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Juicio a Fedor de Martens

Ese pronunciamiento de Putin sobre Martens no se corresponde con la verdad histórica de ese personaje que cometió el delito de contribuir al despojo de un país que fue amenazado tantas veces con la: “fuerza bruta”...

  • JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ

28/05/2023 05:01 am

Cuando en 1999 se homenajeaba mediante la colocación de un busto en la Corte Internacional de Justicia la figura del abogado, diplomático y publicista ruso, el profesor Fedor Fedorovich de Martens (1845-1909), como uno de los juristas que había contribuido al avance humanitario del Derecho Internacional, casualmente, se estaban cumpliendo en ese momento 100 años de uno de los hechos más indignos en el que el propio personaje tuvo responsabilidad determinante contrariando ese pretendido legado, deshonrando su condición como jurista y como juez, presidente del Tribunal arbitral de París, que conoció la causa del Esequibo venezolano, al cometer como lo hizo entonces, en complicidad con los otros jueces británicos, uno de los peores actos de despojo territorial realizado contra una nación soberana e independiente en América Latina al dictar el Laudo Arbitral de París de 1899, con el cual nos arrebataron el extenso y estratégico territorio de nuestra Guayana Esequiba.

En el mismo momento ante la aberrante injusticia del fallo, actores y testigos, en particular norteamericanos y venezolanos, dejaron para la historia expresiones de rechazo por encima de los intereses y compromisos, los cuales se sostuvieron y documentaron posteriormente de manera indubitable, tal y como lo hizo, entre otros, el eminente abogado norteamericano Severo Mallet- Prevost, quien formó parte del referido tribunal arbitral.

No solamente consta nuestra justificada condena por los actos del jurista ruso contra Venezuela sino la de otros muy acreditados investigadores del derecho internacional como es el caso de la profesora Lauri Mälksoo, autora del estudio: “El Legado de FF Martens y la Sombra del Colonialismo” publicado en la: Revista China de Derecho Internacional, el 28 de enero de 2022.

Ese estudio analiza con evidente autoridad histórica y jurídica distintos conflictos internacionales en los que Fedor Fedorovich de Martens se involucró y cómo en cada uno de ellos sostuvo su concepto discriminatorio de los pueblos que no pertenecían a lo que denominó como: “naciones civilizadas”, y por las cuales, subordinó sus deberes como abogado, académico, diplomático, jurista y juez, a favor aviesos intereses contrarios al derecho y a la justicia internacionales.

Vladimir Putin, presidente de Rusia, en la visita realizada a la Corte Internacional de Justicia, el 02/11/2005, tal y como lo señala la profesora Mälksoo, expresó lo siguiente: “El profesor Fedor Martens se destaca en particular como una lumbrera de la época, ya que iba a desempeñar un papel tan destacado en el movimiento internacional por la paz; su sueño de un templo de la paz de hecho inspiró la creación de este Palacio de la Paz. Convencido del poder del derecho internacional, Martens creía que la fuerza bruta nunca podría triunfar sobre el derecho o “sofocar nuestros sentimientos de derecho y justicia”.

Ese pronunciamiento de Putin sobre Martens no se corresponde con la verdad histórica de ese personaje que cometió el delito de contribuir al despojo de un país que fue amenazado tantas veces con la: “fuerza bruta” para que aceptase la usurpación de su territorio, y al cual no se le reconoció en el proceso que él dirigió las garantías suficientes de su propia y directa defensa judicial; el respeto como Nación soberana en igualdad de condiciones a las demás ante la Ley, y la efectiva obtención de una sentencia ajustada a derecho que permitiera concluir una disputa que aún persiste por las implicaciones de una viciada decisión.

Tal y como lo señaló Mälksoo: “Martens, además de ser un célebre humanitario, también fue un abogado internacional colonialista comprometido. Parece que Martens no solo teorizó sobre el colonialismo en el derecho internacional, sino que también lo practicó continuamente como líder de opinión en asuntos internacionales”.

En aplicación de sus errados criterios, Martens intervino en los siguientes asuntos: la legitimación del Estado Libre del Congo que significó una especie de: “colonia personal del Rey belga Leopoldo” según Mälksoo; la defensa de la jurisdicción consular europea que prohibía que los nacionales de esos países fueran juzgados en el extranjero; la disminuida capacidad de algunas naciones ante los organismos internacionales, tal y como fue el caso de Turquía, que según jurista pertenecía: “artificialmente” al Concierto Europeo en el Tratado de Paz de París de 1856.

Igualmente, su postura en cuanto a los países musulmanes a quienes consideraba inferiores también al confundir, a su juicio, creencias religiosas y legales; su convicción de que existían en el mundo culturas superiores, la europea y rusa por ejemplo, ante las otras inferiores: la oriental, la africana y la latinoamericana; y, finalmente, sus gestiones y servicios en procura de la alianza entre Rusia e Inglaterra en materia de dominio y control en Asia Central implicó el surgimiento de negociaciones y compromisos entre ambas y, en ese contexto de arreglos diplomáticos y políticos, el haber alineado en el Laudo de París sus respectivos intereses para arrebatar a Venezuela 159.000 kilómetros cuadrados de territorio Esequibo, que tanto ambicionaron los ingleses quitar a España, tiene sentido ahora a la luz del desarrollo de las relaciones entre ambas potencias para sostener su autoridad y beneficios coloniales económicos y políticos.

Por tales motivos, a nuestro juicio, no merece la memoria de Martens que la ilustre Corte de Justicia Internacional tenga un busto suyo en su sede en virtud de estos antecedentes y más juzgándose allí, tal y como debe hacerse con alto sentido del derecho y la justicia, este caso fundamental del territorio Esequibo ante la inminente necesidad histórica y jurídica de actuar con rectitud y buen criterio para deslastrar de las injusticias del pasado las relaciones internacionales actuales que de aplicarse como corresponde, debe reivindicar a Venezuela en sus sagrados derechos ante una nefasta decisión del pasado que contradice y avergüenza al derecho internacional moderno.

La defensa del Esequibo venezolano puede ser una excelente oportunidad para afirmar la unidad nacional sobre aspectos sustanciales que no podemos descuidar por elemental responsabilidad como país. Venezuela debe defender y recuperar por dignidad patriótica, verdad histórica, fidelidad al derecho, por encima de intereses ajenos a los nuestros, el territorio Esequibo.

jfd599@gmail.com
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