Venezuela como proyecto Centro-Norte-Costero
Los emplazamientos macrourbanos surgidos desde los tiempos anteriores de expansión (Maracaibo, Barquisimeto, Valencia, Caracas, etc.) han frenado su dinámica de crecimiento desbordante, a la sombra de una migración sin precedentes hacia el exterior
Cualquier proyecto que pretenda garantizar la sustentabilidad futura de Venezuela como nación, esta obligado a conocer las bases históricas estructurales y complejas que han hecho de nuestra realidad nacional, desde hace más de cinco siglos, un proyecto histórico Centro-Norte Costero, con un eje central entre las ciudades de Valencia y Caracas, que cuentan con dos puertos de salida al mar Caribe y al mundo Atlántico, en Puerto Cabello y en La Guaira. Geográficamente hablando sabemos, por las enseñanzas del Dr. Luis Farage, docente de la Escuela de Historia de la UCV y capitán de Navío (r) de la ARV, que el Centro geográfico de Venezuela está ubicado a unas 16 millas náuticas al Norte de la Guaira, si sumamos tierra firme a nuestro territorio marítimo e insular. Por todo ello se hace casi irreversible entender y manejar a Venezuela si no se hace desde ese punto de vista centralizado. Visión que no niega la gran importancia que tienen otras regiones geohistóricas, como el Zulia y Occidente, Los Andes y Llanos, el Oriente y Guayana.
Este fenómeno tiene manifestaciones muy remotas, ya antes de la aparición misma de Venezuela como entidad política. Pues se puede observar desde el período Neo-indio (1000 ac. al 1500 dc.) la migración y despliegue de la comunidad étnica Caribe (culturas barrancoide y Arauquines) sobre la alfombra de comunidades tribales anteriores, apuntando siempre en sus desplazamientos hacia el centro de lo que es hoy Venezuela principalmente, desarrollando un nuevo de vida cacical-aldeano (como le describe el Dr. Mario Sanoja) que evolucionaba claramente dentro de los parámetros del Neolítico, especialmente entre las orillas del lago de Valencia y la costa del litoral Central, incluyendo el valle de Caracas. Fueron estos núcleos los focos de mayor resistencia indígena a la conquista española.
Ya en tiempos modernos, desde el siglo XVI, la conquista y colonización de Venezuela apuntaron igualmente hacia la centralidad ya señalada. Una primera rama, que parte del núcleo primario del Oriente, principalmente desde las Islas de Margarita y Cubagua y costa firme, que contaba con el capital originario del tráfico de esclavos y perlas, organizó las expediciones del capitán Francisco Fajardo en 1560, apuntando directamente a las costas y el valle de Caracas, donde fundó el emplazamiento colonial efímero, como lo fue el “Hato de San Francisco”. Otro núcleo primario más poderoso, integrado por el eje Coro-Tocuyo- Barquisimeto y finalmente Valencia/Borburata, lanzó varias expediciones de conquista apuntadas hacia el valle de Caracas (Toromaimas), obsesionados por las posibles minas de oro, lográndose finalmente la conquista del valle y fundación de la ciudad de Caracas en 1567, bajo el mando del capitán Diego de Losada.
En el período colonial temprano, 1576 en adelante el Gobernador Juan de Pimentel radica la capital de Venezuela en Caracas, organizó la ciudad y pidió al rey Felipe II la independencia de esta jurisdicción de la intervención de la Audiencia de Santo Domingo. La capitalidad de Caracas se fortalece desde comienzos del siglo XVIII, cuando el rey Felipe V erige la Universidad de Caracas en 1721 y crea la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas en 1728. Más tarde, bajo el reinado de Carlos III, se realiza la trascendental creación de la Capitanía General de Venezuela en 1777 y seguidamente la Real Intendencia, la Real Audiencia de Caracas, para finalizar el período colonial con el Arzobispado y el Real Consulado de Caracas.
