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La UCV de mis amores

La universidad ha sido a lo largo de este tiempo parte de titulares y diatribas que poco dejan a la honestidad y buenos manejos

  • LEONARDO ZURITA

30/05/2023 05:00 am

La Universidad Central de Venezuela es más grandes que sus problemas y las circunstancias que le aquejan. Sin dudas. Aunque en la historia reciente vive un momento apremiante del que seguramente también saldrá.

Después de tanta grandeza, coronada con un reconocimiento de patrimonio universal, las telarañas de la desidia desdibujaron su engalanado premio y corroyeron toda la magnánima esencia de su ser, para despintar su futuro y el de una juventud que divaga sin orientación.

La escena del viernes 26 más que dantesca es grosera y agresiva contra quienes creen en la universalidad de la educación realmente liberadora que debe ser el fundamento en nuestra Alma Mater.

Que un evento electoral, demorado adrede por las “autoridades” durante más de diez años sufra a últimas horas signos evidentes de sabotaje, para utilizar las palabras con las que denunció el responsable de la Comisión Electoral, Carlos Martín, antes medios y el país todo, no es menos que una vergüenza que debe ser no solo explicada sino además debe darse con los responsables.

Una vez el daño moral importa menos que el daño económico.

No pocos trataron de distraer con el tema de los más de 70 mil dólares que debía costar el proceso, pero nadie volteo a ver el nuevo daño moral a la institución más antigua de la República, ya que esta misma nació en sus espacios.

Que los enardecidos estudiantes pudieran a gritos la renuncia de la rectora pareciera ser una factura bastante económica para el daño que la universidad ha sufrido durante la gestión de esta señora.

La universidad ha sido a lo largo de este tiempo parte de titulares y diatribas que poco dejan a la honestidad y buenos manejos.

Haber torcido el camino por una diatriba política es un rol triste que termina por ser imperdonable tanto para las “autoridades” universitarias cómo para aquellos que se valieron de la UCV para resguardo de sus apetencias destructivas y quiénes también fueron contraparte en esta disputa.

Aunque un tanto remozada en sus instalaciones, el reloj parece seguir detenido o, peor, avanzando en retroceso gracias al ostracismo en la que fue sumergida durante estos 15 años.

No es válido ningún discurso de democracia cuando tratas de perpetuarte en el poder y menos cuando destruyes lo que debes dirigir.

El viernes 26, pese al escandaloso evento de unas elecciones suspendidas luego de hacer sido negadas por más de diez años, varios elementos positivos se vieron en los pasillos, pero un par de ellos se han de rescatar.

El primero tiene que ver con el entusiasmo de la comunidad universitaria por renovar unas caducas “autoridades” que han contribuido al agotamiento de la universalidad y democracia de nuestra UCV y, como segundo, el sentimiento casi unánime de rechazar a Cecilia y su cofradía.

Lo sucedido en la Central no debe repetirse jamás, ni dentro ni fuera de sus espacios.

La tolerancia en Venezuela es casi infinita, casi.

Vamos a ver si más allá del proceso electoral truncado no terminamos por conseguirnos con nuevas sorpresas, sobre todo en lo administrativo, de esas sorpresas que en los últimos años terminan por convertir a tristes personajes en célebres perseguidos políticos para esconder su propia orfandad moral y los recursos de los que se apropiaron sin permiso alguno.

Dejemos de ser inocentes, nadie se queda tanto tiempo por nada.

Piensa, analiza y no te dejes engañar.

Leonardo Zurita
Comunicador Social UCV
@leozuritave
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