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Montaña de arena

Un universo que refleja, en gran medida, las coordenadas políticas y económicas de la época (1965). Hasta las armas nucleares tienen cabida dentro de la propuesta que nos muestra Dune

  • JOSÉ ANTONIO GÁMEZ E.

24/04/2024 05:01 am

“Graba esto en tu memoria, muchacho: un mundo se sostiene por cuatro cosas. —Alzó cuatro nudosos dedos—: la erudición de los sabios, la justicia de los poderosos, las plegarias de los justos y el coraje de los valerosos. Pero eso no vale nada…-Cerró los dedos en un puño- Sin un gobernante que conozca el arte de gobernar. !Haz de esto tu ciencia!” (Frank Herbert, Dune)

La ficción vuelve a tomar nuestra atención de una forma primaria. “Mi Arrakis, mi desierto, mi Duna”, son una buena síntesis para una historia sobre el poder y el liderazgo. Aunque no sea de manera consciente, nuestro ser aspira encontrar el sentido de nuestras formas de vida. La ficción muchas veces representa una respuesta a esa aspiración. Posiblemente esa sea una de las causas del éxito conseguido por la película Dune, ya en su segunda parte. Es imposible no resaltar el excelente trabajo cinematográfico de ‎Denis Villeneuve. Un director que con el paso del tiempo se ha convertido en uno de los grandes de nuestra época.

La novela de Frank Herbert publicada en 1965, según los entendidos, es la saga de ciencia ficción más vendida de la historia. Representa una gran metáfora sobre el poder y el liderazgo. Desde una perspectiva del elegido. Lo que muestra claramente la influencia budista de Herbert. La existencia de un universo, donde los grandes esquemas del poder siguen vigentes. Un imperio, con un emperador sin escrúpulos. Unas grandes casas de poderosos apellidos, con alcance político, económico y militar. Una fuente de energía galáctica: la especia. Que representa el móvil de intercambio económico. Un mundo salvaje Arrakis. Ocupado por un pueblo nómada, los Fremen. Sometidos al poder imperial, a causa de su relación con la especia.

Un universo que refleja, en gran medida, las coordenadas políticas y económicas de la época (1965). Hasta las armas nucleares tienen cabida dentro de la propuesta que nos muestra Dune. Todo acompañado de un ambiente de misticismo y magia representado por las Bene Gesserit. Dentro de las cuales Jessica Atreides juega un papel central. Especialmente por ser la madre del “elegido”. Paul Atreides asume su papel progresivamente desde la primera parte de la historia, hasta convertirse en el líder-caudillo que todos esperaban en la segunda.

El verdadero conflicto que plantea Dune es la aparición del Lisan-al-Gaib, dentro de la escena política. El “salvador” de las masas, ante el cual todo debe supeditarse y someterse. Una figura que ni el mismo protagonista desea encarnar. Hasta qué punto el surgimiento de ese predestinado al poder absoluto, responde a presiones externas más allá de su propio deseo y voluntad, es un interrogante que nos invita a explorar. El misterio se hace presente, como en tantas otras realidades humanas.

“No estamos aquí para retorcer las palabras o discutir sobre su significado —dijo la anciana—. El sauce se somete al viento y crece hasta que un día hay a su alrededor tantos sauces que llegan a formar una barrera contra el viento. Esa es la finalidad del sauce.”. (Frank Herbert, Dune)

José Antonio Gámez E.
jagamez@gmail.com
@vida.vibra
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