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Carta a mi hermano Carlos

Supongo que Arnaldo y tú se ven con regularidad. No lo atormentes con prisas. Él es agua de tanque y bastante que el pobre se la tuvo que calar con los años de mi pujito. Todo se lo toma con calma y sin apuro...

  • SOLEDAD MORILLO BELLOSO

19/04/2024 05:02 am

Hace tiempo que no te escribo. Empiezo y lo dejo. No sé por qué, teniendo tanto y tanto para decirte. Tengo la fantasía de que estás pendiente de mí. Pero sé bien que eso no es así. Porque estoy convencida de que los que se han mudado al más allá, no ven para abajo. Porque qué clase de maravilloso segundo debut sería el del más allá si estuvieran sufriendo por lo que ven que sucede en el más acá. Sí, es una fantasía escribirme contigo, porque me acuerdo mucho de las cartas que nos escribíamos cuando yo estaba en París. Nos contábamos todo, lo grande y lo menudo, las cosas importantes y las bobas hasta las lágrimas por pura risa. Buenísimas esas cartas. Una vez cada quince días. Hasta el cartero, si tenía la suerte de cruzarme con él a la hora precisa en la tarde, sabía que esa carta desde Caracas me haría el día. “Mademoiselle,il y a une lettre pour vous dans la boîte aux lettres, je pense que c'est de la part de votre frère...”. Ja, obviamente, el hombre metía el ojo. Los carteros tienen licencia para la entrepitura. Las tengo todas guardadas. Ni me preguntes en cuál caja. Mi última mudanza fue a los trompicones y metí todo como cupo sin papel de inventario. Ni siquiera en Google encuentro el código postal del más allá. No tengo tu email. Así que no hay cómo enviarte esta carta. Pero alguna forma habrá inventado el gerente del más allá para que sus residentes puedan recibir el correo, digo yo...

Bueno, en fin. Te cuento que en unos días vas a ser abuelo otra vez. Un varón. No sé cómo se va a llamar. Si me lo dijeron, se me olvidó. Sabes que tengo la cabeza vuelta frufrú. Las cosas se me deslizan entre el oído izquierdo y el derecho y, zas, no se supo más. Tus nietos están grandes y hermosos. Y muy entusiasmados por la próxima llegada del hermanito. Y las niñas de Isabel, enormes y, como diría Pancho Morillo “muy juiciosas las muchachas”.

Hace una semana llovió un par de días. Fue un aguacero de esos que mojan y empapan. Las matas lo agradecieron. Después, pasado el chaparrón, salió el sol y llegó el bochorno. Todo se secó rapidito y desde entonces el catire no se ha tomado más días libres. El calor está fuerte. Y, claro, es abril, y ya sabes cómo son de intensos los abriles en Margarita. Cuando regreso a casa luego de mi caminata cotidiana estoy ensopada. Pero bien. Estoy a punto de llegar a los 10.000 pasos diarios.

Supongo que Arnaldo y tú se ven con regularidad. No lo atormentes con prisas. Él es agua de tanque y bastante que el pobre se la tuvo que calar con los años de mi pujito. Todo se lo toma con calma y sin apuro, sabes, al mejor estilo quijada de arriba, cual lord inglés. Y te juro que no va a cambiar. No tiene nuestro gen de la prisa, que nos viene por los Morillo. Los Belloso son más bien de calma chicha.

Del país, mejor ni te cuento. El extravío está en su apogeo. El 28 de julio hay elecciones. Yo voy a votar, no sé todavía por quién, pero voy a votar. La gente normal no habla sobre el asunto. De esa magnitud es el aburrimiento. Mila diría que Mercurio está retrógrado. Yo creo que es la hora loca en Bárbula. Te lo dejo, por ponerlo simple, en que lo fácil lo están haciendo difícil, por la vía de lo inútil. A saber, cómo amaneceremos el 29 de julio. Hasta aquí mi comentario sobre el tema. Ah, pusieron presos a tres de los delincuentes mayores. No habían pasado ni cuarenta y ocho horas y ya a los tres querubines, trajeados con unos conjunticos azules celeste muy cursis que daban grima, los estaban presentando ante tribunales. Tanta eficiencia asombra. Huele a “tente allá”. Pero la noticia no duró ni un día.

Por estos días me he encontrado con varios amigos tuyos del colegio y de la universidad. Para todos, sin excepción, sigo siendo la “hermanita de Carlos Morillo”. Hay cosas que no cambian, no importa que pasen los años. Menos mal que, como “vaca chiquita siempre es novilla”, el diminutivo no arranca risotadas.

Hora de terminar esta carta. Es sábado y me toca hacer limpieza profunda, lavar ropa, planchar unas camisas, etc. Ya sabes, lo normal. Porque soy una persona común, tipo arepa. Ah, hoy es el día internacional del beso. Así que te mando uno, apretado y baboso.

P.s. Dale una oportunidad a la novia de mi marido (no sé cómo se llama). La pobre no la lleva fácil. Y Mami seguro le obsequió uno de sus saludos elegantemente gélidos cuando Arnaldo se la presentó.

soledadmorillobelloso@gmail.com
@solmorillob

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