Un fervor democrático
Recientes encuestas globales indican que la población se muestra indiferente o se orienta hacia ofertas electorales anti-democráticas en varios países del globo. El desencanto es tal que esas ofertas están tomando auge dentro del juego electoral...
Cada día cobra más fuerza el tema de la democracia. Sin embargo, hay un confuso debate que de alguna forma u otra enreda más que clarifica lo que en síntesis debe ser el carnet democrático de las naciones. Un solo dato habla por sí mismo: más de la mitad de un 70 por ciento de los habitantes del globo no tienen un sistema político basado en el Estado de Derecho y en la libertad.
Es más, aún dentro de los regímenes con constituciones basadas en el respeto a la ley, se ven diariamente casos de quebrantos del orden jurídico en contra del debido proceso, de la libertad de conciencia, de la movilización y del pensamiento. Esto se mezcla a veces con casos de racismo, de violación de los derechos humanos, de corrupción.
Es más, aún dentro de los regímenes con constituciones basadas en el respeto a la ley, se ven diariamente casos de quebrantos del orden jurídico en contra del debido proceso, de la libertad de conciencia, de la movilización y del pensamiento. Esto se mezcla a veces con casos de racismo, de violación de los derechos humanos, de corrupción.
Los pensadores políticos desde la antigüedad y sobre todo en la Edad Moderna advirtieron sobre la contradicción entre la tesis del Buen Gobierno y la Razón de Estado. Maquiavelo es el más conocido, pero no el único autor que escribió sobre esas diferencias, aceptando que en muchos casos predomina el pragmatismo, lo cual abre la puerta para caer en una mentira a medias: que el realismo político es inevitable.
Esta idea ilustra sobre uno de las controversias teóricas de mayor permanencia en los debates politológicos: ¿cómo reducir el costo de un régimen democrático, en cuanto que es deseable y posible un régimen legal y legítimo?
El hecho poblacional no es el único obstáculo que impide un régimen de libertades. Hay otros: el manejo irresponsable del poder, el usufructo derivado del dinero público, la aplicación de mecanismos excluyentes, la pérdida de entusiasmo sobre el ejercicio democrático y la peligrosa idea de confiar que la democracia es un valor occidental intransferible.
Sobre este último tópico vale la pena detenerse. Recientes encuestas globales indican que la población se muestra indiferente o se orienta hacia ofertas electorales anti-democráticas en varios países del globo. El desencanto es tal que esas ofertas están tomando auge dentro del juego electoral y se convierten en una “amenaza” anti-sistema, tal como se está advirtiendo en Alemania y en el propio Estado Unidos.
En este contexto, cuando observamos el comportamiento político en América Latina, vemos que en la historia de la región hay numerosos ejemplos que expresan esa contradicción permanente entre un Buen Gobierno y la Razón de Estado. No sólo cuenta el infinito número de gobiernos democráticos que son erradicados de la escena pública por acciones de fuerza, sino aquellos que experimentan una metamorfosis y se olvidan de las prácticas democráticas.
Por lo tanto, la lucha por la libertad es un tema muy importante en la actual política latinoamericana. Las enseñanzas de los teóricos, en todas las épocas de la ciencia política y los autores de nuestros tiempos sirven para colocar esta discusión en un cuadro de honor. Si no nos ponemos alerta, esta lucha difícil pero importante, se cancelará y se abrirán las puertas a regímenes autoritarios expansivos, que reniegan de la libertad, de la racionalidad política y del compromiso con la virtud, más que con la fortuna.
romecan53@hotmail.com
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