Alberto Adriani y el petróleo
JESÚS E. MAZZEI ALFONSO. Es probable que Adriani, si hubiera vivido en los años 40, se habría vinculado a varios eventos importantes de esa década y la dimensión que adquiría la industria petrolera
Alberto Adriani, fue un hombre visionario y de acción, vinculado a serios estudios sobre la economía de su tiempo, la sociedad y las finanzas públicas, como lo comprobó su parábola vital intelectual. Veremos ahora porqué Adriani poseyó auctoritas.
En tal sentido, se entiende por Auctoritas, la posesión de cualidades de orden espiritual, intelectual o moral. Lleva siempre adheridas unas cualidades axiológicas que hacen sentir el seguimiento como un deber. Ella, además, se basa en el crédito que ofrece una persona o institución por sus pasados logros, y por tanto, tiene como supuestos la confianza, la credibilidad.
La Auctoritas alcanza su más plena expresión cuando se sigue a alguien no tanto por lo que dice, sino por quién lo dice. La Auctoritas no necesita razonar, ni convencer a cada momento: hay o hubo un convencimiento previo derivado de la certeza del argumento o de la eficiencia de los actos, a partir del cual opera la confianza, en cuya virtud se presume la razonabilidad o la eficiencia del portador de la auctoritas.
Tiene auctoritas quien posee la capacidad para ser auctor; es decir, para fundamentar o fortalecer un juicio o una decisión. ¿Quiénes son portadores de auctoritas? Una persona, una institución o un grupo laxo.
Como nos interesa el individuo, añadiremos qué tipo de auctoritas se basa en el reconocimiento de la posesión por una persona (testimoniada por sus actos) de cualidades excepcionales para enjuiciar situaciones difíciles, para decidir lo que se puede hacer ante ellas y para hacerlo efectivamente con éxito. Es decir, tiene auctoritas de esta última especie quien sabiendo qué hay que hacer, cuándo hay que hacerlo y cómo hay que hacerlo, lo hace efectivamente. De aquí se derivan la idea en torno a la política, al tipo de líder y cuál es la visión de la política. De aquí se entiende que la auctoritas deriva la capacidad efectiva y moral para dirigir, orientar o aconsejar. Si esta existe, se crea un vínculo entre la persona o institución y la comunidad, se comparten valores y motivación, aparece el liderazgo.
La política tiene dos visiones una de conflicto y lucha y otra, con base al compromiso en la convivencia de fuerzas opuestas. Se entiende a la política como creación de un orden en función de determinados valores. El liderazgo se basa también en la credibilidad, toma años ganarla e instantes perderla. A través de la persistencia, consistencia, y demostraciones de paciencia de que uno es meritorio de la confianza y respeto de los seguidores. Esta se pierde con un paso en falso, un acto inconsistente, un acuerdo roto, una mentira, un encubrimiento.
Hay tres tipos de líderes: los profetas, los manipuladores y el estadista. De tal manera, la auctoritas debería acompañar al liderazgo. De la auctoritas, se obtiene pues, solamente una alta motivación de la sociedad. Si el poder va unido a la auctoritas los integrantes de la comunidad estarán mejor dispuestos a dar más de sí de lo que se conseguiría por una mera obligación legal.
El último elemento son los valores. Esto es esencial porque va asociado a toda nuestra argumentación anterior, porque el liderazgo debe tener como marco unos valores; por ejemplo, ¿qué tipo de sociedad desearía contribuir a crear y potenciar?, ¿qué tipo de relaciones inter-organizativas le interesa fomentar?, y así se pueden hacer otras interrogantes. Lo importante de los valores es que, en gran parte, el éxito de algunos líderes se basa en la existencia de creencias, de muchos valores, marcos de referencia (lealtad, perseverancia, fe).
De tal manera, es probable que Alberto Adriani, si hubiera vivido en los años 40, se habría vinculado a varios eventos importantes que se dieron en la institucionalización y especialización del Estado: por una parte, la creación del Banco Central donde fue un pionero en la realización de los primeros estudios para crear una Banca Central, por otra parte, en la fundación de la escuela de economía de la Universidad Central de Venezuela y por consiguiente, hubiera sido un actor político de primer orden, en la transición venezolana de 1945 gracias a varias condiciones que reunía era andino (importante activo para la Venezuela de aquél entonces), bien formado intelectualmente conocía y había tratado a los emergentes líderes de aquel momento encabezados por Rómulo Betancourt, y tenía experiencia de gobierno lo que le permitió conocer el funcionamiento del Estado venezolano por dentro, lamentablemente el destino fue otro, pero su legado está allí. Si se quiere era un puente entre dos elites políticas de aquel momento. En fin, Adriani, tuvo auctoritas y supo ejercer el liderazgo que poseía en aquél momento histórico una etapa de trasición en la política y en la sociedad venezolana de finales de los años 30.
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