El gobierno debe cambiar la secuencia de algunas medidas económicas a tomar y evitar los errores de los funcionarios de CAP II en el llamado Gran Viraje, y de Caldera II. En particular no aumentar “desde un comienzo” del programa de ajustes de agosto del 2018 el precio de la gasolina, los impuestos ni las tarifas de otros servicios públicos. En economía el orden de los factores sí altera el producto. Esto es, las medidas económicas a tomar deben seguir una secuencia de levantar el poder adquisitivo de la población primero y luego el del fisco, y no al revés como se hizo en la década de los noventa. Las medidas económicas de los noventa fracasaron porque fueron fiscalistas, esto es, buscaban los equilibrios en las cuentas fiscales antes que las del pueblo. Devaluaron para los ajustes cambiarios necesarios, pero usaron la devaluación como ingreso fiscal. Aumentaron la deuda externa con el FMI para equilibrar cuentas externas pero con eso subsidiaron las importaciones. Aumentaron las tarifas de los servicios que presta el Estado sin antes lograr que la población aumente sus ingresos. Las empresas del Estado fueron privatizadas a transnacionales como monopolios que impusieron altas tarifas no competitivas sobre la población y esto les impidió competir internacionalmente. Igualmente, bajaron las tasas arancelarias, liberaron las tasas de cambio y de intereses pero quedó como un maquillaje de apertura de mercado, ya que la inflación interna alimentada con devaluación como ingreso fiscal generó tasas de interés de 85%. Estos errores en la apertura de CAP II y Caldera II generaron un clima de zozobra que impulsaron la onda estatista, la burocracia de los controles y las confiscaciones asfixiantes del Socialismo del Siglo XXI (SSXXI).