Carlos III y la reinvención monárquica
La Casa de Windsor buscará demostrar su papel y capacidad política de dibujar un horizonte viable y estable a la monarquía en un mundo turbulento, dinámico y en permanente transformación
Hoy Londres es el epicentro global irrebatible. Setenta años después de la Coronación de la Reina Isabel II, la monarca que más tiempo ha reinado de la historia de Inglaterra y de Europa, su primogénito, Su Majestad Carlos III es hoy el Rey del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y soberano de los Reinos de la Mancomunidad de Naciones. En este marco, es oportuno reflexionar sobre el poder político en el Reino Unido, y sobre “La indestronable monarquía británica” como lo describía Lucie Elven en su editorial de diciembre de 2020 en el diario Le Monde Diplomatique
Para J.J Rousseau, el poder es un medio dentro de las relaciones sociales. Siempre interpretado como resultado de una especie de convenio o contrato social. El poder, entonces, es el instrumento que vence las diferencias y hacer prevalecer los intereses generales sobre los individuales; es una condición del contrato social, evitando la guerra de todos contra todos.
Para Max Weber la legitimidad se centra en que: la autoridad se da cuando existe una probabilidad de que las personas obedezcan una orden específica. Se manifiesta cuando las personas obedecen a la autoridad porque consideran que así lo merece. Distingue diversos tipos de legitimidad a saber, la legitimidad tradicional, creencia establecida en la santidad de las tradiciones inmemoriales; la racional – legal, basada en la legalidad de las reglas y en el derecho; la carismática, la más inestable, sustentada en la figura de un líder singularmente atractivo o persuasivo y descansa en la devoción de su seguidores. Por su parte la legitimidad política, se basa en las creencias de los gobernados. Si los ciudadanos creen que los regímenes son legítimos, por la razón que sea, estos gobernantes son legítimos.
En cuanto a los sistemas políticos, encontramos 3 diseños institucionales predominantes, como lo son el sistema presidencialista, sistema parlamentario y modelos híbridos. En el caso del sistema parlamentario el jefe de gobierno es normalmente llamado primer ministro o premier, y es el máximo responsable de la toma de decisiones del país. El jefe de estado puede ser un presidente o un monarca parlamentario que tiene poco o ningún poder efectivo de toma de decisiones y cuya principal misión es simbolizar la unidad y continuidad histórica. En el Reino Unido la Revolución Gloriosa de 1688 estableció un régimen de monarquía parlamentaria inédito en su época.
Como lo explica el profesor Joaquin Varela (1997)según las tesis que John Locke expuso en el «Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil», publicado en 1690, “la Monarquía inglesa estaba limitada por el derecho y había sido establecida por el pueblo mediante un contrato revocable, con el objeto de ser útil a la colectividad. Si bien la soberanía seguía residiendo en el pueblo, el órgano supremo del Estado era el Parlamento, esto es, el Rey, la Cámara de los Lores y la Cámara de los Comunes. Estos tres órganos estaban sometidos a un conjunto de controles y equilibrios mutuos, de tal forma que ninguno de ellos podría ejercer nunca un poder absoluto”.
Pese a que las desigualdades crecen sin cesar en el Reino Unido, agravadas por las consecuencias del Brexit, la pandemia y la Guerra en Ucrania, la monarquía parece conservar su popularidad de siempre, preservando una suerte de inmunidad sociocultural resguardando un valor esencial para los monárquicos la continuidad. Casi dos de cada tres británicos aprueban su existencia. Apenas el 22% desea su desaparición, siendo los escoceses los más hostiles a la institución que el politólogo Harold J. Laski, describía como un “noble jeroglífico” en constante metamorfosis para evolucionar y adaptarse a los nuevos tiempos.
Se preserva la noción jurídica de la Prerrogativa Real, el conjunto de autoridades habituales de privilegios e inmunidades, reconocidas por el derecho consuetudinario y en ocasiones por el derecho civil por la corte de la monarquía como pertenecientes exclusivamente al soberano, concede al monarca británico importantes funciones tales como convocar, prorrogar o incluso disolver el Parlamento, a pedido del primer ministro si este goza del voto de confianza parlamentario. En política exterior, los diplomáticos acreditados en Londres presentan sus cartas credenciales ante el Rey, además de ser la figura que firma los tratados, así como el reconocimiento internacional de Estados y gobiernos. A nivel eclesiástico, Su Majestad el Rey Carlos III será a partir de hoy el gobernador supremo de la Iglesia de Inglaterra.
Otro factor determinante será la Commonwealth o Mancomunidad de Naciones que es probablemente el mayor legado internacional que dejó Isabel II, cuya funcionalidad, que pese a la canalización de procesos políticos y transacciones económicas, ha sido debido al carácter neocolonial que tiene para algunos de los habitantes de las antiguas colonias, con un rol importante de la monarquía británica en naciones como Australia, Canadá o Nueva Zelanda. Existen fisuras; recordemos a fines de 2021, Barbados dejó de reconocer formalmente a Isabel II como reina y se convirtió en una República.
