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Indignación oriental

Parte de la motivación que tuvo Japón para bombardear sorpresivamente a los EEUU en Pearl Harbor, fue precisamente una indignación histórica debido a la invasión que sufrió por parte de occidente

  • NELSON TOTESAUT RANGEL

28/04/2024 05:04 am

“Oriente es oriente… es una cuestión de cultura”. Esta frase es una de las primerísimas con las que inicia el estupendo largometraje Pasaje de India. La película es una adaptación cinematográfica del libro del mismo nombre del escritor inglés E.M. Forster. Está ambientada en los tiempos del “Raj británico”; que no fue sino el dominio de la corona inglesa sobre el territorio indio. Si bien el film podría resultar controversial, no deja de ser una joya del cine histórico que nos refresca el movimiento independentista indio de los años 20.

Cuando en la película se habla de “cultura” resulta evidente la clara distinción segregacionista que se busca establecer con esta palabra. El poeta (también inglés, y quien vivió durante la época de la ocupación imperial sobre territorio indio) Matthew Arnold define a la cultura como la vía a la perfección y a la seguridad. Y es que la visión que ha tenido occidente con oriente siempre ha sido la misma. Ante el desconocimiento de lo que son, los occidentales se han creado una falsa tarea, un falso deber, de tener que “culturizar oriente”.

“Oriente somos nosotros en el pasado”. Oriente es occidente sin la llegada del cristianismo y sin el proceso culturizador que eso significó. Sin duda, bajo estos absurdos pretextos, occidente se ha otorgado un complejo de superioridad. Tan solo basta con ver las viñetas caricaturescas del siglo XVIII y XIX para confirmarlo. Mi favorita, The White Man’s Burden [“La carga del hombre blanco”] del autor Victor Gillam es una expresión de lo que muchos siguen pensando, pero que hoy no dicen. La caricatura está inspirada en el poema del mismo título de Rudyard Kipling, en donde invita a los EE.UU. a tomar un control colonial sobre Filipinas. Y, la caricatura, representa algo un poco más genérico. En ella se ve a John Bull (Inglaterra) y al Tío Sam (EE.UU.) cargando sobre sus hombros a asiáticos, africanos e indios, cruzando las vicisitudes de la ignorancia, la opresión, el barbarismo, con la intención de llevarlos a la anhelada “civilización”.

Esta visión, derivada de la ignorancia y el desconocimiento, ha llevado a que occidente subestime oriente. De ejemplo tenemos el caso de China, la cual siempre ha sido un actor importante en la economía mundial, cosa que a veces se ignora. Para ello cabe leer al historiador Manel Ollé, cuando nos recuerda que para el año 1750 el país asiático superaba el 32% del total de la economía mundial de la producción manufacturada. Haciendo que Adam Smith considerara a China como más rica que toda Europa junta.

Por ende, el resurgimiento de China en la actualidad nada nos ha de sorprender. De hecho, tanto asusta a algunos que ya andan empleando hostilidades para tratar de estancar el crecimiento del país asiático. Esto tampoco es nuevo. Desde los tiempos de Tucídides se desarrolla la idea de que cuando el poder hegemónico de turno empieza a perder campo frente a otro, la confrontación se hace inminente. Lo mismo ocurrió con Atenas y Esparta y lo mismo ocurre con China y los EE.UU.

La indignación japonesa

Parte de la motivación que tuvo Japón para bombardear sorpresivamente a los EEUU en Pearl Harbor, fue precisamente una indignación histórica debido a la invasión que sufrió por parte de occidente. La cual, además, la obligó a abrir sus puertas y comerciar con el resto del mundo.

A propósito de ello, se estrenó hace poco una serie en Disney+ titulada Shogun, una serie de ficción histórica que habla de la lucha por el trono en el Japón feudal. No la he visto, pero los críticos expertos en la materia asoman que es verosímil históricamente hablando, y puede ayudarnos a entender la riqueza de una cultura milenaria. Y, de esa manera, entender quizá las relaciones que occidente ha tenido con ella.

@NelsonTotesaut

nelsontrangel@gmail.com
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