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El lugar del simulacro

TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ. Los retos de la biotecnología y de la genética van más aceleradamente que la capacidad de respuesta humana, lo que no constituye un inédito.

  • TEÓDULO LÓPEZ MELÉNDEZ

01/08/2018 05:00 am

El presente está marcado por todo tipo de crisis. La crisis se ha hecho un elemento contextual común al orbe afectando al cúmulo de relaciones sociales y de formas orgánicas mediante el rompimiento del equilibrio de los factores de cooperación y competencia. Ello también ha conducido a un desplazamiento de los intereses valorativos de la relación humana. 

Estamos en un mundo de tensiones irresueltas y de disfunciones organizacionales. Hoy estamos inmersos en el proceso globalizador que implica un avance tecnológico inusitado con aceleración del tiempo y unificación de los espacios lo que lleva a totalizar la realidad. 

Hay una economía global, una cultura de la virtualidad real que ha integrado las culturas en un hipertexto electrónico, espacio y tiempo se han modificado dado que el espacio de los flujos sustituye a los lugares y el tiempo atemporal se aposenta en sustitución de los viejos marcadores. Las formas de la sociedad industrial terminada, entre las cuales las maneras políticas, las representaciones sociales y los sistemas simbólicos, dan muestras de inoperancia. Muchos no entienden esta premisa del término de la sociedad industrial y, obviamente, de sus formas políticas. Ello los lleva a recrear el pasado en la organización social, cuando lo que se reclama son nuevas formas democráticas. La ineptitud para reemplazar el sistema simbólico produce la ruptura y la descreencia de la gente con oxidados pretendientes y/o, por supuesto, el ascenso fulgurante del populismo porque ofrece la falsa respuesta al planteamiento. 

El siglo XX lo fue de la física (relatividad, cuántica, microchip). El XXI apunta a serlo de la biogenética. El escenario es distinto, quedan modificadas las pautas y es menester tratar de mirar a la ingente velocidad que nos domina. Los retos de la biotecnología y de la genética van más aceleradamente que la capacidad de respuesta humana, lo que no constituye un inédito. En política, la democracia representativa se agotó. La biogenética no da para revivirla. 

Atrás quedaron las viejas formas y sus actores. No existe respuesta sistemática y totalizadora, pero los rasgos son de un pluralismo de cosmovisiones y culturas y el regreso del ausente en la política, el pensamiento. 

teodulolopezm@outlook.com
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