Espacio publicitario

América Latina y la crisis de deuda externa

El origen de la deuda externa latinoamericana se ubica a partir de 1974 cuando la banca londinense neoyorkina, alemana, francesa, empieza a recibir enormes cantidades de depósitos, consecuencia de los gigantescos ingresos de la venta petrolera

  • DYLAN J. PEREIRA

05/08/2023 05:00 am

A medida que se confirma la “tendencia preocupante” de un crecimiento ecoómico relentizado e insuficiente, sumado a la caída de los ingresos medios, profundización de las vulnerabilidades socioeconómiucas y diversos schoks globales, confirman las previsiones de una “nueva década pérdida” para América Latina y el Caribe. En este sentido, es oportuno reflexionar sobre la crísis de la deuda, sus origenes e implicaciones para comprender nuestra historia, actualidad y previsiones.

El origen de la deuda externa latinoamericana se ubica a partir de 1974 cuando la banca londinense neoyorkina, alemana, francesa, empieza a recibir enormes cantidades de depósitos, consecuencia de los gigantescos ingresos de la venta petrolera mayormente de países OPEP; el petróleo hasta 1973 experimentó un importante repunte en su cotización en los mercados internacionales, influenciados mayoritariamente por diversas crisis internacionales como la Revolución Islámica Iraní, entre otros, hasta llegar a los 36 dólares por barril en 1981. Esto derivó en depósitos multimillonarios en la banca internacional, fondos que a partir de 1974 empezaron a ser transados bajos esquemas de préstamos en países en Asia, y particularmente en América Latina, prestándole con mayor facilidad a quienes tienen más capacidad de pago. La deuda externa más grande de América la tuvo EEUU que tuvo 425 mil millones de dólares de deuda, seguida por Brasil con 115 mm, luego México en cuarto lugar Argentina y luego Venezuela con 42 mm. En 1982 varios de estos países tuvieron grandes dificultades para pagar la deuda externa, siendo el exponente en la región México, que en 1982 también manifestó problemas para pagar. La banca suspendió los préstamos, detuvo las líneas de créditos, y vino la llamada “Crisis de la Deuda Externa” encendiendo las alarmas del sistema financiero internacional.

Empieza pues una renegociación de la deuda, en un marco de caída de los precios petroleros en 1984 en 12 dólares por barril, llegando a 8 dólares. El Dr. Demetrio Boersner (s.f) referente venezolano y mundial en estudios internacionales explica algunos factores que impulsaron este fenómeno histórico multidimensional. Parte pues de un contexto internacional agravado por la bipolaridad, por la Guerra Fría y por los propios déficits económicos de los países industrializados del Norte, que con desbalances en sus balanzas comerciales y atravesando procesos de descapitalización exigieron al Sur, incluida Latinoamérica, que reintegrase rápidamente, con la añadidura de elevados intereses, los grandes fondos que en la década de los setenta se le habían prestado bajo condiciones generosas.

Sin embargo, las causas de esta crisis financiera regional no recae exclusivamente en los intereses, ni en la praxis económica de la banca privada internacional, que a diferencia de instituciones financieras internacionales como el Fondo Monetario Internacional, que toman en cuenta variable sociopolíticas de los Estados deudores, estas instituciones acreedoras de capital privado sólo se basan y consideran esquemas y variables económicas; como explica Boersner (s.f) “los fondos recibidos por los países latinoamericanos fueron empleados en forma desacertada y parcialmente despilfarrados. Importantes sumas fueron robadas. Demasiado se dedicó a gastos corrientes y no a infraestructuras y proyectos rentables”

Así pues, importantes sumas de dinero fueron destinadas a un gasto público excesivo, marcado por un Estado burocrático hipertrofiado que no respondía a los patrones y métodos de ortodoxia económica, y que además la mayoría de estos países latinoamericanos seguían anclados al modelo económico “cepalista” ISI, o Industrialización por Sustitución de Importaciones, que si bien permitió un importante desarrollo endógeno en la década de los sesenta del S. XX a nivel regional, este ya se había agotado hacia finales de siglo, y necesitaba evolucionar hacia otros patrones que respondiesen a los desafíos de un sistema internacional globalizado, de libre comercio a escala global.

Es importante reseñar el espíritu panamericano que reinó durante la “Crisis de la Deuda” con expresiones como el “Consenso de Cartagena” de 1984 que era en parte un mea culpa, pero que hacía ver a los países del G7 una variable importante en el problema de la deuda externa, no considerada hasta el momento que fue la variable política. Esto impulsó a que países como EEUU diseñasen alternativas al pago de la deuda, ya que el no pagar traería no sólo el veto del comercio mundial, sino consecuencias desastrosas como la estanflación que se vivió en países como Perú. De esta forma el diseño y desarrollo del Plan Baker o el Plan Brady, expandieron sus fronteras economicistas reconociendo que el problema de la deuda externa era también de índole política y debía ser discutido conjuntamente por los gobiernos de los países acreedores y deudores, así como la necesidad de negociar y flexibilizar las condiciones de pago.

No debemos perder de vista, tal como lo resalta Boerner que la población crecía al ritmo anual de 2.1%, mientras que el bajo crecimiento económico significaba “un descenso del ingreso real per cápita en -0,6% al año.”

En conjunto, lo anterior dio paso a que la década de los 80 fuese denominada la "década perdida" que no era, pues, de mero estancamiento y paralización económica, sino de retroceso hacia niveles apenas superiores a los de 1970.

Así pues, también llevó a un recorte significativo en el gasto público en materias vitales para el desarrollo humano como la educación, o la salud pública, experimentando así una involución respecto al relativo crecimiento sostenido entre 1960 y 1970. En lo político también contribuyó a la caída de la ideosincracia mítica del control castrense del Estado como fórmula de orden, control y progreso, en clave positivista, que se había implantado en el imaginario latinoamericano, bajo la herencia histórica del caudillismo, ya que estos militares había caído en los mismos errores que criticaban al gobierno civil, más bien exacerbando con el autoritarismo muchas de las carencias de la población, que elevó el grado de presión en la región hacia un proceso amplio de redemocratización, en búsqueda de nuevos escenarios bajo nuevas formas de praxis política.

Dylanjpereira01@gmail.com
Siguenos en Telegram, Instagram, Facebook y Twitter para recibir en directo todas nuestras actualizaciones
-

Espacio publicitario

Espacio publicitario

Espacio publicitario

DESDE TWITTER

EDICIÓN DEL DÍA

Espacio publicitario

Espacio publicitario