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Tres tristes tigres…

El cinco de mayo se celebra el Día Internacional de las Aves: Entre las especies de aves más amenazadas en Venezuela están las guacamayas, los loros y pericos: ¡Evitémoslo!

  • ALEJANDRO ANGULO FONTIVEROS

04/05/2023 05:01 am

La bellísima Caracas ––circuida de montañas–– es de una magnífica exuberancia tropical: Ninguna capital en el mundo tiene tánto verde ni está coronada por una selvática montaña tan grande ––a una altitud promedio de 2.144 metros sobre el nivel del mar–– e impresionante como “El Ávila”, pletórica de fauna, hasta con pumas y cunaguaros, y frondosos árboles más riquísima vegetación. A todo lo cual se agrega en la cúspide el fantástico hotel Humboldt con fabulosa vista al mar y a Caracas y nubosas habitaciones. Por eso el valle de Caracas la premia con la mayor cantidad de árboles y aves silvestres a su vera y en su seno que cualquier otra ciudad capital en el mundo.

En tal sentido el precioso y muy bien timbrado reportaje del famoso diario español El País, titulado “Las guacamayas que vigilan el cielo de Caracas”, por el periodista Daniel Pardo para BBC Mundo, en Caracas, el 21 octubre de 2014: “A medida que Caracas se pinta de naranja, bandadas de guacamayas vuelan por sus cielos poniéndole sonido a los siempre memorables atardeceres de la capital venezolana. El eco de sus gritos -que son llamados para recogerse al final del día- reverbera en los edificios, logrando que el caraqueño olvide el caos citadino por un momento, y se regale a sí mismo una sonrisa. Hoy en día, miles de personas las reciben en las ventanas o terrazas de sus apartamentos. Les hablan, le dan de comer, les toman fotos. (…) El valle de Caracas se da el lujo de tener 276 especies de aves, sin contar las que se encuentran en la inmensa cordillera que se ve al norte, conocida como El Ávila. Así que es tradición de los caraqueños poner un plato con semillas de girasol para dar de comer a los "pajaritos". (…) De especies de psitácidos (es decir, guacamayas, loros y periquitos, entre otras), los expertos creen que Caracas puede ser la ciudad capital con más especies del mundo, con 13. (…) A manera de la banda sonora de la ciudad, los alaridos de las guacamayas compiten con los ruidos de las motocicletas, y recuerdan que Caracas es una ciudad supremamente generosa en lo que a naturaleza se refiere. La ciudad no solo tiene el cerro de El Ávila: hacia los otros lados también hay montañas. En los parques urbanos se ven osos perezosos, tortugas y flamencos, entre otros animales, y las urbanizaciones están forradas de árboles con raíces centenarias”.

Vittorio Poggi, en lo alto de Bello Monte, cuidó una guacamaya que encontró perdida en Caracas hace treinta años. "Ella me seguía en la moto y en la camioneta por todo el barrio", le dijo Poggi a BBC Mundo. Y muestra una vieja foto en la que sale él en su moto y la guacamaya volando detrás: “Siempre me han gustado los loros, porque son muy inteligentes, porque después de 20 años vuelven a visitarte”.

Al bellísimo cielo de Caracas ––por azul y luminoso–– lo surcan y adornan con su impresionante plumaje de un colorido resplandeciente muchas parejas de selváticas, ahora citadinas y muy hermosas guacamayas rojas, azules, verdes y amarillas, que también han tomado los balcones para beneplácito de las gentes que las admiran, alimentan y miman porque además de majestuosas son mansas y cariñosas al extremo de sentirse tristes en soledad. Dentro de las aves pequeñas los pájaros ––que llenan de música los árboles y de alegría el espíritu de las personas de buen gusto–– son, con hartura de razones, los preferidos por su hermoso plumaje brillante y máxime por la insuperable belleza de sus cantos melodiosos. En Venezuela son supremamente variados los preciosos trinos, de increíble belleza algunos. Venezuela es paraíso terrenal de pájaros y su avifauna (conjunto de aves) es muy diversa e incluye un total de mil cuatrocientos veinte especies de las nueve mil que hay en el planeta. Venezuela es el quinto país del mundo con más especies de aves, aunque algunos expertos revelaron que el país es el hogar de más de mil quinientas especies e incluidos los simpáticos loros. Esto se debe a que en el extenso y muy diverso territorio ––uno de los más diversos geográficamente–– hay nueve regiones naturales. El muy bonito turpial es el ave nacional de Venezuela y su canto es prodigioso. Muy bello también el de la paraulata llanera (hay otros dos tipos) y bien alegre el del vistoso y animado cristofué, que hasta se lanza en picado en arroyuelos para capturar muy pequeños pececillos y aun en piscinas para beber y juguetear. Imponentes resultan los coloridos querrequerres, que por su bravura identifican de modo coloquial a personas malhumoradas. Y las alegres bandadas de periquitos, así como de sonoras guacharacas cuyo ¿canto? entusiasta es contagioso pero que extrañamente desagrada a unos pocos.

¿Será posible que algunos les tiren piedras a los pájaros? Sí es posible que los apedreen y, por desgracia, también en nuestro país donde, además, hay por algunos la perversión de usar tirachinas o “chinas” en criollo ¡¡para matarlos!! o enjaularlos, que también es mucha crueldad. Y nunca se oyó a ningún gobernante condenar esta crueldad. Nada más aborrecible que la crueldad. Es indefectible la sensibilidad ––en personas de bien, naturalmente–– para poder condolerse del dolor ajeno y muy especialmente de los congéneres u otras personas, así como del sufrimiento de todos los seres. La ideal sensibilidad implica la capacidad de sentir el dolor ajeno y de tener compasión. Quien no tenga sensibilidad y sea incapaz de tener compasión, es cruel. La falta de compasión e insensibilidad general caracteriza de manera principal a los criminales. No quiero decir con esto que quien tire piedras a los pájaros es un criminal, ni tampoco todo el que se deleite con espectáculos crueles como el toreo por ejemplo. No. Así como cuando digo que todos los criminales son mentirosos por naturaleza e inveterada costumbre, no quiero decir que todo el que mienta es un criminal; pero sí afirmo con rotundidad que la coincidencia no es buena sino de mal signo. Punto.

