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Miami ida y vuelta

Puede que para algunos Miami roce la perfección por su estructurado urbanismo cartesiano y esa abrumadora exhibición mercantilista donde el consumo puede convertirse en una parafilia

  • JAVIER VIDAL

09/06/2023 05:01 am

En nuestro recién viaje a Miami tuvimos la oportunidad de representar en el Colony Theater del Miami New Drama de Michel Hausmann en Lincoln Road: The Influencers, “a cartel vuelto” en un aforo de 400 butacas a beneficio de FUNDANA. Fue una corta e intensa jornada dominical donde la comunidad venezolana de la zona asistió con entusiasmo para reencontrarse con esas dos icónicas figuras empoderadas de opinión e información tanto de masa y cuadro como lo fueron Sofía Imber e Isaac Chocrón.

No es que desprecie a Miami y mucho menos a sus fluctuantes habitantes, simplemente es una ciudad que no termino de entender como tal. Se me devela como una enorme extensión de territorio construída sobre un pantanal donde la mano del hombre, creativa y artística la fue moldeando a imagen y semejanza de lo que culturalmente representa la modernidad.

Estuvimos alojados en una casa centenaria bordeada de una vegetación que posiblemente llegó a conocer el propio Ponce de León. Tuvimos, eso sí, la oportunidad de caminar con tranquilidad por las simétricas calles de Miami Shores a las horas que el bostezo se amplificaba en el turbador eco del desperezo.

Puede que para algunos Miami roce la perfección por su estructurado urbanismo cartesiano y esa abrumadora exhibición mercantilista donde el consumo puede convertirse en una parafilia. Visitar un supermercado mayamero es, para nosotros, un placer sensorial donde participan los cinco sentidos más uno.

La lectura nos acompañó desde el despegue de la línea Laser Airlines de puntualidad británica. Marcelino Bisbal, en un master class que dicté en la UCAB, hace unos meses, me regaló la novela de Karina Sainz Borgo La hija de la española de ABediciones (2019). Por una parte lamentaba haber tardado tanto en leer este relato de la crónica ficcional y por otra, agradecí poder leerlo en esta distancia donde el libro cobra mayores dimensiones literarias y políticas. Un relato crudo y rudo de nuestro contorno que no debemos ni podemos obviar por la cicatriz abierta que aún exponemos ante el mundo que hipócritamente algunos anuncian como país “arreglado”, barriendo el sucio polvo bajo la alfombra. Me lo leí de ida y mi esposa Julie de vuelta. Quedamos conmovidos por su brillante poética narrativa con mirada de acuciosa periodista ucabista.

Al regreso de la gira express, mi cuñada Mary Restifo, nos regaló la novela de Jhumpa Lahiri, El Buen Nombre. Una escritora británica de padres bengalíes cuya infancia y juventud vivió en Boston. Una novela muy diferente a la de ida donde el tema de la migración de un matrimonio bengalí y su adaptación a una cultura sin puntos de coincidencias semióticas. Quizá parte de una exposición de su lingüìstica interna a la externa. Ahí coincide, como casi todos los novelistas, con nuestra escritora vernácula.

Al aterrizar ya me esperaba una pléyade de artistas de la escena para iniciar la subida de una nueva escalera hacia la industria teledramática con el nuevo formato del seriado. La emoción y la alegría es proporcional a lo que el público espera de todos nosotros.

javiervidalpradas@gmail.com
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