En la coronación de Carlos III y Camila, cargada de varias de las prácticas y algunos objetos con origen en la Edad Media, en los rituales de investidura de los reyes ingleses y escoceses, rodeado de miembro 2 000 invitados y, por primera vez, de representantes de casas reales extranjeras, la Casa de Windsor buscará demostrar su papel y capacidad política de dibujar un horizonte viable y estable a la monarquía en un mundo turbulento, dinámico y en permanente transformación.
Dylanjpereira01@gmail.com
Para J.J Rousseau, el poder es un medio dentro de las relaciones sociales. Siempre interpretado como resultado de una especie de convenio o contrato social. El poder, entonces, es el instrumento que vence las diferencias y hacer prevalecer los intereses generales sobre los individuales; es una condición del contrato social, evitando la guerra de todos contra todos.
Para Max Weber la legitimidad se centra en que: la autoridad se da cuando existe una probabilidad de que las personas obedezcan una orden específica. Se manifiesta cuando las personas obedecen a la autoridad porque consideran que así lo merece. Distingue diversos tipos de legitimidad a saber, la legitimidad tradicional, creencia establecida en la santidad de las tradiciones inmemoriales; la racional – legal, basada en la legalidad de las reglas y en el derecho; la carismática, la más inestable, sustentada en la figura de un líder singularmente atractivo o persuasivo y descansa en la devoción de su seguidores. Por su parte la legitimidad política, se basa en las creencias de los gobernados. Si los ciudadanos creen que los regímenes son legítimos, por la razón que sea, estos gobernantes son legítimos.
En cuanto a los sistemas políticos, encontramos 3 diseños institucionales predominantes, como lo son el sistema presidencialista, sistema parlamentario y modelos híbridos. En el caso del sistema parlamentario el jefe de gobierno es normalmente llamado primer ministro o premier, y es el máximo responsable de la toma de decisiones del país. El jefe de estado puede ser un presidente o un monarca parlamentario que tiene poco o ningún poder efectivo de toma de decisiones y cuya principal misión es simbolizar la unidad y continuidad histórica. En el Reino Unido la Revolución Gloriosa de 1688 estableció un régimen de monarquía parlamentaria inédito en su época.
Como lo explica el profesor Joaquin Varela (1997)según las tesis que John Locke expuso en el «Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil», publicado en 1690, “la Monarquía inglesa estaba limitada por el derecho y había sido establecida por el pueblo mediante un contrato revocable, con el objeto de ser útil a la colectividad. Si bien la soberanía seguía residiendo en el pueblo, el órgano supremo del Estado era el Parlamento, esto es, el Rey, la Cámara de los Lores y la Cámara de los Comunes. Estos tres órganos estaban sometidos a un conjunto de controles y equilibrios mutuos, de tal forma que ninguno de ellos podría ejercer nunca un poder absoluto”.
Pese a que las desigualdades crecen sin cesar en el Reino Unido, agravadas por las consecuencias del Brexit, la pandemia y la Guerra en Ucrania, la monarquía parece conservar su popularidad de siempre, preservando una suerte de inmunidad sociocultural resguardando un valor esencial para los monárquicos la continuidad. Casi dos de cada tres británicos aprueban su existencia. Apenas el 22% desea su desaparición, siendo los escoceses los más hostiles a la institución que el politólogo Harold J. Laski, describía como un “noble jeroglífico” en constante metamorfosis para evolucionar y adaptarse a los nuevos tiempos.
Se preserva la noción jurídica de la Prerrogativa Real, el conjunto de autoridades habituales de privilegios e inmunidades, reconocidas por el derecho consuetudinario y en ocasiones por el derecho civil por la corte de la monarquía como pertenecientes exclusivamente al soberano, concede al monarca británico importantes funciones tales como convocar, prorrogar o incluso disolver el Parlamento, a pedido del primer ministro si este goza del voto de confianza parlamentario. En política exterior, los diplomáticos acreditados en Londres presentan sus cartas credenciales ante el Rey, además de ser la figura que firma los tratados, así como el reconocimiento internacional de Estados y gobiernos. A nivel eclesiástico, Su Majestad el Rey Carlos III será a partir de hoy el gobernador supremo de la Iglesia de Inglaterra.
Otro factor determinante será la Commonwealth o Mancomunidad de Naciones que es probablemente el mayor legado internacional que dejó Isabel II, cuya funcionalidad, que pese a la canalización de procesos políticos y transacciones económicas, ha sido debido al carácter neocolonial que tiene para algunos de los habitantes de las antiguas colonias, con un rol importante de la monarquía británica en naciones como Australia, Canadá o Nueva Zelanda. Existen fisuras; recordemos a fines de 2021, Barbados dejó de reconocer formalmente a Isabel II como reina y se convirtió en una República.
En la coronación de Carlos III y Camila, cargada de varias de las prácticas y algunos objetos con origen en la Edad Media, en los rituales de investidura de los reyes ingleses y escoceses, rodeado de miembro 2 000 invitados y, por primera vez, de representantes de casas reales extranjeras, la Casa de Windsor buscará demostrar su papel y capacidad política de dibujar un horizonte viable y estable a la monarquía en un mundo turbulento, dinámico y en permanente transformación.
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