Hablar sobre los últimos acontecimientos ocurridos en Haití es delicado, porque ante todo Haití no es un problema, es un problemón. Es la suma potenciada de todos los problemas de las sociedades americanas acorraladas por la pobreza, el militarismo, el analfabetismo y el desorden social, los cuales lejos de amainar con el curso de los años, se han ido agravando a extremos de inconcebible peligrosidad.
Si aceptamos esas realidades como entes decisivos en la confección del drama haitiano, pretenderemos creer que el establecimiento de un gobierno democrático por sí solo sea capaz de iniciar un proceso de estabilidad social y prosperidad económica. Nada más utópico. No habrá estabilidad ni prosperidad mientras no se aborden y solucionen los problemas, antes aludidos, hermanados a la miseria. Estas hermanas son aterradoras. Como un extenso vaho está presente en las calles, en las paredes, en los árboles, en los rostros. Se palpa y se huele. Se siente su proximidad oprobiosa y agresiva.
El sistema de gobierno democrático no se ha enraizado en Haití, porque no existen las bases indispensables para su sustentación. La Democracia es el sistema de gobierno más complejo y más delicado, porque está asentada en el pueblo, el cual puede delegar esa facultad transfiriendo el poder a unos sectores sociales, agrupados en partidos políticos, mediante el sistema de elecciones libres y por un tiempo determinado.
Como esa delegación de poder y soberanía es compartida por varios estratos políticos y sociales, la función del Estado se cumple siempre que exista armonía funcional entre ellos. El Ejército, que es el pueblo en armas, funciona como el garante de esa armonía, de ese equilibrio. A lo largo de su historia, ni el Ejército haitiano lo ha entendido, ni los distintos usurpadores del poder han meditado en lo que significa soberanía popular ni delegación temporal del poder.
No es posible implantar a juro, y desde afuera, el sistema democrático de gobierno, en una sociedad donde campea el analfabetismo y la miseria. Mucho menos a cañonazo limpio.
CARICOM, la comunidad del Caribe, expresó satisfacción ante la instauración del Consejo Presidencial de Transición en Haití, como ”posibilidad de un nuevo comienzo para Haití”, publicado este Decreto en el diario oficial de Haití Le Moniteur”, firmado por 9 integrantes, quienes asumirán la elección de un Primer Ministro, luego de la renuncia de Ariel Henry, y con urgencia tomar medidas para la seguridad de los haitianos en una vida digna.
El caos presente en Haití es tan desesperante que a Ariel Henry se le ha imposibilitado regresar por haber sido tomado el territorio por pandillas que azotaron, obligando al cierre de escuelas, y destruyendo la estructura política. Ariel Henry negociaba en Kenia ayuda policial internacional liderada por Kenia, a instancias de la ONU, recibiendo el financiamiento de países como EEUU, Canadá y Reino Unido, país éste que destinaría 5 millones de Esterlinas.
EEUU ha aprobado la creación del Decreto emitido por las autoridades haitianas donde establece la conformación del Consejo Presidencial de Transición en Haití, que permitirá “elecciones libres y justas”, en una lucha intensa contra las bandas armadas. La crisis del país haitiano empeoró con el asesinato en 2021, del Presidente Juvenel Moise. El 12 de abril reciente, políticos caribeños anunciaron la creación de un Consejo Presidencial de Transición, que finalizaría , a más tardar, el 7 de febrero 2026.
En todo caso, es un comienzo, es un primer paso, la historia tiene una dinámica propia, pero el mundo no puede seguir indiferente ante este horror que envuelve a 11 millones de habitantes del país haitiano.
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