El siglo XVIII venezolano, la familia Bolívar y la Universidad
El Propio Libertador Bolívar, aunque no realizó estudios en la Real y Pontificia Universidad de Caracas, siempre demostró por ella un gran respeto y apoyo, como lo demostró luego de la toma de Caracas en 1813
Fue el siglo XVIII tal vez el más importante de nuestra historia venezolana, si se consideran los elementos que allí nacieron para la conformación de lo que es hoy nuestra nación o, mejor dicho, lo que queda de ella, pues desde fines del siglo XX hasta nuestros días hemos retrocedido en variables significativas como lo han sido: el descalabro demográfico por la masiva emigración, el derrumbe económico y la pérdida de buena parte de nuestra soberanía territorial dentro y fuera de nuestras fronteras. No se trata de que hemos retrocedido hacia el período colonial, sino que no hemos sido capaces de progresar cualitativamente como en aquel último siglo del dominio español, gracias al empeño y trabajo de aquellos venezolanos incipientes, basados en una economía cacaotera, ganadera, tabacalera e incipientemente cafetalera. Hoy, pese a contar con recursos infinitamente superiores, sobre todo desde los años de 1920, vivimos cualitativamente por debajo del pujante siglo XVIII que, hasta don Andrés Bello elogió en 1810 en su.” Resumen de la Historia de Venezuela”, que pocos conocen.
Para la visión de un historiador relativamente culto, luego de los últimos 525 años de existencia (desde 1498 – Macuro), ese siglo XVIII aparece como el punto culminante en un proceso de muy largo plazo estructural, que, afortunadamente aún no ha culminado. No se trata solamente de los importantes eventos de los nacimientos de Simón Bolívar, Andrés Bello, Francisco de Miranda y José María Vargas, en aquella centuria brillante de la Ilustración madura que abría paso al liberalismo republicano. Se trató, más bien. de la primera maduración de las estructuras socioeconómicas, sociopolíticas y culturales llamada hacia un futuro próspero e independiente. Maduración de una estructura social con una clase dominante que ya se identificaba con su país, principalmente aquellos “Grandes Cacaos”, otros productores y comerciantes; erigidos sobre una población mayoritariamente mestiza (ver Humboldt) que aún caracteriza a la Venezuela de hoy, más las esclavitudes de origen africano e indígenas originarios cada vez más aminorados en cantidad y territorios.
La riqueza derivada de las exportaciones de cacao, tabacos, cueros y finalmente el café, dinamizaron aquella realidad que parecía estancada desde el siglo XVI. Los sectores de blancos criollos de alto y bajo nivel, funcionarios, comerciantes, clero, artesanos, se sintieron maduros y necesitados para contar con una Universidad propia para poder consolidar su existencia y continuidad sociocultural, rompiendo así la dependencia con las universidades de Santo Domingo, Bogotá y México para poder graduar a sus hijos como profesionales. Esa visión de futuro se consolidó en el año 1721, en un movimiento de recaudación de fondos y gestiones para contratar un procurador ante la Corte del rey Felipe V en Madrid. La cantidad de 1.498 pesos recaudados por gran parte de los sectores medios y altos de la sociedad caraqueña, cumplió su papel y logró que el rey diese la Real Cédula del 22 de diciembre de 1721, que elevó al antiguo Colegio Seminario de Santa Rosa a la categoría de Real Universidad de Caracas.
Como lo ha revelado la “Nómina de las personas que contribuyeron a la Fundación de la Universidad”1 certificada por el Rector Dr. Francisco Martínez de Porras, el abuelo del Libertador Simón Bolívar, el Teniente General don Juan de Bolívar contribuyó con cuatro fanegas de cacao, al precio de su venta. Independientemente del valor cuantitativo de estas contribuciones lo más importante radicaba en la vocación cualitativa inherente a cumplir con una meta cultural que potenciaría a Venezuela hacia un destino superior, lo que no era solo una concesión real, sino el producto de un reclamo social fundamentado en la formación de una identidad nacional que ya no tendría retroceso hasta los logros de la Independencia Republicana. El resto del siglo XVIII la Provincia de Venezuela fue empujada hacia la modernidad con la Real Compañía Guipuzcoana, la Real Audiencia de Caracas, la Real Intendencia, el Real Consulado, el Arzobispado y, principalmente, la Capitanía General de Venezuela en 1777.
El mismo abuelo del Libertador, don Juan de Bolívar y Villegas, que ya hemos mencionado, ejercía precisamente la Gobernación Interina de la Provincia de Venezuela ese año de 1721, junto a don Alejandro Blanco de Villegas, como alcaldes del Ayuntamiento de Caracas, ya que, por una vieja disposición real, los alcaldes de Caracas gozaban del privilegio de poder ejercer la Gobernación de la Provincia en caso de ausencia o vacante del gobernador titular. Era el caso que, desde noviembre de 1720, el Gobernador Titular, don Marcos Betancourt y Castro estaba suspendido de su cargo por disposición del Virrey de la Nueva Granada, activándose así la toma interina del gobierno por los respectivos alcaldes caraqueños, correspondiéndole a juan de Bolívar desde el 1º de enero de 1721.
