Pensamiento y otros pecados
Las máximas políticas, religiosas y económicas lideran la extorsión a cada individuo del planeta, se valen de un sistema de amplificación llamado medios de comunicación social, venidos a más ahora por el internet y las redes (sociales) virtuales
Qué pasaría si alguien un día cualquiera decide cuestionar todo lo que le rodea: los dogmas religiosos y políticos, las informaciones recibidas, las instituciones sociales, los hechos de otros hacia la sociedad, las frases impuestas y los patrones de conducta que dirigen la interacción social y hasta las creencias establecidas.
No seria un acto de malcriadez, sería un espacio coherente de rebeldía contra la validación continua de la subyugación impuesta, contra la deuda a la verdad que ocultan tras las puestas en escenas de quienes se creen con el derecho de dirigir la vida de otros y, hacer creer además a esos otros, que es lo correcto.
No es un ejercicio para deslegitimar al mundo por medalaganería, debe ser un acto de conciencia para comenzar a dirigir su propia vida anteponiendo capacidades, fortalezas y voluntad propia ante una sociedad que cercena, suprime y coacciona.
Aunque pueden ser imperceptibles, los dogmas con los que manipulan las instrucciones sociales para dirigir nuestras vidas, son maquinarias de alienación y supresión de la conciencia, el pensamiento, la razón, la lógica y hasta los sentimientos.
Las máximas políticas, religiosas y económicas lideran la extorsión a cada individuo del planeta, se valen de un sistema de amplificación llamado medios de comunicación social, venidos a más ahora por el internet y las redes (sociales) virtuales.
De esta avanzada es muy difícil escapar, más cuando el sistema educativo se convierte en una camisa de fuerza que solo genera seres condicionados para trabajar, y deja de lado la esencia humana de la creatividad, innovación y la crítica, que permitiría tener un ser constructivo y proponente en lugar de una máquina para obedecer y servir.
Es esa naturaleza humana la que se trata de desaparecer día tras día y todo ese potencial es encerrado en las normas sociales del conformismo y la mediocridad, que avala la escuela, la iglesia y hasta la familia.
No se trata de rebeldía sin causa, se trata de una construcción lógica basada en el pensamiento crítico y liberador que permita a cada ser desarrollarse ampliamente y construir su propio ser mientras aporta al desarrollo colectivo de manera incluyente, positiva e innovadora. Claro está, una conducta así dejaría sin esclavos a los factores de poder qué requieren de seres domesticados para seguir controlándolos.
No se trata de desarmar al mundo sino de concebir, crear y desarrollar uno nuevo y mejorado dónde quepamos todos sin exclusivos privilegios, pero si dónde cada sujeto pueda crecer desde sus perspectivas para que la sociedad camine a un destino cierto para el bien general.
Ninguna teoría política es absoluta, de allí los errores, diferencias y desaciertos.
Ninguna forma de control es buena aunque provenga de la iglesia, la escuela o la familia.
La familia y la escuela son los espacios naturales para el más amplio desarrollo del ser humano, ese que en un futuro próximo sumará a la sociedad. Por ello se requiere de toda su capacidad intelectual, cognitiva y funcional para desarrollar una comunidad que se fortalece desde las diferencias, capacidades y talentos de cada uno de sus integrantes y, dónde todos vivan a plenitud con la sola observación de las leyes y normas que rijan la mejor convivencia.
El desarrollo de un individuo sano, libre y consciente solo generará una mejor calidad de vida para todos.
Claro está, cuestionar todo lo conocido hasta ahora, como las instituciones sociales y sus premisas y dogmas, lleva consigo un ejercicio profundo de reflexión y construcción del sujeto que ni es fácil ni es rápido, pero además habría que agregarle mucha voluntad para hacerlo y, eso terminaría siendo una decisión personal, exclusiva y privada que requiere de unos niveles de introspección muy elevados, alejados de toda mezquindad, banalidad y ego, que son los pilares donde se construye y refuerza a la sociedad de hoy.
Analiza, evalúa y crea.
Leonardo Zurita
Comunicador Social UCV
Periodista por vocación y oficio
No seria un acto de malcriadez, sería un espacio coherente de rebeldía contra la validación continua de la subyugación impuesta, contra la deuda a la verdad que ocultan tras las puestas en escenas de quienes se creen con el derecho de dirigir la vida de otros y, hacer creer además a esos otros, que es lo correcto.
No es un ejercicio para deslegitimar al mundo por medalaganería, debe ser un acto de conciencia para comenzar a dirigir su propia vida anteponiendo capacidades, fortalezas y voluntad propia ante una sociedad que cercena, suprime y coacciona.
Aunque pueden ser imperceptibles, los dogmas con los que manipulan las instrucciones sociales para dirigir nuestras vidas, son maquinarias de alienación y supresión de la conciencia, el pensamiento, la razón, la lógica y hasta los sentimientos.
Las máximas políticas, religiosas y económicas lideran la extorsión a cada individuo del planeta, se valen de un sistema de amplificación llamado medios de comunicación social, venidos a más ahora por el internet y las redes (sociales) virtuales.
De esta avanzada es muy difícil escapar, más cuando el sistema educativo se convierte en una camisa de fuerza que solo genera seres condicionados para trabajar, y deja de lado la esencia humana de la creatividad, innovación y la crítica, que permitiría tener un ser constructivo y proponente en lugar de una máquina para obedecer y servir.
Es esa naturaleza humana la que se trata de desaparecer día tras día y todo ese potencial es encerrado en las normas sociales del conformismo y la mediocridad, que avala la escuela, la iglesia y hasta la familia.
No se trata de rebeldía sin causa, se trata de una construcción lógica basada en el pensamiento crítico y liberador que permita a cada ser desarrollarse ampliamente y construir su propio ser mientras aporta al desarrollo colectivo de manera incluyente, positiva e innovadora. Claro está, una conducta así dejaría sin esclavos a los factores de poder qué requieren de seres domesticados para seguir controlándolos.
No se trata de desarmar al mundo sino de concebir, crear y desarrollar uno nuevo y mejorado dónde quepamos todos sin exclusivos privilegios, pero si dónde cada sujeto pueda crecer desde sus perspectivas para que la sociedad camine a un destino cierto para el bien general.
Ninguna teoría política es absoluta, de allí los errores, diferencias y desaciertos.
Ninguna forma de control es buena aunque provenga de la iglesia, la escuela o la familia.
La familia y la escuela son los espacios naturales para el más amplio desarrollo del ser humano, ese que en un futuro próximo sumará a la sociedad. Por ello se requiere de toda su capacidad intelectual, cognitiva y funcional para desarrollar una comunidad que se fortalece desde las diferencias, capacidades y talentos de cada uno de sus integrantes y, dónde todos vivan a plenitud con la sola observación de las leyes y normas que rijan la mejor convivencia.
El desarrollo de un individuo sano, libre y consciente solo generará una mejor calidad de vida para todos.
Claro está, cuestionar todo lo conocido hasta ahora, como las instituciones sociales y sus premisas y dogmas, lleva consigo un ejercicio profundo de reflexión y construcción del sujeto que ni es fácil ni es rápido, pero además habría que agregarle mucha voluntad para hacerlo y, eso terminaría siendo una decisión personal, exclusiva y privada que requiere de unos niveles de introspección muy elevados, alejados de toda mezquindad, banalidad y ego, que son los pilares donde se construye y refuerza a la sociedad de hoy.
Analiza, evalúa y crea.
Leonardo Zurita
Comunicador Social UCV
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