Este concepto fue acuñado por primera vez por Ray Noorda en los años 80 y posteriormente introducido en el mundo empresarial en el año 1996 por los autores estadounidenses Adam M. Brandenburger y Barry J. Nalebuff, en su libro “Co-opeticion”, en el cual hace un planteamiento disruptivo con respecto a la competencia entre empresas que propone una estrategia de paso “de la guerra a la paz”, ya que no se pretende destruir al otro, sino construir mediante estrategias de cooperar y competir para crecer y avanzar.

Se entiende por cooperación actuar en conjunto para lograr un fin común, lo cual en una primera aproximación pudiera interpretarse como incompatible con el término competencia o competición, ya que este último implica cierto grado de rivalidad, pero cuando se plantea como condición que una de las partes gane sin que la otra parte pierda, sino que por el contrario, se genere una sinergia, en la cual ambas partes ganen, entonces el producto final será todos ganan y nadie pierde. El Papa Francisco en una entrevista que le hicieron en el año 2014, recordó un viejo refrán italiano que dice vive y deja vivir, “campa e fa campá”, el cual en el fondo trasmite la idea que todos pueden vivir en una relación de ganar–ganar.

La coopetencia no es excluyente, sino que es necesariamente incluyente, ya que para que un actor exista y progrese “si y solo si” puede ocurrir si el otro actor también existe y progresa. La coopetencia no puede existir cuando la condición es “o un actor o el otro”. Cuando se unen dos o más actores, en modalidad de coopetencia, se desarrolla una fuerza sinérgica, cuyo valor compartido es superior a la suma de los valores individuales de cada uno por separado, en la cual se sustituye la cadena de valor clásica, lineal e individual, por una red de actores con interdependencia en la cual todo tiene la posibilidad de relacionarse con todo, con vínculos que se abren y cierran, pero que potencialmente pueden volverse a abrir, dependiendo de la capacidad de “Coopetir” que tengan sus actores. A mayor coopetencia de los actores habrá mayor sinergia de la red.

Las mayores barreras para la coopetición son el individualismo, el egoísmo, el cortoplacismo, el egocentrismo, la prevalencia de la emocionalidad sobre la racionalidad, la poca capacidad de trabajo en equipo y la egomanía coloquialmente llamada “yoismo”, entre otras. En síntesis, la falta de lectura del momento actual que exige nuevas aproximaciones integrales.

La coopetición rompe un paradigma conflictivo de ganador y perdedor e instaura un nuevo paradigma armónico de competir para ganar todos, mediante la unión de esfuerzos, con objetivos comunes, lo cual permite compartir información, intercambiar ideas, disminuir costos mediante la realización de inversiones comunes de mutuo beneficio, generar sinergia, ampliar servicios y aumentar el crecimiento. Todos estos vínculos y alianzas en modalidad de coopetición son fórmulas de soluciones sostenibles.

Bartolomé Finizola Celli
ascardio.coordinacion@gmail.com