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Polarización, el juego en el que todos pierden

Esta atmósfera tóxica no solo obstaculiza la comunicación constructiva, sino que también puede desembocar en conflictos que se podrían evitar. Las diferencias de este tipo pueden escalar muy fácilmente hasta niveles indeseables...

  • DAVID UZCÁTEGUI

19/04/2024 05:04 am

En los últimos años, la polarización política se ha convertido en una fuerza corrosiva que mina los cimientos de la sociedad en muchos países. Venezuela, lamentablemente, no escapa a esta perniciosa realidad.

Mucho más allá, la diatriba política venezolana ha estado marcada por peligrosas y extremas polarizaciones durante el último cuarto de siglo, poniendo en suspenso el avance del país y el posible desenlace de este nocivo ambiente.

Desde la misma fundación de nuestra fe se hace mención a la nocividad de la situación, cuando en Mateo 12:25 se cita: “Y Jesús, sabiendo sus pensamientos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo es asolado; y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no permanecerá”.

Que una casa dividida no se sostiene de pie también fue una afirmación del presidente norteamericano Abraham Lincoln que, hablando de la división entre los estadounidenses, durante un discurso de campaña el 16 de junio de 1858, sentenció: “A house divided cannot stand”.

Tocó al entonces senador comandar durante la posterior presidencia a su cargo a una nación enfrentada y decidida a dividirse durante la Guerra Civil. Fue su firme pulso como estadista el que logró hacer que la Unión Americana prevaleciera por encima de profundas diferencias que parecían insalvables.

No podía tampoco faltar en el pensamiento de Simón Bolívar, cuando nuestro Libertador sentenció: "La unión debe salvarnos, como nos destruirá la división si llega a introducirse entre nosotros".

Esta división extrema, a todo nivel y en todo sentido que hoy padecemos en nuestra patria, no solo fractura las relaciones entre ciudadanos, sino que también tiene un impacto pernicioso en la estabilidad política, un costo elevado en la economía, el progreso social y la salud democrática.

En lugar de fomentar el diálogo y la colaboración, la polarización crea trincheras donde cada facción se aferra obstinadamente a sus creencias, demonizando al otro lado y, lo que es peor, rechazando cualquier forma de compromiso.

Esta mentalidad de "nosotros contra ellos" deshumaniza al adversario político y socava la posibilidad de encontrar soluciones consensuadas a los desafíos que tiene toda sociedad, pero que en la nuestra son más profundas actualmente.

Además, la polarización política alimenta un clima de desconfianza y hostilidad entre ciudadanos, erosionando el tejido social y debilitando los lazos comunitarios. Estamos hablando de vínculos incluso entre familiares, entre amigos, entre vecinos o entre compañeros de trabajo.

Se opta por la palabra dura en lugar de la amable, se llega incluso al error de ofender y de soltar afirmaciones que no se pueden recoger, dejando la herida profunda y haciendo muy difícil sanarla.

Esta atmósfera tóxica no solo obstaculiza la comunicación constructiva, sino que también puede desembocar en conflictos que se podrían evitar. Las diferencias de este tipo pueden escalar muy fácilmente hasta niveles indeseables, difíciles de atajar y de resolver.

Otro aspecto preocupante de la polarización política es su impacto en la toma de decisiones y el funcionamiento de las instituciones democráticas.

Cuando se prioriza la lealtad política sobre el bienestar de la sociedad, se estancan las reformas y se obstaculiza el progreso. Además, la polarización puede llevar a la radicalización de los extremos políticos, atacando la moderación y promoviendo posturas extremas peligrosas.

Además de estos efectos tangibles, la polarización política también tiene consecuencias psicológicas y emocionales para los individuos y la sociedad. La constante exposición a esos mensajes puede generar ansiedad y estrés, afectando negativamente la salud mental y el bienestar emocional.

También socava el sentido de identidad nacional, debilitando así el tejido mismo de la sociedad.

En este contexto, es imperativo que los líderes reconozcan la urgencia de abordar la polarización política de manera proactiva y constructiva. Esto implica fomentar un ambiente de respeto, promover el diálogo, y cultivar una cultura cívica basada en la tolerancia.

Además, es crucial que los medios de comunicación y las redes sociales asuman su responsabilidad en la difusión de información responsable y en la promoción del debate democrático saludable.

En última instancia, superar la polarización política en Venezuela requerirá de un esfuerzo colectivo y sostenido por parte de todos nosotros.

En compromiso con los valores fundamentales de la democracia, la justicia y el respeto mutuo podemos construir una sociedad más cohesionada, inclusiva y resiliente. No caigamos en esa trampa. Nuestras diferencias son nuestra fortaleza y el rico piso en común de la venezolanidad se beneficiará de consolidar acuerdos.
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