolera produjo un proceso de transformación del país. El aumento de los precios del crudo causó una gran inyección de divisas, el dinero se multiplicó pródigamente y Venezuela se intoxicó de los “petrodólares”. Las entidades bancarias ofrecieron créditos de cómodos plazos y bajos intereses, apareciendo entonces las ganancias fáciles con negocios turbios. Los entendidos del tema bautizaron a este periodo de nuestra historia como el de la “Venezuela Saudita”.
La abultada renta del “oro negro” resultó en una suma que se cristalizó con el establecimiento de importantes inversiones en las industrias básicas, obras de infraestructura y realización de proyectos.
Tan solo un par de años bastaron para que muchos ciudadanos pudiesen vivir en carne propia el verdadero sueño americano, ese del que tanto se hablaba en Estados Unidos u otras partes del mundo. Las esperanzas de tener una mejor vida a la del pasado decimonónico previo al decreto presidencial de CAP, comenzaron a desconocer las limitaciones al momento de contemplar un periodo de eterna primavera. Se pensó que la época de las velas, los fogones de leña en las cocinas de los ranchos edificados con paredes de bahareque y techos de palma seca eran cosas del pasado.
Las clases alta y media contaban con vivienda propia. Manejaban automóviles último modelo fabricados por la Ford Motor Company; compraban pasajes en las líneas aéreas Viasa y Aeropostal para irse de vacaciones para conocer el extranjero y a ser conocida, en los lujosos comercios de la vía Benetton en Roma; la avenida “Champs Élysées” de París; la 5th Ave de New York o los inmensos “malls” de Miami, la nefasta frase: -¡Ta´ barato!, ¡dame dos!
El Gobierno anunciaba que se encontraban cercanos a la meta de alcanzar el pleno empleo. La tasa de personas desocupadas era del 4%, producto de la ampliación del sector privado y el endeudamiento del Estado, que el presidente Pérez utilizó para financiar grandes obras con la meta de convertir al país en una potencia regional.
Durante su gobierno creció la empresa del hierro en Guayana con Venalum; se culminó la primera etapa de la central hidroeléctrica Simón Bolívar, o la represa del Guri, proyecto iniciado durante el gobierno de Rómulo Betancourt; fomentó la industria de los lácteos; construyó más de 33.000 km de carreteras a lo largo y ancho del país; fundó el programa masivo de alfabetización “Acude”; fundó 135 bibliotecas; inauguró la sede de la Biblioteca Nacional en Caracas; conectó a más de 130 poblaciones y ciudades con líneas telefónicas de la Cantv; inició las clases en varios centenares de liceos; se creó el sistema de becas “Gran Mariscal de Ayacucho”; y se pusieron a operar dos docenas de hospitales por toda la nación.
Al iniciar su gobierno, Venezuela enfrentaba una deuda pública equivalente a la mitad del presupuesto nacional. Al momento de entregar la banda tricolor en manos del presidente Luis Herrera Campíns, frente al Congreso la cosa fue al revés. Sus detractores, tanto los verdes como los rojos, no tardaron en atacar energéticamente las políticas tomadas por el Ejecutivo durante su periodo constitucional.
En el momento de ser enfrentado por sus detractores en cuanto al tema de las medidas de financiamiento para el desarrollo de las obras de su gobierno, su respuesta fue simple y clara:
-Gobernar con criterio de escasez no es guardar la plata como un usurero debajo del colchón, sino utilizarla para resolver los problemas del país. 70% de los presupuestos fue para inversión y menos de 30% para gasto corriente. Yo hice calles, liceos, hospitales y vías de penetración.-
Jimenojose.hernandezd@gmail.com
@jjmhd
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