Vivimos en un mundo de gamofobia, que refiere al miedo incontrolable de contraer matrimonio. Resulta cada vez más común la falta de compromiso y la dilatación en los tiempos. Las parejas normalizan casarse pasado los treinta, y el tener hijos después de los cuarenta. Según datos de la ONU, existe una correlación entre desarrollo y edad para casarse, siendo los países más desarrollados los que prefieren esperar más tarde para contraer nupcias.

Las españolas, por ejemplo, se casan a los 33; mientras que los españoles a los 36. Lo que hace que el 95% de los hombres menores a 30 años no tengan hijos. La mayoría de los menores a 40 años tienen un hijo o ninguno. Y ya a los 45 años es cuando se ve que tienen 1 o 2 hijos. Es decir, estamos convirtiéndonos en una generación en dónde no seremos abuelos.

Si seguimos éste patrón y continuamos demorando las fechas, los nacidos hoy en día tendrán hijos a sus 50. Lo que más temprano que tarde creará una sociedad sin abuelos. Ya que la brecha generacional sería tan grande que se imposibilitaría la existencia de los mismos. Una verdadera tragedia.

Desconozco los miedos que tienen las personas para contraer matrimonio. Muchos argumentan temas económicos, de no haber llegado a un escenario de estabilidad monetaria antes de buscar casarse y, más aún, traer hijos al mundo.

Cosa que desmienten los estudios, que revelan que ser soltero cuesta mucho más que estar casado. En Italia se calcula que cuesta 571 euros más al mes y los motivos pueden ser varios. Por un lado, el compartir los gastos hace que se amortigüe el impacto. Por el otro, el estar acompañado limita la búsqueda constante de entretenimiento y, por ende, de gastar dinero. Pese a ello, más de 8 millones de italianos viven solos. La mayoría por solteros o separados. Y una pequeña parte por ser viudos.

Nuestros patrones sociales están reconfigurando a la sociedad. No lo notamos, pero se trata de cambios muy drásticos. Una generación atrás, la edad promedio del compromiso era a los 24 años. Es decir, un incremento de circa 10 años en apenas una generación. Esto sin contar el tener hijos, que en el pasado era una práctica inmediata después de casarse. Lo que implica que los países desarrollados se encuentren en déficit poblacional, teniendo que importar su generación de relevo de otras latitudes.

Nota al pie: Turismo sin futuro