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Roscio frente al despotismo

REINALDO ROJAS. Roscio elabora un documento certero contra el sistema doctrinario sobre el cual se soportó por siglos la Monarquía Absoluta empezando por la educación

  • REINALDO ROJAS

30/07/2018 05:00 am

Estamos conmemorando doscientos años de Independencia y ruptura con el sistema político de monarquía absoluta que bajo el dominio colonial español rigió nuestros destinos por más de tres siglos. Sin embargo, ese modelo de dominación levantado sobre el derecho divino de los reyes se ha internalizado de tal manera en nuestro inconsciente colectivo, que aún no hemos podido desprendernos del sometimiento a la autoridad real. Para nuestros pueblos, los monarcas que han reinado y luego los caudillos que nos han gobernado desde el siglo XIX hasta la fecha, tienen en común el uso del poder de forma personalista y arbitraria. Hay una palabra que designa ambos poderes unipersonales: el déspota. 

Despotismo
El déspota, palabra que viene del griego despotês que significa jefe, es un soberano que gobierna despóticamente, es decir, de manera arbitraria y hasta cruel, por sus efectos. El momento más progresista de la monarquía española fue aquel en donde reyes como Carlos III, en el siglo XVIII, asumieron las reformas de la Ilustración y las impusieron a lo largo del imperio, asumiendo con ello un despotismo ilustrado. La razón y la libertad llegaban hasta el límite donde no se cuestionaran los fundamentos teológicos y los intereses políticos de la monarquía. De aquel despotismo ilustrado viene aquella divisa, tan a la medida del populismo de nuestro tiempo: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”

Pues bien, ese despotismo no es sólo práctica de un gobierno arbitrario, sino que se puede transformar en costumbre. Bolívar lo alertó en Angostura, cuando señaló que “nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el Poder. El Pueblo se acostumbra a obedecerle, y él se acostumbra a mandarlo, de donde se origina la usurpación y la tiranía.” Pero es Juan Germán Roscio, en su obra El triunfo de la libertad sobre el despotismo, quien se ocupa de analizar los fundamentos religiosos del derecho divino de los reyes, a partir de una lectura crítica de la Biblia. Allí devela los falsos supuestos de la teología feudal, sostenedora del absolutismo, y promueve una teología de la libertad como fundamento de la República democrática. Para lograr su cometido, el autor toma como estilo discursivo la confesión –a la manera de San Agustín– y se declara pecador arrepentido por sus errores políticos. ¿Cuáles? El haber sido un servidor de la tiranía, sin saberlo. 

Reprimir
El momento del desencanto o del despertar lo ubica el propio autor a partir de su actuación política en los acontecimientos del 19 de Abril de 1810. La reacción de las autoridades españolas fue de reprimir aquella iniciativa, lo cual se completó al ver “desplomarse en España el edificio de su nueva Constitución Liberal”, en referencia a la Constitución de Cádiz de 1812. En esa coyuntura, Roscio toma el camino de luchar por la libertad de su país y de asumir el principio de la soberanía del pueblo. El momento decisivo de ese cambio es el retorno de Fernando VII al trono y su arbitraria decisión de desconocer todo lo sucedido en su ausencia, mientras los defensores de la restauración monárquica acudieron a los textos bíblicos para justificar sus actuaciones. 

Buscando una obra que refutase aquellas ideas, “no con razones puramente filosóficas, sino con la autoridad de los mismos libros de donde la facción contraria deducía sofismas, conque defender y propagar la ilusión”, con ese motivo por delante asumió la tarea de realizar él mismo esa obra de clarificación ideológica. En consecuencia, confiesa, “me entregué a la lectura y meditación de la Biblia, para instruirme de todos los documentos políticos que en ella se encuentran”. De esta manera, Roscio elabora un documento certero contra el sistema doctrinario sobre el cual se soportó por siglos la Monarquía Absoluta empezando por la educación recibida en un acto de autocrítica que pone al descubierto como se puede ser esclavo sin saberlo. “Yo desconocía el idioma de la razón” afirma quien había obtenido su grado de Doctor en Cánones en 1794 en la Real y Pontificia Universidad de Caracas. 

Todo un tratado
Cincuenta y un capítulos, una introducción y apéndice conforman esta densa y muy bien escrita obra donde los temas tratados son: el origen de la autoridad y del poder civil; la soberanía popular; la elección de autoridades; las nociones generales de libertad, derecho y ley; democracia y anarquía; la razón de soberano y súbdito; la potestad coercitiva; el derecho a la insurrección; obediencia activa y obediencia ciega; derecho a la resistencia; inviolabilidad y carácter sagrado de las personas; regicidio y tiranicidio y juez en causa propia. Todo un tratado de teoría política, desde la teología de la libertad, que aún sigue buscando lectores. 

enfoques14@gmail.com
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