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A propósito de la Cumbre de Vilna

Lograr una paz justa y duradera que defienda los principios de la Carta de las Naciones Unidas, en particular la soberanía, la integridad territorial y la independencia sigue siendo una tarea onerosa pero imprescindible en esta nueva era de la política

  • DYLAN J. PEREIRA

15/07/2023 05:01 am

“Nosotros, los Jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza del Atlántico Norte, obligados por los valores compartidos de la libertad individual, los derechos humanos, la democracia y el estado de derecho, nos hemos reunido en Vilna a medida que continúa la guerra en el continente europeo, para reafirmar nuestro duradero vínculo transatlántico, unidad, cohesión y solidaridad en un momento crítico para nuestra seguridad y la paz y estabilidad internacional” Así comienza la Declaración emitida por los Jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN que participaron de la Cumbre de Vilna, una cumbre mítica para una organización que antes de la invasión rusa contra Ucrania se cuestionaba a sí misma, pero que hoy se torna un punto focal para la reconfiguración de la arquitectura de seguridad global.

Entre los elementos claves de esta “reconfiguración” se encuentra el visto bueno de Turquía al ingreso de Suecia a la Alianza Atlántica, tras intensas negociaciones tripartitas entre el secretario general de la OTAN, Ankara y Estocolmo, que daban por finalizados los resquemores de la Cumbre de Madrid del 2022 cuando Erdogan exigía la extradición de presuntos terroristas kurdos de Suecia. Además, se ha pactado por consenso la eliminación de uno de los requisitos para el ingreso de Ucrania en el grupo, el Plan de Acción para la Adhesión, dada la estrecha relación de Kiev con los países de la OTAN.

La máxima “la OTAN es una alianza defensiva” ha sido un paradigma que ha resonado constantemente desde Lituania; el tenue, tenso y vulnerable equilibrio fijado por occidente para hacer frente a la amenaza rusa en materia de cooperación militar, económica, política y diplomático se agudiza en un momento donde implicitamente se advierte de una suerte de convivencia con la guerra en Ucrania al no avizorarse un fin próximo dada la ausencia de voluntad de las partes de siquiera iniciar un proceso de paz, que se conjuga con una situación cambiante y temperamental en el terreno.

Se han propuesto planes regionales para el Atlántico Norte y el Ártico, Báltico y Europa Central y Mediterráneo y mar Negro; reforzar el flanco oriental de la OTAN es una prioridad para el bloque.

La creación de la Comisión OTAN-Ucrania da continuidad a la promesa de la cumbre de Bucarest en abril de 2008, donde la OTAN acordó en Bucarest que Ucrania y Georgia serían algún día miembros de pleno derecho pero sigue sin existir un calendario claro de adhesión para Kiev, lo que ha sido una frustración para el liderazgo de Zelenski; lo cierto es que las preocupaciones particularmente de Washington y Berlín son legítimas; Biden insiste en que un ingreso de Ucrania a la OTAN solo podría suceder si hay un cese del fuego duradero; de otro modo, la OTAN sería arrastrada a la guerra de conformidad a las “garantías de seguridad recíproca” que ofrece el artículo 5 del Tratado de Washington.

De momento el foco estará en aumentar el envío de armamento y en un paquete de asistencia plurianual que tiene por objetivo capacitar las Fuerzas Armadas ucranianas, reforzar la institucionalidad y condiciones del país en aras de ampliar la compatibilidad con la OTAN con miras a convertirse en un miembro de la Alianza.

Australia, Japón, Nueva Zelanda y Corea, así como los representantes del Consejo Europeo y la Comisión Europea estuvieron también presentes en esta Cumbre alertándonos claramente del viraje geopolítico que representa la Guerra en Ucrania que ha catalizado un acercamiento a Georgia, Moldavia, así como a Bosnia y Herzegovina asumiendo que “la paz en la zona euroatlántica se ha hecho añicos”

La declaración de Vilna identifica a la Federación Rusa como la amenaza más significativa y directa para la seguridad de los aliados y para la paz y la estabilidad en la zona euroatlántica; sin embargo, los líderes de la OTAN se muestran consternados ante las señales de fragilidad e inestabilidad en África y Oriente Medio, en especial por la permanencia de grupos terroristas, así como por las ambiciones de China de aumentar su influencia económica, política y militar

La Alianza Atlántica ha hecho hincapié en las violaciones y abusos de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario en particular contra la población civil de Ucrania, incluida la deportación forzada de niños y la violencia sexual relacionada con los conflictos expresamente prohibidos en los Convenios de Ginebra de 1949 así como en los Protocolos Adicionales de 1977. Debemos recordar que la Sala de Cuestiones Preliminares II dictó en marzo de este año órdenes de detención en contra del presidente de Rusia, Vladimir Putin, y la Comisionada para los de Derechos de la Niñez de la Oficina de la Presidencia, Maria Alekseyevna Lvova-Belova, por presuntos crímenes de guerra cometidos desde el 24 de febrero de 2022 en el contexto del conflicto armado entre Rusia y Ucrania. Asímismo, desde La Haya se ha creado una comisión especial de investigación en cooperación con fiscales europeos, ucranianos, estadounidense y de la CPI.

Es prudente la decisión de la OTAN de intentar mantener abiertos los canales de comunicación con Moscú para gestionar y mitigar los riesgos, prevenir la escalada y aumentar la transparencia, que se conjuga con el compromiso de la OTAN de “continuar cumpliendo tres tareas principales: disuasión y defensa; prevención y gestión de crisis; y seguridad cooperativa.”

El apoyo iraní a Rusia, la seguridad atómica, el Diálogo Mediterráneo y la Iniciativa de Cooperación de Estambul, la estabilidad y la libertad de navegación en la región del Mar Negro, la seguridad y la estabilidad de los Balcanes Occidentales, el ciberespacio y la ciberseguridad, así como la Inteligencia Artificial entre otras tecnologías emergentes y disruptivas, han estado y seguirán presentes no sólo en la agenda de la OTAN sino en la geopolítica mundial del hoy y el mañana.

Lograr una paz justa y duradera que defienda los principios de la Carta de las Naciones Unidas, en particular la soberanía, la integridad territorial y la independencia sigue siendo una tarea onerosa pero imprescindible en esta nueva era de la política mundial.

Dylanjpereira01@gmail.com
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