Ser parte de la solución
AGUSTÍN ALBORNOZ S. Una de las herramientas fundamentales de las que disponemos cuando estamos en medio de conflictos es nuestra capacidad de escuchar a los demás.
Cada día atravesamos por múltiples situaciones, desde algunas diríamos sencillas hasta otras muy complicadas. Además, al vivir en sociedad, nos influimos unos a otros tanto en las actitudes y comunicaciones positivas como en las negativas, más aún en una época en que la tecnología ha avanzado al punto que permite nuestra interacción con otros a través de múltiples canales y a gran escala: Redes Sociales, Medios de Comunicación digitales, etc. Es decir que cada palabra nuestra, sea escrita u oral, sea en persona o virtual, va a ser un aporte para que las circunstancias y el ambiente que nos rodea sean mejores o peores. Por tanto, en cada ámbito de nuestra sociedad –familia, lugar de trabajo, comunidad, ciudad, país, etc. –y en medio de los problemas existentes, cada uno de nosotros se va a ir convirtiendo en parte de la solución a esos problemas, o en parte de los mismos.
A continuación algunos comentarios y análisis de aspectos que nos mostrarán de qué forma estaremos ubicándonos en uno de esos dos grupos: el de las soluciones o el de los problemas.
En una ocasión leí las siguientes frases:
Una palabra irresponsable: puede encender discordias
Una palabra cruel: puede arruinar una vida
Una palabra de resentimiento: puede causar odio
Una palabra brutal: puede herir o matar
Una palabra amable: puede suavizar las cosas
Una palabra alegre: puede iluminar el día
Una palabra oportuna: puede aliviar la carga
Una palabra de amor: puede sanar y dar felicidad.
Al obrar continuamente según las primeras cuatro seremos parte del problema; al hacerlo según las últimas cuatro, seremos parte de la solución.
Por otro lado, una de las herramientas fundamentales de las que disponemos cuando estamos en medio de conflictos es nuestra capacidad de escuchar a los demás. Y decimos escuchar, no solo oír, porque el escuchar implica concentrar intencionalmente nuestra atención en lo que la otra persona está diciendo. Cuando lo hacemos contribuimos a disminuir la resistencia de esta, y mejor aún: a medida que más lo hacemos, vamos a ir cambiando tanto nuestro interlocutor como nosotros, y así ambos podremos entrar en una sintonía que mejorará notablemente las posibilidades de encontrar las ansiadas soluciones a los problemas que estemos tratando.
Otro factor importante es la amabilidad o la falta de ella ¡Cómo cambia todo cuando se hace con amabilidad! Cuando somos amables sale a relucir lo mejor de cada uno de nosotros en nuestras relaciones. Y mejor aún es que solo depende de cada uno de nosotros y de nuestra disposición de poner en práctica esta positiva actitud. Y si bien es cierto que en el mundo conflictivo en que vivimos, en el que hay muchas personas descorteses y antipáticas, no va a ser fácil mantener una actitud constante de amabilidad de nuestra parte, con esfuerzo y perseverancia lo podemos conseguir, con la convicción del fruto tan positivo de tal actitud.
Un cambio vital que tendremos que experimentar para ser parte de las soluciones es enfocarnos en corregir los errores, lo que está mal, en lugar de estar buscando atribuir la culpa. En este caso podemos tener presente una frase del escritor William Arthur Ward : Es sabio dirigir tu ira hacia los problemas, no hacia las personas; enfocar tus energías en las respuestas, no en las excusas. Si practicamos con frecuencia este valioso consejo, nos colocaremos en el camino de las verdaderas soluciones a los problemas. De paso, al aplicar este consejo y si tenemos la madurez suficiente, de esa forma podremos unir esfuerzos con otras personas con las que incluso podemos estar en desacuerdo, parcial o total; y lo podremos hacer porque no nos estaremos orientando a andar a la caza de culpables, sino a la confluencia de propósitos e ideas de interés común, que nos lleven a las auténticos remedios de los tantos problemas que tenemos. Podríamos añadir aquí que otro cambio tendrá que ser en el enfoque de nuestras discusiones, ya que la única manera cierta de poner fin a una discusión no es basándose en quién tiene razón, sino en qué es lo acertado.
Cabe aclarar que muchas veces ocurre que no es que no estamos viendo la solución, sino que no estamos viendo el problema. Y para comenzar a ver el problema va a ser necesario que reconozcamos que todos y cada uno tenemos parte, sea poca o mucha, en el origen de dicho problema, y/o en que se mantenga y se prolongue en el tiempo, y por tanto también en la verdadera solución del mismo. En fin, en vez de estarnos quejando enfoquémonos en buscar soluciones a los problemas que afrontamos, y en estar muy agradecidos por los muchos que no tenemos que confrontar, teniendo presente así que las circunstancias siempre podrían ser peores que las que enfrentamos en cualquier momento de la vida. Si no miremos un poco hacia atrás.
Haga pequeños compromisos y manténgalos. Sea una luz, no un juez. Sea un modelo, no un crítico. Sea parte de la solución, no del problema Stephen Covey
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