Por todo ello, no por casualidad, la Independencia de Venezuela brotó desde aquel Ayuntamiento y de la Universidad de Caracas entre 1810 y 1811, así como Valencia llegó a asumir la capitalidad en momentos importantes. La Guerra de Independencia se terminó en el eje central conquistado por los republicanos, tanto en la batalla de Carabobo (1821), como en la salida definitiva del ejército español en Puerto Cabello (1823). La separación de Venezuela de la Unión Colombiana en 1830 asienta nuevamente la capitalidad nacional en Caracas, con importante peso de la ciudad de Valencia. Desde la Guerra Federal (1859-1863) hasta la Revolución Liberal restauradora de 1899, el objetivo principal de los caudillos que tomaron el poder fue controlar el eje Central Caracas-Valencia. Desde tiempos del Gobierno de Guzmán Blanco y Joaquín Crespo, pasando por la tiranía del Juan Vicente Gómez y, hasta llegar a nuestros tiempos, el eje del poder militar y político se ha asentado entre Caracas- Valencia y Maracay. Con toda razón, en 1992, al rendirse el jefe del golpe militar argumentó que: “en Caracas no se habían logrado los objetivos planteados” y aquel movimiento militar cesó pese a contar con elementos favorables en otras zonas del país.
Muchos otros argumentos pueden apoyar estas consideraciones, como lo son el desplazamiento demográfico hacia las principales ciudades, los procesos electorales nacionales, las sedes del poder nacional, el movimiento económico comercial, la infraestructura vial, etc. En realidad, otros elementos muy importantes influyen en la geografía económica nacional y sus regiones internas, como el petróleo del Zulia y Oriente, la energía hidroeléctrica y las minas de Guayana, la producción agropecuaria en los llanos, Andes y Centro-Occidente, la petroquímica y refinación petrolera, etc. pero todo ello se estructura en un proyecto histórico de determinaciones estructurales y funcionales del eje Centro-Norte-Costero que, hasta nuestros días y desde hace cinco siglos le ha dado sentido nacional a nuestra existencia como realidad interna y en el contexto internacional.
La gran crisis estructural y sociopolítica que vive Venezuela desde la década de 1990, puede hacer cambiar estas variables estructurales , aunque posiblemente con una tendencia negativa, pues fenómenos como la pérdida de control soberano del territorio nacional por el Estado, podría dividir el territorio nacional a la luz de amenazas externas ya activas en el eje Apure- Orinoco- Delta Amacuro; no solamente por el peso de la acción de agentes irregulares externos (mineros, guerrilleros, paramilitares, bandas hamponiles, etc.) sino también por la acción de entes estatales externos y sus compañías transnacionales, interesados en nuestros recursos naturales y estratégicos. Igualmente, los emplazamientos macrourbanos surgidos desde los tiempos anteriores de expansión (Maracaibo, Barquisimeto, Valencia, Caracas, etc.) han frenado su dinámica de crecimiento desbordante, a la sombra de una migración sin precedentes hacia el exterior, fenómeno cuyos efectos están por estudiarse, pero que ya se traslucen en vulnerabilidad y probable insustentabilidad del antiguo proyecto histórico venezolano. Aunque hasta la fecha no se conoce otra alternativa seria y confiable para el futuro, por lo que habrá que crearla.
ANB Cronista Oficial de la UCV
Este fenómeno tiene manifestaciones muy remotas, ya antes de la aparición misma de Venezuela como entidad política. Pues se puede observar desde el período Neo-indio (1000 ac. al 1500 dc.) la migración y despliegue de la comunidad étnica Caribe (culturas barrancoide y Arauquines) sobre la alfombra de comunidades tribales anteriores, apuntando siempre en sus desplazamientos hacia el centro de lo que es hoy Venezuela principalmente, desarrollando un nuevo de vida cacical-aldeano (como le describe el Dr. Mario Sanoja) que evolucionaba claramente dentro de los parámetros del Neolítico, especialmente entre las orillas del lago de Valencia y la costa del litoral Central, incluyendo el valle de Caracas. Fueron estos núcleos los focos de mayor resistencia indígena a la conquista española.
Ya en tiempos modernos, desde el siglo XVI, la conquista y colonización de Venezuela apuntaron igualmente hacia la centralidad ya señalada. Una primera rama, que parte del núcleo primario del Oriente, principalmente desde las Islas de Margarita y Cubagua y costa firme, que contaba con el capital originario del tráfico de esclavos y perlas, organizó las expediciones del capitán Francisco Fajardo en 1560, apuntando directamente a las costas y el valle de Caracas, donde fundó el emplazamiento colonial efímero, como lo fue el “Hato de San Francisco”. Otro núcleo primario más poderoso, integrado por el eje Coro-Tocuyo- Barquisimeto y finalmente Valencia/Borburata, lanzó varias expediciones de conquista apuntadas hacia el valle de Caracas (Toromaimas), obsesionados por las posibles minas de oro, lográndose finalmente la conquista del valle y fundación de la ciudad de Caracas en 1567, bajo el mando del capitán Diego de Losada.
