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Indiscutiblemente

Algunas de nuestras acciones son negativas, y muchas veces se derivan de lo que pensamos previamente (lo que a su vez está influenciado por otros). Por ejemplo una de las acciones que son comunes en estos tiempos, en distintos escenarios, es discutir

  • AGUSTIN ALBORNOZ S.

19/05/2024 05:02 am

En otra ocasión comentamos sobre la manera tan determinante en que nuestros pensamientos influyen en nuestra felicidad o en la ausencia de ella. Tanto que ellos controlan nuestras decisiones, actitudes y nuestro proceder. Lo que pensamos influye en cómo nos comportamos, las cosas que hacemos o no hacemos. Si nuestros pensamientos son negativos, nuestras acciones también lo serán.

Lo bueno es que lo que pensamos es nuestra elección, y no tenemos que creer cada pensamiento que tenemos. Muchos no son ciertos, y podemos escoger cambiarlos y sustituirlos con la verdad de Dios. Para ello tendremos primero que decidir creer en el Señor y abrir nuestra vida a él. Y como la verdad de Dios está en sus palabras, debemos proponernos pasar tiempo y conocer de cerca dichas palabras, para que nos ayuden a cambiar nuestros pensamientos desde su raíz.

Hoy día algunas de nuestras acciones son negativas, y muchas veces se derivan de lo que pensamos previamente (lo que a su vez está influenciado por otros). Por ejemplo una de las acciones que son comunes en estos tiempos, en distintos escenarios, es discutir. Muchos de los conflictos (de todo tipo) que ocurren se avivan por eso. Todos lo hacemos, unos más a menudo, otros de vez en cuando. Y si en esos instantes no paramos de discutir nos sentiremos mal, y terminaremos a veces hasta con remordimiento por palabras desagradables que hemos dicho. Discutir por discutir es una gran pérdida de tiempo. No ganamos absolutamente nada, más bien nos debilitamos y perdemos tiempo y hasta la amistad de alguien. Incluso se dice a veces que en una discusión solo escuchan otras personas que están cerca.

Así que quienes usualmente son regañones y discutidores deberían percatarse de que usualmente no queremos cambiar de parecer. No se puede obligar a nadie a estar de acuerdo con uno. Lo que sí podemos hacer, entrenándonos todos con mucha paciencia, humildad y la ayuda esencial de Dios, es guiar con amabilidad a quien no está de acuerdo con uno. Con tacto y consideración se consiguen mucho mejores resultados que echando pestes y gritando. Es más la mejor forma de lograr que alguien haga algo es motivarlo, animarlo para que tenga ganas de hacerlo. ¡Empecemos por cambiar nuestros pensamientos!

Escucha primero. Dale a tus oponentes la oportunidad de hablar. Déjalos terminar. No te resistas, defiendas ni discutas. Esto solo levanta barreras. Intenta construir puentes de entendimiento. Dale Carnegie

@viviendovalores
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