Calder o las danzas del viento
El auditorio de la UCV, con sus asombrosos hilos de Calder, es el edificio principal del proyecto de “Síntesis de las Artes”, llevado a cabo por el arquitecto Carlos Raúl Villanueva, figura señera cuando de diseño vanguardista se trataba
Para sentirse extasiados observando esas esculturas con ritmo de alientos rítmicos con aire de vientos bailables, es necesario recordar al personaje y sus inalámbricos movimientos creativos en medio de un equilibrio portentoso.
Con ello nos estamos refiriendo al maestro de los flujos etéreos, Alexander Calder, el artista que el mundo del arte aclamó como un creador portentoso, y con el que Venezuela sigue teniendo una deuda imperecedera.
Con ello nos estamos refiriendo al maestro de los flujos etéreos, Alexander Calder, el artista que el mundo del arte aclamó como un creador portentoso, y con el que Venezuela sigue teniendo una deuda imperecedera.
La mayoría de los venezolanos saben, o tal vez lo sepan en estos días, que el Aula Magna de la Universidad Central en Caracas, fue declarada Patrimonio Mundial de la Humanidad, el 30 de noviembre de 2000 por la Unesco, y es el auditorio más trascendental de esta casa de estudio, siendo el de mayor aforo de la universidad criolla, con una capacidad en su recinto para albergar 2.700 personas, siendo asimismo el edificio principal del proyecto de “Síntesis de las Artes”, llevado a cabo por Carlos Raúl Villanueva, figura señera cuando de arquitectura vanguardista se relaciona.
En la misma parcela perfectamente elaborada, se han consumado eventos académicos, artísticos y políticos, que han dejado penetrantes vivencias para la historia de la nación, muchas de ellos de justipreciada jerarquía, que han sido rúbrica histórica del acaecer creativo venezolano.
El Aula Magna de la Universidad Central, comenzó su ejecución el 28 de noviembre de 1952, y en el contrato de la misma se establecía la culminación de los trabajos para el 31 de marzo de 1953; al decir de los diarios caraqueños, “debía rematarse la obra en solo 4 meses”. Indudablemente, bajo el aire de la dictadura, la labor fue culminada en marzo del 53, tal y como lo había exigido el general Marcos Pérez Jiménez.
Y no puede existir demora, cuando en medio hay un requerimiento del poder político militarista, con su “ordeno y mando”.
La gran sala fue cristianizada y estrenada el 3 de diciembre de 1953. No obstante, se inauguró oficialmente el 2 de marzo de 1954 con la apertura de la X Conferencia Iberoamericana de Jefes de Estado y Gobierno.
Y aquí comienza la atractiva historia primorosa con la presencia de Alexander Calder, con sus “Platillos voladores o Nubes Flotantes”.
En la vivencia de esa genial obra de arte, y contada en un corto escrito para los medios de comunicación de esa época, se decía que la estructura de esos paneles o nubes, será un armazón de acero recubierto por una madera contra enchapada de 1/2 pulgada de espesor. El más grande con un área de 80 metros y un peso de 2,5 toneladas aproximadamente.
En total: 31 paneles, 22 en el techo, 5 en la pared lateral derecha y 4 en la izquierda.
Una vez dentro de esa creación esplendorosa, unos cables metálicos sostenían los paneles hasta el techo de la sala, dándoles la inclinación y la altura necesaria de acuerdo al diseño y a lo estudiado.
El techo del salón se encuentra 3 metros por encima del que se percibe desde abajo (que es todo de yeso), esto obedece básicamente a facilitar el arreglo y cambio de los sistemas de iluminación y los mecanismos de sostén y movimientos de las admirables “nubes”.
En esos días, en una nota del diario “Últimas Noticias” de la Cadena Capriles se podía leer:
“Aunque el destino inicial de los platillos no era el interior del Aula (dado que la obra de este artista estaba dispuesta para la Plaza Cubierta) después de enterarse de la complejidad del proyecto, Calder planteó la idea de integrar sus paneles al espacio de la sala con un fin artístico, decorativo y acústico”.
Dichas molduras habían sido construidas en las inmediaciones de la plaza Jorge Rodríguez ("Tierra de Nadie", se decía entonces) la cual se encontraba adyacente al edificio, siendo introducidos a la sala por la parte posterior del escenario que no estaba terminado.
Sobre esa maravilla de obra de arte, se lee en la Revista Elite de aquella semana:
“Cabe destacar que las Nubes Flotantes no son el único elemento que ayuda a proporcionarle su característica calidad de sonido al Aula Magna. Dentro del auditorio la mayoría de los elementos y materiales, están diseñados en favor de la acústica y la perdurabilidad.
Uno de los ejemplos más interesante de lo anterior expresado, es el de las butacas que están forradas con lana de ovejas chilenas, tejida en Inglaterra con un cosido surcado, sistema mecánico con agujereado posteriores, siendo un diseño que les da la cualidad de contrarrestar las variaciones de sonido generadas por la ausencia de público en la sala.
Otro elemento destacable es que todas las puertas de la sala eran acústicas y dobles En el Patio las internas de metal y rellenas de un aislante, creando entre ambas una especie de vacío que evitaba la salida del sonido.
Aclaración:
Parte de estas notas informativas, han sido obtenidas de la desaparecida revista Elite de la Cadena Capriles, de la que hemos sido director durante varios años, haciendo hoy con ellas, un adecuado homenaje a la belleza artística de los maravillosos móviles de Alexander Calder.
rnaranco@hotmail.com
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