El abigeato en Venezuela
Siendo evidente que la lucha contra el abigeato es también contra la corrupción que puede alcanzar hasta niveles insospechables, el proceso judicial de los abigeos y sus cómplices debe asumirse con más interés y perseverancia
El abigeato o cuatrerismo es el hurto de ganado por los abigeos, cuatreros o ladrones de ganado. En Venezuela es el delito común más molesto y costoso que afecta nuestra ganadería. Como delito de vieja data que perdura desde el siglo XVIII hasta el presente, revela la necesidad de una estrategia de lucha y control más efectiva que la convencional. Como delito de impacto económico severo a la producción ganadera, genera cuantiosos beneficios a los abigeos, sea que conformen grandes bandas de crimen organizado o que operen como cuatreros de poca monta en pequeńas gavillas. En cuanto a las pérdidas para el sector ganadero no solo son económicas del valor perdido y de oportunidad de los animales robados o matado por su carne, sino de su valor genético y contribución al futuro de los rebaños vandalizados. A menudo trátase el abigeato de ganado reproductor de raza pura alcanzando valiosos toros sementales y las vacas y novillas preñadas, lo que altera el ciclo ganadero de 4 a 5 años. Siendo el tiempo irrecuperable, el daño causado por el abigeato al plan de cría de cada rebaño robado, puede decirse es permanente.
Sobre la estrategia de lucha y control más efectiva que se necesita, desde el sector ganadero debe procurarse una coordinación y trabajo conjunto gremial con las autoridades “competentes” civiles y militares, a niveles local, regional y nacional. El restablecimiento de la cogestión del guiado de movilización y transporte de ganado es un buen comienzo. También la trazabilidad del ganado y su procedencia a lo largo de la cadena cárnica mediante la identificación individual de animales y productos. En un país con tantas alcabalas y puntos de control deberían las autoridades “competentes” preguntarse cómo se combate sin ellos el abigeato en Norte América, la Unión Europea u Oceanía. En la respuesta descubrirían lo anacrónico de las alcabalas en cualquier país moderno, mientras por otra parte si existen censos actualizados de fincas y existencias de ganado, inexistentes aquí. Tampoco hay botalones de matanza permitidos ni ventas de carne robada que operen abiertamente o clandestinas.
Siendo evidente que la lucha contra el abigeato es también contra la corrupción que puede alcanzar hasta niveles insospechables, el proceso judicial de los abigeos y sus cómplices debe asumirse con más interés y perseverancia tanto por los propietarios de ganado afectados como por las autoridades “competentes”. Y es que nada estimula más el cuatrerismo en Venezuela que la impunidad que logran. Tal como he señalado tratando la materia de seguridad ganadera que incluye el abigeato o cuatrerismo, si en vez de luchar nos adaptamos, el fin toca entonces al campo y la frontera. La seguridad ganadera pasa por el restablecimiento del orden y el respeto de la propiedad privada en el campo y la frontera poniendo fin a la anarquía promovida por el falso agrarismo revolucionario que al país desabasteció de alimentos y hambrea. En cuanto a la propiedad pública, el robo de ganado en los hatos estatizados explicaría las cuantiosas pérdidas y disminución de los inventarios de ganado tomados a sus propietarios, haciendo del Estado venezolano víctima pero también cómplice de los abigeos al no conocerse de las debidas investigaciones que estén abiertas o realizadas, ni explicación alguna de los inventarios faltantes por los funcionarios administradores o sus jefes. Ciertamente puede que el abigeato en Venezuela logre operar a sus anchas, pero el sector ganadero decidido está a prevenirlo y denunciarlo, siempre confiando que las autoridades “competentes” hagan su parte.
ppinate@gmail.com
Sobre la estrategia de lucha y control más efectiva que se necesita, desde el sector ganadero debe procurarse una coordinación y trabajo conjunto gremial con las autoridades “competentes” civiles y militares, a niveles local, regional y nacional. El restablecimiento de la cogestión del guiado de movilización y transporte de ganado es un buen comienzo. También la trazabilidad del ganado y su procedencia a lo largo de la cadena cárnica mediante la identificación individual de animales y productos. En un país con tantas alcabalas y puntos de control deberían las autoridades “competentes” preguntarse cómo se combate sin ellos el abigeato en Norte América, la Unión Europea u Oceanía. En la respuesta descubrirían lo anacrónico de las alcabalas en cualquier país moderno, mientras por otra parte si existen censos actualizados de fincas y existencias de ganado, inexistentes aquí. Tampoco hay botalones de matanza permitidos ni ventas de carne robada que operen abiertamente o clandestinas.
Siendo evidente que la lucha contra el abigeato es también contra la corrupción que puede alcanzar hasta niveles insospechables, el proceso judicial de los abigeos y sus cómplices debe asumirse con más interés y perseverancia tanto por los propietarios de ganado afectados como por las autoridades “competentes”. Y es que nada estimula más el cuatrerismo en Venezuela que la impunidad que logran. Tal como he señalado tratando la materia de seguridad ganadera que incluye el abigeato o cuatrerismo, si en vez de luchar nos adaptamos, el fin toca entonces al campo y la frontera. La seguridad ganadera pasa por el restablecimiento del orden y el respeto de la propiedad privada en el campo y la frontera poniendo fin a la anarquía promovida por el falso agrarismo revolucionario que al país desabasteció de alimentos y hambrea. En cuanto a la propiedad pública, el robo de ganado en los hatos estatizados explicaría las cuantiosas pérdidas y disminución de los inventarios de ganado tomados a sus propietarios, haciendo del Estado venezolano víctima pero también cómplice de los abigeos al no conocerse de las debidas investigaciones que estén abiertas o realizadas, ni explicación alguna de los inventarios faltantes por los funcionarios administradores o sus jefes. Ciertamente puede que el abigeato en Venezuela logre operar a sus anchas, pero el sector ganadero decidido está a prevenirlo y denunciarlo, siempre confiando que las autoridades “competentes” hagan su parte.
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