Ya esta semana avanzamos un paso más en el devenir económico de Venezuela. No está muy claro hacia dónde. Imposible saber en este momento, con la información que tenemos a mano, cómo será el acontecer financiero y por ende social del país en los próximos meses. La crisis nos ha pegado duro, más duro que a cualquier país del continente, en un momento histórico en el cual la política militante parece haber arropado todos los espacios de la sociedad. Las razones de la crisis son combustible para el debate, cosa que resultaría casi anecdótica si no fuera porque no hay consenso en las soluciones que pudieran sacarnos de esta tragedia injustificable. ¿Por qué Venezuela tiene la más alta inflación del mundo en este momento? ¿Por qué otros países con mucho menos recursos naturales y humanos, han podido sortear las dificultades económicas y nosotros no? Echar culpas por doquier no soluciona el problema, sino lo prolonga indefinidamente. El imperio, la especulación, el gobierno, la guerra económica, los bachaqueros, el contrabando, la ignorancia económica, los asesores españoles, el populismo, la corrupción administrativa y muchos más, han sido señalados como el origen de la enfermedad económica que padecemos. Seguramente algo de verdad habrá en esa explicación y a lo mejor hasta hay una mezcla de todos esos elementos, con mayor o menor proporción, en el verdadero motivo por el cual los venezolanos estamos atrapados en una catástrofe económica y social que todavía nos deja perplejos. No podemos creer que nuestro país, el mejor del mundo, esté como está ahora. No es el mismo país de hace 20 años. Ni siquiera es el mismo país de hace 5 años. Parece una sombra de lo que fue, y todos queremos que brille otra vez.