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Elecciones: principios vs pragmatismo

En estas condiciones, con un pueblo unido por su voz electoral inocultable, y un liderazgo cohesionado, es más difícil que no se imponga la voluntad nacional

  • DANIEL ASUAJE

17/04/2024 05:00 am

La decisión sobre qué hacer políticamente de cara a las elecciones depende de si eres gobierno u opositor. La ubicación determina los criterios de decisión y sus opciones. Si se es gobierno, se hará lo que diga Maduro, allí hay unidad de mando y acción en torno al objetivo central: mantener el poder, bajo el criterio coyuntural de realización de unas elecciones que parezcan democráticas por la participación de un elenco de candidatos fácilmente derrotables, en un marco de división partidista y de dispersión del voto opositor. Este es el escenario buscado por el gobierno.
 
Si eres de la Plataforma Unitaria depende de si eres MCM o MR. Hay muchos otros actores en la oposición, pero con estos tres ilustramos que no hay un solo decisor, aunque si una gran electora (MCM) y dos grandes influencers: Manuel Rosales (MR) y la Plataforma Unitaria (PU) que están de acuerdo en sacar del poder a Maduro en estas elecciones y no abandonar la ruta electoral (lo que implica no abstenerse), pero no en cuanto con quien sacarlo. Y no están de acuerdo porque hay dos criterios de decisión competitivos y no fácilmente conciliables: hacer valer la decisión tomada en las primarias del 22-10 y no aceptar que Maduro escoja sus contendores (criterio principista) o escoger un abanderado de entre los que el régimen acepte y que pueda competir con Maduro con chance de ganarle de modo irrebatible (criterio pragmático).

Por tanto, no hay unidad de acción opositora cuando hoy es imprescindible. A estas alturas es claro que ni MCM ni C. Yoris serán admitidas como candidatas. Podría escogerse un segundo sustituto. Entre los ya inscritos ante el CNE los dos únicos posibles son Edmundo González, postulado con la tarjeta de la MUD y Enrique Márquez, postulado con tarjeta del partido Centrados; pero de elegir alguno de ellos sería igualmente impedido, de una u otra manera, antes de llegar al día de las elecciones por la sencilla razón de que al recibir el apoyo de MCM y recibir con ello la mayor parte de su caudal de votos, sería percibido como un gran riesgo electoral para el régimen. Quedaría la opción de Rosales. Este es el candidato que Maduro prefiere y quiere forzar a ser su competidor porque siente que es derrotable, pues tiene en las encuestas un porcentaje que no asusta al régimen. La jugada gubernamental busca fracturar a la oposición esperando que MCM persista en su empeño (legítimo, pero inviable) de imponer un candidato de su entera confianza, mientras otros sectores ante esta realidad opten por una salida pragmática alrededor de un candidato de consenso de la PU. Esto podría generar una situación parecida al 2018 donde el gobierno con el 80% de rechazo, con un electorado con más del 75 por ciento con deseos de votar y el gobierno con apenas entre un 15% y 20% de electores, gane la mayoría de los votos válidos por una combinación de dispersión y abstención electorales.

Rosales capta casi 5% de simpatía y una matriz de rechazo muy amplia aumentada en estos momentos por los señalamientos de traidor que la maquinaria comunicacional del gobierno se ha encargado de promover como una maniobra de control anticipado de riesgo electoral, razones por las cuales el gobierno piensa que, aunque MCM le levante la mano, el electorado no la acompañe y esos electores se dispersen o abstengan. Lo que parece no tomar en cuenta el gobierno es que, si este es el escenario, la disposición a votar es tan alta que aun cuando MCM llamara a la abstención muchísimos electores votarían para salir de Maduro. Si la opción disponible no es la preferida, el voto de muchos no será por simpatías hacia un candidato sino por rechazo hacia Maduro, será un voto castigo. El reto es canalizarlos hacia una sola opción.

Rosales, u otro como él, puede crecer, no por simpatías (hoy día eso solo MCM), sino por captación del rechazo. Hay mucho chavista decepcionado, pero dejemos fuera esos votos. Los partidos de la PU, sumados, tienen cerca del 17% de simpatías. Si todos votaran a Rosales, no bastaría para ganar, al menos de modo incontestable. Vente tiene un 14% y hay en el país cerca de un 38% de ni-nis, pero casi la mitad son anti partidos, el resto está con MCM. Nadie tendría chance sin MCM, pero también con riesgo de ser descabezado.

La oposición debe decidir entre quién debe ser y quién puede ser el candidato unitario. En el primer caso el triunfo sería estruendoso, pero el gobierno no va a suicidarse. El segundo, sea quien sea, tiene chance de ganar, pero no sin la gran electora. Si la votación es abrumadora, aunque la maquinaria de defensa del voto no sea del todo eficiente, solo por desconocimiento abierto podrá el gobierno decir que ganó y sus esfuerzos para vestirse de seda se evaporarían. En estas condiciones, con un pueblo unido por su voz electoral inocultable, y un liderazgo cohesionado, es más difícil que no se imponga la voluntad nacional. Recordemos Barinas, a Chile y también que el mandato recibido es el principio mayor: ganarle a Maduro.

@AsuajeGuedez
asuajeguedezd@gmail.com
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