En el período colonial temprano, 1576 en adelante el Gobernador Juan de Pimentel radica la capital de Venezuela en Caracas, organizó la ciudad y pidió al rey Felipe II la independencia de esta jurisdicción de la intervención de la Audiencia de Santo Domingo. La capitalidad de Caracas se fortalece desde comienzos del siglo XVIII, cuando el rey Felipe V erige la Universidad de Caracas en 1721 y crea la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas en 1728. Más tarde, bajo el reinado de Carlos III, se realiza la trascendental creación de la Capitanía General de Venezuela en 1777 y seguidamente la Real Intendencia, la Real Audiencia de Caracas, para finalizar el período colonial con el Arzobispado y el Real Consulado de Caracas.
Por todo ello, no por casualidad, la Independencia de Venezuela brotó desde aquel Ayuntamiento y de la Universidad de Caracas entre 1810 y 1811, así como Valencia llegó a asumir la capitalidad en momentos importantes. La Guerra de Independencia se terminó en el eje central conquistado por los republicanos, tanto en la batalla de Carabobo (1821), como en la salida definitiva del ejército español en Puerto Cabello (1823). La separación de Venezuela de la Unión Colombiana en 1830 asienta nuevamente la capitalidad nacional en Caracas, con importante peso de la ciudad de Valencia. Desde la Guerra Federal (1859-1863) hasta la Revolución Liberal restauradora de 1899, el objetivo principal de los caudillos que tomaron el poder fue controlar el eje Central Caracas-Valencia. Desde tiempos del Gobierno de Guzmán Blanco y Joaquín Crespo, pasando por la tiranía del Juan Vicente Gómez y, hasta llegar a nuestros tiempos, el eje del poder militar y político se ha asentado entre Caracas- Valencia y Maracay. Con toda razón, en 1992, al rendirse el jefe del golpe militar argumentó que: “en Caracas no se habían logrado los objetivos planteados” y aquel movimiento militar cesó pese a contar con elementos favorables en otras zonas del país.
Muchos otros argumentos pueden apoyar estas consideraciones, como lo son el desplazamiento demográfico hacia las principales ciudades, los procesos electorales nacionales, las sedes del poder nacional, el movimiento económico comercial, la infraestructura vial, etc. En realidad, otros elementos muy importantes influyen en la geografía económica nacional y sus regiones internas, como el petróleo del Zulia y Oriente, la energía hidroeléctrica y las minas de Guayana, la producción agropecuaria en los llanos, Andes y Centro-Occidente, la petroquímica y refinación petrolera, etc. pero todo ello se estructura en un proyecto histórico de determinaciones estructurales y funcionales del eje Centro-Norte-Costero que, hasta nuestros días y desde hace cinco siglos le ha dado sentido nacional a nuestra existencia como realidad interna y en el contexto internacional.
La gran crisis estructural y sociopolítica que vive Venezuela desde la década de 1990, puede hacer cambiar estas variables estructurales , aunque posiblemente con una tendencia negativa, pues fenómenos como la pérdida de control soberano del territorio nacional por el Estado, podría dividir el territorio nacional a la luz de amenazas externas ya activas en el eje Apure- Orinoco- Delta Amacuro; no solamente por el peso de la acción de agentes irregulares externos (mineros, guerrilleros, paramilitares, bandas hamponiles, etc.) sino también por la acción de entes estatales externos y sus compañías transnacionales, interesados en nuestros recursos naturales y estratégicos. Igualmente, los emplazamientos macrourbanos surgidos desde los tiempos anteriores de expansión (Maracaibo, Barquisimeto, Valencia, Caracas, etc.) han frenado su dinámica de crecimiento desbordante, a la sombra de una migración sin precedentes hacia el exterior, fenómeno cuyos efectos están por estudiarse, pero que ya se traslucen en vulnerabilidad y probable insustentabilidad del antiguo proyecto histórico venezolano. Aunque hasta la fecha no se conoce otra alternativa seria y confiable para el futuro, por lo que habrá que crearla.
ANB Cronista Oficial de la UCV
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