Rafael Cadenas y sus versos luminosos
El poeta asume sus bien llevados 94 años con su inteligencia abierta, uniendo a ello una cuantía moral interior, que le permite conversar sin medias tintas, ni forjar arrugaciones morales a la baja
Asumo en mis manos en esta mañana del mayo florido, a orillas del Mediterráneo, un libro reciente con versos de de Rafael Cadenas, titulado “A Rilke, variaciones”, con prólogo de Jordi Doce, poeta igualmente, y nacido en Gijón, Principado de Asturias, su tierra y la mía.
A Cadenas y nuestra figura arrugada, pero no acartonada, nos unen vetustos recuerdos caraqueños, basados en los encuentros sabatinos en la Librería Lectura, del Centro Comercial Chacaíto en Caracas, regentada por el recordado Walter Rodríguez. Tiempos esos inadmisibles de ser postergados.
A Cadenas y nuestra figura arrugada, pero no acartonada, nos unen vetustos recuerdos caraqueños, basados en los encuentros sabatinos en la Librería Lectura, del Centro Comercial Chacaíto en Caracas, regentada por el recordado Walter Rodríguez. Tiempos esos inadmisibles de ser postergados.
La primera vez que leímos a Cadenas era el año 2004, cuando Bernardo Infante Daboín, valorado editor, y la persona que mejor enseñó en Venezuela a valorar, conocer y deleitarse de la literatura mundial, editó sus “Poemas selectos”. Nosotros lo conservamos con una dedicatoria.
¡Hermosos tiempos de entonces, cuando la heredad venezolana era una tierra de envidiar!
El bardo del que hablamos hoy con admiración y respeto, nació en Barquisimeto en 1930, y aún ahora, no es joven ni viejo, al continuar existiendo sin dejar de escribir estrofas que han merecido los más meritorios galardones del planeta, algo tal vez poco conocido en esta Venezuela postergada, a fundamento de sus desajustes, y que debería ser conocido y valorado en el terruño nuestro de ahora mismo.
Empecemos a dar el reconocimiento bien merecido al bardo criollo mejor considerado en lengua castellana.
Ostenta acentuados laureles: por supuesto, el Premio Nacional de Literatura, y, partiendo de ahí, adecuados laureles: el Internacional Federico García Lorca, el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, hasta llegar al prominente Premio Cervantes de la mano del Rey de España.
En 18 de abril de 2020, en una entrevista para el diario El País de Madrid, realizó uno de sus desnudos morales que reflejaron su valoración sólida y atestiguada.
A la pregunta del periodista: ¿Le dice algo todavía el debate de izquierdas y derechas? El poeta concibió un breve análisis, y habló:
- Creo que esa situación impide ver directamente la realidad. Si alguien es de derechas considera protervo lo que conciba la izquierda, y al contrario.
Actualmente, Cadenas asume sus bien llevados 94 años, sobre una inteligencia abierta, unido a ello un valor interior que le permite hablar sin medias tintas, ni hacer arrugaciones morales a la baja.
Recordando su valorado poema “Derrota”, que ha gozado de intensa expansión, y aún hoy sigue siendo un punto de referencia moral, ya había hablado hace tiempo - y sus palabras rescatadas ahora siguen activas - y ante esa condición, expresó en runa de parábola:
“Yo, que no he tenido nunca un oficio /, que ante todo competidor me he sentido débil / que perdí los mejores títulos para la vida /que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución) /que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos /que me arrimo a las paredes para no caer del todo /que soy objeto de risa para mí mismo.”
Nuestro deslumbrado juglar, ganador del “Premio Cervantes”, es estimado, siendo hoy el más verificado de las letras castellanas, a fundamento de su enaltecida obra literaria.
Cadenas es trovador, literato y profesor, habiendo formado parte del conocido grupo “Tabla Redonda” de valorado recuerdo, a comienzos de 1958 en Caracas, cuando la ciudad del Ávila era un faro de luz sobre la cultura del continente, y cuyos anhelos de esperanza hoy se han ido desflorando bajo el viento de un siroco canallesco.
En sus encandilados “Poemas selectos”, hay fragmentos de estremecimientos insondables, y cuando la hermosura se alza en las estribaciones del aliento que nos envuelve, y en esos instantes en que las sombras de las pesadumbres nos cubren de un penetrante desasosiego, y nos impiden hallar la luciérnaga que nos lleve la senda de la realidad, situamos la mitad en estas estrofas:
“¿Quién es esta sangre, estos tendones, estos ojos, esta extrañeza, esta antigüedad? Una fuerza / me tiene en su mano/. Entonces es ella / la que puede decir soy, / la que puede llevar un nombre, / la que puede usar la palabra yo”.
Alguien, con sapiencia valorada, ha dicho - y es certero - que la obra de Cadenas, es de la más trascendental y significativa de la historia de la literatura venezolana actual, y una de las voces más significativas de la poesía de Hispanoamérica.
Leerlo nos transforma en luciérnagas resplandecientes, nos lleva sobre trochas desconocidas, y siendo más tarde, cuando consolidamos unas frases con otras, que al principio de la lectura no vemos en ellas la salida de ese bosque lóbrego, aparece un requiebro de señales, y no hemos visto antes, aún estando frente a nuestra propia contemplación.
En sus “Poemas selectos” de hace 20 años, que ahora reposan en la mesa en donde hilvanamos nuestras tribulaciones, dice en la dedicatoria: “A Rafael Del Naranco, con un afectuoso saludo de quien lo admira”.
Gracias, hechizado trovador.
rnaranco@hotmail.com
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