Un nuevo capítulo del conflicto israelí-palestino
La presión sobre el endeble equilibrio vigente en el sistema internacional se multiplica, con diversos focos de inestabilidad y conflicto, que amenazan con enquistarse repercutiendo en los sistemas económicos, sociales y políticos a nivel global
El pasado 7 de octubre el mundo se estremecía con el inicio de una escalada de violencia en el Oriente Próximo con el lanzamiento de cohetes por Hamás contra Israel y con una operación sin precedentes de sus combatientes contra el sur de Israel. A las pocas horas se contabilizaban más de 800 fallecidos israelíes y decenas de secuestrados. Ante este ataque terrorista el Estado de Israel declaró el estado de guerra. Esta operación de la milicia islamista se ha llevado a cabo en plena festividad israelí de la Simjat Torá y tan solo un día después del 50 aniversario del comienzo de la guerra árabe-israelí en 1973, conocida como Yom Kippur iniciada por un Egipto, ya inmerso en confrontaciones permanentes contra el Estado de Israel durante la conocida Guerra del Desgaste en tiempos del presidente Nasser, y Siria contra Israel para intentar reconquistar los territorios perdidos en la Guerra de los Seis Días (1967) que enfrentó a Israel con una coalición árabe formada por el actual Egipto, Siria, Jordania e Irak, a saber la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este, la península del Sinaí, y los Altos del Golán.
En tiempos de Anwar el Sadat, presidente egipcio, con la mediación del presidente de los Estados Unidos Jimmy Carter se logra negociar con el primer ministro israelí Menájem Beguín los Acuerdos de Camp David firmados el 17 de septiembre de 1978 en Washington D.C; en síntesis se contemplaba por un lado que Israel abandonaría el Sinaí por completo, incluido el desmantelamiento de las colonias instaladas, devolviendo la plena soberanía del mismo a Egipto que no podría mantener más que un número reducido de fuerzas militares en la zona, firmándose la paz seis meses más tarde. A su vez, Egipto reconocería la existencia del Estado de Israel. Egipto fue el primer país del mundo árabe en hacerlo, lo cual le supuso el descontento de los demás países árabes estando suspendido de la Liga Árabe de 1979 hasta 1989.
Con el fin de la Guerra Fría, y tomando en consideración los complejos resultados de la Guerra del Líbano, así como la victoria de la coalición estadounidense en la Guerra del Golfo, Estados Unidos y la URSS motivados por una visión más pragmática y pacifista de la política mundial aunada a una posición dialogante de Israel, patrocinan la Conferencia de Paz de Madrid de 1991, donde participaron delegaciones de Israel, Líbano, Siria, Egipto así como una delegación Jordana-Palestina que más tarde se traducirían en conversaciones directas entre Israel y la OLP así como una vía de negociaciones en Oslo.
Los Acuerdos de Oslo, firmados en 1993, enmarcados en el proceso de Paz iniciado en Madrid en 1991, marcaron un hito histórico al implicar el reconocimiento del Estado de Israel por parte del liderazgo palestino y el reconocimiento de la OLP por parte de Israel.
Yasser Arafat, líder de la Organización para la Liberación de Palestina, en su discurso al recibir junto a Simón Peres e Isaac Rabin, canciller y primer de Israel, acreedores del Premio Nobel de la Paz en 1994 en el marco de los Acuerdos de Oslo, afirmó: “Oslo seguirá siendo el nombre brillante que acompaña al proceso de paz, la paz de los valientes, al igual que el nombre de los países que patrocinan las conversaciones multilaterales”; esta impactante sentencia se convierte en una importante antesala para comprender el valor de la mediación noruega en esta nueva fase política, social, económica y cultural que puede, y necesita ser retomado en un momento crítico de la historia.
Oslo I y Oslo II recogían el espíritu de la conocida solución de dos Estados que supone la creación de un Estado palestino y otro israelí, coexistiendo en paz y de forma independiente. Desde 1947, la opción de los dos Estados está presente en el plan de Naciones Unidas para la Partición de Palestina, al igual que la idea de que Jerusalén pasara a ser una tercera entidad bajo control internacional. Los Acuerdos preveían cinco años para alcanzar un acuerdo de paz permanente, pero no se consiguió.
Desde el año 2007, Gaza está gobernada de facto por Hamás, una organización terrorista según múltiples países e instituciones internacionales, incluida la Unión Europea, derrocando a las fuerzas del Movimiento Nacional de Liberación Palestina (Fatah) leales al presidente palestino Mahmoud Abbas, en una breve guerra civil.
Los recientes hechos tras el ataque terrorista contra Israel reafirman nuestra absoluta condena al terrorismo; expresamos nuestra solidaridad con las víctimas. Hoy, Israel ejerce su legítimo derecho a la defensa, pero existen preocupaciones respecto al cumplimiento del Derecho Internacional Humanitario consagrado en los Convenios de Ginebra de 1949 y los Protocolos adicionales.
Al momento de escribir estas líneas EE.UU. negocia con Egipto la reapertura parcial del paso de Rafah y con Israel la garantía de espacios seguros para la población palestina dentro de Gaza. Israel ha movilizado a más de 300.000 reservistas y prepara una operación terrestre sin precedentes para erradicar a Hamás de la Franja. EEUU y la Unión Europea han enviado a altos funcionarios a Tel Aviv en señal de respaldo, así como reforzado la cooperación militar, política y diplomática. Turquía intenta iniciar mecanismos de mediación y negociación orientado a una tregua por su capacidad de interlocución con todos los actores involucrados. Qatar intenta mediar en el caso de los rehenes.