El Propio Libertador Bolívar, aunque no realizó estudios en la Real y Pontificia Universidad de Caracas, siempre demostró por ella un gran respeto y apoyo, como lo demostró luego de la toma de Caracas en 1813 y luego, en 1827, al aprobar los nuevos Estatutos Republicanos de la Universidad Central de Venezuela elaborados por el Claustro Pleno y por dotarla de bienes rentales (principalmente haciendas) que garantizaran su autonomía financiera en apoyo a su autonomía académica.
ANB Cronista de la UCV.
1 Ildefonso Leal, Egresados de la UCV, Caracas, Ediciones Secretaría UCV, 1996, pp. 77-81.
Para la visión de un historiador relativamente culto, luego de los últimos 525 años de existencia (desde 1498 – Macuro), ese siglo XVIII aparece como el punto culminante en un proceso de muy largo plazo estructural, que, afortunadamente aún no ha culminado. No se trata solamente de los importantes eventos de los nacimientos de Simón Bolívar, Andrés Bello, Francisco de Miranda y José María Vargas, en aquella centuria brillante de la Ilustración madura que abría paso al liberalismo republicano. Se trató, más bien. de la primera maduración de las estructuras socioeconómicas, sociopolíticas y culturales llamada hacia un futuro próspero e independiente. Maduración de una estructura social con una clase dominante que ya se identificaba con su país, principalmente aquellos “Grandes Cacaos”, otros productores y comerciantes; erigidos sobre una población mayoritariamente mestiza (ver Humboldt) que aún caracteriza a la Venezuela de hoy, más las esclavitudes de origen africano e indígenas originarios cada vez más aminorados en cantidad y territorios.
La riqueza derivada de las exportaciones de cacao, tabacos, cueros y finalmente el café, dinamizaron aquella realidad que parecía estancada desde el siglo XVI. Los sectores de blancos criollos de alto y bajo nivel, funcionarios, comerciantes, clero, artesanos, se sintieron maduros y necesitados para contar con una Universidad propia para poder consolidar su existencia y continuidad sociocultural, rompiendo así la dependencia con las universidades de Santo Domingo, Bogotá y México para poder graduar a sus hijos como profesionales. Esa visión de futuro se consolidó en el año 1721, en un movimiento de recaudación de fondos y gestiones para contratar un procurador ante la Corte del rey Felipe V en Madrid. La cantidad de 1.498 pesos recaudados por gran parte de los sectores medios y altos de la sociedad caraqueña, cumplió su papel y logró que el rey diese la Real Cédula del 22 de diciembre de 1721, que elevó al antiguo Colegio Seminario de Santa Rosa a la categoría de Real Universidad de Caracas.
Como lo ha revelado la “Nómina de las personas que contribuyeron a la Fundación de la Universidad”1 certificada por el Rector Dr. Francisco Martínez de Porras, el abuelo del Libertador Simón Bolívar, el Teniente General don Juan de Bolívar contribuyó con cuatro fanegas de cacao, al precio de su venta. Independientemente del valor cuantitativo de estas contribuciones lo más importante radicaba en la vocación cualitativa inherente a cumplir con una meta cultural que potenciaría a Venezuela hacia un destino superior, lo que no era solo una concesión real, sino el producto de un reclamo social fundamentado en la formación de una identidad nacional que ya no tendría retroceso hasta los logros de la Independencia Republicana. El resto del siglo XVIII la Provincia de Venezuela fue empujada hacia la modernidad con la Real Compañía Guipuzcoana, la Real Audiencia de Caracas, la Real Intendencia, el Real Consulado, el Arzobispado y, principalmente, la Capitanía General de Venezuela en 1777.
El mismo abuelo del Libertador, don Juan de Bolívar y Villegas, que ya hemos mencionado, ejercía precisamente la Gobernación Interina de la Provincia de Venezuela ese año de 1721, junto a don Alejandro Blanco de Villegas, como alcaldes del Ayuntamiento de Caracas, ya que, por una vieja disposición real, los alcaldes de Caracas gozaban del privilegio de poder ejercer la Gobernación de la Provincia en caso de ausencia o vacante del gobernador titular. Era el caso que, desde noviembre de 1720, el Gobernador Titular, don Marcos Betancourt y Castro estaba suspendido de su cargo por disposición del Virrey de la Nueva Granada, activándose así la toma interina del gobierno por los respectivos alcaldes caraqueños, correspondiéndole a juan de Bolívar desde el 1º de enero de 1721.
El Propio Libertador Bolívar, aunque no realizó estudios en la Real y Pontificia Universidad de Caracas, siempre demostró por ella un gran respeto y apoyo, como lo demostró luego de la toma de Caracas en 1813 y luego, en 1827, al aprobar los nuevos Estatutos Republicanos de la Universidad Central de Venezuela elaborados por el Claustro Pleno y por dotarla de bienes rentales (principalmente haciendas) que garantizaran su autonomía financiera en apoyo a su autonomía académica.
ANB Cronista de la UCV.
1 Ildefonso Leal, Egresados de la UCV, Caracas, Ediciones Secretaría UCV, 1996, pp. 77-81.
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