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La UCV y las residencias universitarias

La crisis de violencia de inicios de los años 1970, el allanamiento y cierre de la Universidad, acabó con este proyecto que, por no ser bien administrado y vigilado por los propios universitarios, no pudo seguir siento un apoyo valioso para estudiantes

  • ALBERTO NAVAS

24/08/2023 05:00 am

Desde la aparición de las Universidades en la baja Edad Media los estudiantes han tenido que arreglárselas para obtener habitaciones cercanas a sus casas de Estudio (Studium), siendo muchas las variaciones, sobre todo en opciones privadas de casas o habitaciones arrendadas por los llamados “Colegiales” o en las instalaciones de órdenes religiosas y similares. Todo dependía del nivel social y la capacidad adquisitiva de la familia del estudiante, según el caso, podía ser desde una lujosa ubicación hasta un cuartucho compartido, con o sin comida dependiendo de los recursos y deudas acumuladas por el estudiante. Algunos estudiantes de “mal vivir” se dedicaban a las juergas y gastaban sus recursos en muchachas, vinos y apuestas y, por ello acumulaban deudas con sus caseros. Otros personajes, sin ser propiamente estudiantes, se aprovechaban del fuero universitario (protección jurídica por ser estudiante universitario y “coleados” en esta comunidad vivían una vida dispendiosa que rayaba en el mundo del delito, juegos, duelos, corrupción de menores, borracheras, etc.

Ese último, era el caso de don Félix de Montemar, descrito en el poema romántico español de José de Espronceda, en su obra “El Estudiante de Salamanca”, tomado posiblemente de una antigua leyenda anónima, en la que el personaje envuelto en toda clase de maldades, sin ninguna ética universitaria, llega a contemplar su propia muerte al calor de la muerte de la mujer engañada que en verdad le amaba, un macabro espectáculo en la entonces llamada calle del “Ataúd” de Salamanca. Esa Salamanca que era una verdadera ciudad Universitaria, desde su fundación en 1218 por Alfonso IX de León, y que desde Cervantes hasta Unamuno ha sido objeto de estos comentarios y leyendas.

La propia palabra “Camarada” parece provenir en buena medida de estudiantes que compartían habitaciones o cámaras, muchas veces siendo un estudiante pobre una especie de sirviente de otro estudiante con mayores recursos. Por ello, la camaradería es un vocablo más antiguo y universitario que el usado por la jerga de los llamados “Comunistas” quienes son mucho más recientes en la Historia. Tal vez ellos se apropiaron, por uso y abuso de la tradición de este vocablo, desde los tiempos universitarios del siglo XIX europeo y con la infiltración de radicales en aquellas residencias y escuelas universitarias.

En Venezuela colonial desde la fundación de la Real Universidad de Caracas en 1721 y aún antes en el Colegio de Santa Rosa precedente, algunos estudiantes hacían vida escolar desde sus habitaciones y salones de la propia Universidad, otros desde su casas y conventos (San Francisco, San jacinto.) resolvían de manera estable sus problemas de habitación y alimentación. Pero, desde el inicio de la era republicana e independiente de Venezuela, y con los nuevos Estatutos de 1827, la ahora denominada Universidad Central de Venezuela se abrió hacia un espectro social mucho mayor, sin discriminaciones de raza y con una cobertura nacional para con todas las regiones del país, así la UCV se convirtió en una sede de estudios superiores para nuevos sectores anteriormente excluidos y regiones apartadas de la geografía nacional, apareciendo así un creciente fenómeno de estudiantes cada vez más necesitados de alojamientos, en casas de familiares o casas de habitaciones denominadas “pensiones” o casas de vecindad, que alquilaban “piezas” relativamente accesibles. El Dr. José Gregorio Hernández, nuestro santo universitario, fue un ejemplo de esta modalidad de estudiante provinciano.

Desde 1937, el Dr. Antonio José Castillo venía elaborando el proyecto conceptual de una Ciudad Universitaria para Caracas y el país, dotado ae residencias para los estudiantes procedentes del interior, como Rector de la UCV dio prioridad a estos planes, escuchado por el gobierno de Isaías Medina fue decretada la creación del Instituto de la Ciudad Universitaria de Caracas. El equipo del Ministerio de Obras Públicas, encabezado por el Arquitecto Carlos Raúl Villanueva y el Ingeniero Armando Vegas, desarrollaron e iniciaron la ejecución del proyecto arquitectónico y urbanístico de dicha ciudad universitaria. Siendo ésta inaugurada en 1953.

Como lo relata en su libro-memoria, el Profesor Asdrúbal Grillet, aquellas novedosas residencias contaban con tres edificios, uno para damas y dos para varones, totalmente separados. Cada uno de ellos contaba con una Planta baja, con algunos espacios libres entre columnas, y tres pisos superiores, con habitaciones triples y algunas individuales, recepción, sala de espera, cabina telefónica, salas de música, de TV y de lectura, oficina administrativa, máquina de refrescos, barbería y algunos cuartos de huéspedes de la Universidad. La “Residencia N.º 1”de varones (Luis Razetti) quedaba frente a las piscinas, mal llamada “Stalingrado”. La Residencia N.º 2 de varones (J.M. Vargas) estaba ubicada al lado del Reloj Universitario, mal llamada “El Vaticano”, contaba además con una lavandería estudiantil. La Residencia Femenina, ubicada entre las dos anteriores, hoy escuela de Comunicación Social, era regentada por una congragación de monjas, con la madre Amparo como superiora y donde el padre Jiménez quien oficiaba misa en una pequeña capilla semanalmente, contándose también con algunas habitaciones para las religiosas.

En estas residencias llegaron a habitar unos 850 varones y 250 muchachas. Unos 650 varones eran “legales” aprobados por el Consejo de Residencias, pero oros 200 eran “piratas” coleados, refugiados políticos y los que llamaban “lumpen” entre vagos y delincuentes. Se recuerda que el acceso a la Ciudad Universitaria se cerraba a las 10 pm, salvo el paso al hospital. La crisis de violencia de inicios de los años 1970, el allanamiento y cierre de la Universidad, acabó con este proyecto que, por no ser bien administrado y vigilado por los propios universitarios, no pudo seguir siendo un apoyo valioso para estudiantes e invitados universitarios. Hoy un posible fantasma nocturno de una presunta“Monja” ha sido avistado por vigilantes y estudiantes, tal vez como un recuerdo de aquellos tiempos mejores.

ANB Cronista de la UCV.



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