El componente regional se torna preocupante ante una capacidad de extensión del conflicto en un caldeado contexto subregional, entre ellos las acciones de Hezbolá, la milicia chiita radical respaldada por Irán y basada en el Líbano, que podría iniciar un segundo frente de batalla.
La presión sobre el endeble equilibrio vigente en el sistema internacional se multiplica, con diversos focos de inestabilidad y conflicto, que amenazan con enquistarse repercutiendo en los sistemas económicos, sociales y políticos a nivel global. La guerra es condenable en todas sus formas y facetas y lamentamos profundamente las víctimas humanas y la devastación que es algo dantesco. Ojalá pueda establecerse prontamente mecanismos de mediación que alivien el sufrimiento humano.
Dylanjpereira01@gmail.com
En tiempos de Anwar el Sadat, presidente egipcio, con la mediación del presidente de los Estados Unidos Jimmy Carter se logra negociar con el primer ministro israelí Menájem Beguín los Acuerdos de Camp David firmados el 17 de septiembre de 1978 en Washington D.C; en síntesis se contemplaba por un lado que Israel abandonaría el Sinaí por completo, incluido el desmantelamiento de las colonias instaladas, devolviendo la plena soberanía del mismo a Egipto que no podría mantener más que un número reducido de fuerzas militares en la zona, firmándose la paz seis meses más tarde. A su vez, Egipto reconocería la existencia del Estado de Israel. Egipto fue el primer país del mundo árabe en hacerlo, lo cual le supuso el descontento de los demás países árabes estando suspendido de la Liga Árabe de 1979 hasta 1989.
Con el fin de la Guerra Fría, y tomando en consideración los complejos resultados de la Guerra del Líbano, así como la victoria de la coalición estadounidense en la Guerra del Golfo, Estados Unidos y la URSS motivados por una visión más pragmática y pacifista de la política mundial aunada a una posición dialogante de Israel, patrocinan la Conferencia de Paz de Madrid de 1991, donde participaron delegaciones de Israel, Líbano, Siria, Egipto así como una delegación Jordana-Palestina que más tarde se traducirían en conversaciones directas entre Israel y la OLP así como una vía de negociaciones en Oslo.
Los Acuerdos de Oslo, firmados en 1993, enmarcados en el proceso de Paz iniciado en Madrid en 1991, marcaron un hito histórico al implicar el reconocimiento del Estado de Israel por parte del liderazgo palestino y el reconocimiento de la OLP por parte de Israel.
Yasser Arafat, líder de la Organización para la Liberación de Palestina, en su discurso al recibir junto a Simón Peres e Isaac Rabin, canciller y primer de Israel, acreedores del Premio Nobel de la Paz en 1994 en el marco de los Acuerdos de Oslo, afirmó: “Oslo seguirá siendo el nombre brillante que acompaña al proceso de paz, la paz de los valientes, al igual que el nombre de los países que patrocinan las conversaciones multilaterales”; esta impactante sentencia se convierte en una importante antesala para comprender el valor de la mediación noruega en esta nueva fase política, social, económica y cultural que puede, y necesita ser retomado en un momento crítico de la historia.
Oslo I y Oslo II recogían el espíritu de la conocida solución de dos Estados que supone la creación de un Estado palestino y otro israelí, coexistiendo en paz y de forma independiente. Desde 1947, la opción de los dos Estados está presente en el plan de Naciones Unidas para la Partición de Palestina, al igual que la idea de que Jerusalén pasara a ser una tercera entidad bajo control internacional. Los Acuerdos preveían cinco años para alcanzar un acuerdo de paz permanente, pero no se consiguió.
Desde el año 2007, Gaza está gobernada de facto por Hamás, una organización terrorista según múltiples países e instituciones internacionales, incluida la Unión Europea, derrocando a las fuerzas del Movimiento Nacional de Liberación Palestina (Fatah) leales al presidente palestino Mahmoud Abbas, en una breve guerra civil.
Los recientes hechos tras el ataque terrorista contra Israel reafirman nuestra absoluta condena al terrorismo; expresamos nuestra solidaridad con las víctimas. Hoy, Israel ejerce su legítimo derecho a la defensa, pero existen preocupaciones respecto al cumplimiento del Derecho Internacional Humanitario consagrado en los Convenios de Ginebra de 1949 y los Protocolos adicionales.
Al momento de escribir estas líneas EE.UU. negocia con Egipto la reapertura parcial del paso de Rafah y con Israel la garantía de espacios seguros para la población palestina dentro de Gaza. Israel ha movilizado a más de 300.000 reservistas y prepara una operación terrestre sin precedentes para erradicar a Hamás de la Franja. EEUU y la Unión Europea han enviado a altos funcionarios a Tel Aviv en señal de respaldo, así como reforzado la cooperación militar, política y diplomática. Turquía intenta iniciar mecanismos de mediación y negociación orientado a una tregua por su capacidad de interlocución con todos los actores involucrados. Qatar intenta mediar en el caso de los rehenes.
El componente regional se torna preocupante ante una capacidad de extensión del conflicto en un caldeado contexto subregional, entre ellos las acciones de Hezbolá, la milicia chiita radical respaldada por Irán y basada en el Líbano, que podría iniciar un segundo frente de batalla.
La presión sobre el endeble equilibrio vigente en el sistema internacional se multiplica, con diversos focos de inestabilidad y conflicto, que amenazan con enquistarse repercutiendo en los sistemas económicos, sociales y políticos a nivel global. La guerra es condenable en todas sus formas y facetas y lamentamos profundamente las víctimas humanas y la devastación que es algo dantesco. Ojalá pueda establecerse prontamente mecanismos de mediación que alivien el sufrimiento humano.
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