La agresividad es, por desgracia, ingénita en los humanos; pero el gozar con el dolor de otros seres es de muy otra significación en términos del mal y la maldad: La afectividad es la reacción psíquica normal y verbigracia la emoción de lástima por el dolor de otros seres. La frialdad afectiva es inmadurez emocional y hasta un síntoma psicopatológico. La carencia de afectividad causa la obsesión maligna de gozar al hacer el mal, a menudo con refinamiento. Hasta muchos, como Pinatel, caracterizan la personalidad criminal por la indiferencia afectiva. Al criminal nato se atribuyó falta de piedad por el dolor ajeno. El sadismo –aunque su acepción más conocida es la crueldad con el objeto o pareja sexual– también es la crueldad refinada para el goce de quien la ejecuta o contempla…

Por todo eso es indispensable el hacer una selección de los espectáculos públicos y abominar los que inciten a la violencia criminal o a la malignidad… Y es deplorable que, con alguna excepción, aquí todos los Presidentes de la República asistieron con frecuencia a “corridas de toros” o función sanguinaria por antonomasia. El toreo es extremadamente cruel y degradante. Basta recordar el perverso accionar de “la pica”. El sabio y eminente médico venezolano José "Pepe" Izquierdo, expresó en su "Tratado de Tauromaquia": "La pica debe desaparecer... para privar a las corridas de su aspecto sanguinario... He ahí, en su sádica morbidez, el placer de la pica... Su cuerno penetrante en el pecho o el vientre del caballo: esos boquetes de donde la sangre mana como de una manguera o salen las tripas, que son amarradas para rellenar el boquete con estopa y coserlo y arrastrar al sacrificio al noble bruto”. Si Lombroso ––creador de la teoría del criminal nato–– hubiera presenciado una “corrida de toros” y observado al feliz y delirante público taurino, ahíto de sangre y licor, hubiera opinado muy mal y acaso usado eso como ejemplo en sus sabias disertaciones…

En Venezuela hay maltrato a los animales. Incluso contra “el mejor amigo del hombre”, el muy noble perro, respecto al cual recuerdo el epitafio que el bien notable intelectual inglés Byron escribió a la muerte de su perro Boatswain:

“Cerca de este lugar
reposan los restos de un ser
que poseyó la belleza sin la vanidad,
la fuerza sin la insolencia,
el valor sin la ferocidad,
y todas las virtudes del hombre sin sus vicios.
Este elogio, que constituiría una absurda lisonja
si estuviera escrito sobre cenizas humanas,
no es más que un justo tributo a la memoria de
Boatswain, un perro
nacido en Newfoundland, en mayo de 1803
y muerto en Newstead Abbey, el 18 de noviembre de 1808.
Cuando algún orgulloso humano regresa a la Tierra,
Desconocido para la Gloria, pero ayudado por su nacimiento
El arte del escultor agota las pompas de dolor
Y los ataúdes conmemoran a quienes descansan allí.
Cuando todo terminó, sobre la tumba se ve
no lo que él fue, sino lo que debió haber sido.
Pero el pobre Perro, en vida el amigo más fiel,
el primero en saludarte, el más dispuesto a defenderte
Cuyo honesto corazón es propiedad de su dueño
Quien trabaja, pelea, vive, respira por él
Cae sin honores, sin que nadie note su valía,
Y el alma que lo acompañó en la Tierra es rechazada en el Cielo
mientras que el hombre, ¡vano insecto!, desea ser perdonado,
Y reclama un Cielo exclusivo para él”.


En relación con el maltrato animal ha disminuido bastante en cuanto a los perros pues ahora no se ven muchos abandonados ­––como siempre antes–– gracias, en honor a la verdad, a la magnífica “Misión Nevado”. Pero siguen las peleas de gallos; de perros; el toreo y hasta algunos pretenden designar al “coleo” como “deporte nacional”, lo cual sería el colmo del ludibrio internacional para Venezuela: Tan desalmada actividad no es un deporte. No sólo se hace sufrir a los toros sino también a los nobles caballos, a los que Venezuela debe una parte de su libertad. Deporte es sinónimo de nobleza. Y la nobleza excluye la maldad. Así que herir y matar animales para divertirse no es deporte: Prueba de ello es que en las Olimpíadas no se concibe como deporte nada que consista en hacer sufrir animales. No debe ser deporte la crueldad de atormentar animales. No es ningún deporte el coleo y si, como el toreo, es “arte”, es un mal arte. El deporte nacional es el béisbol. Y Venezuela siempre ha dado grandes estrellas en el béisbol ––un mayor número en la actualidad–– y una de ellas está en el Hall of Fame de las Grandes Ligas y nombro con respeto a Luis Aparicio, quien para algunos es el mejor short stop de todos los tiempos.

Una educación integral es el principal bien de un pueblo. Por eso son de gran importancia los espectáculos públicos por su gran influjo en la educación ––buena o mala–– de los pueblos y especialmente en niños y jóvenes. La agresividad y la violencia es el problema más grave que siempre ha tenido la Humanidad. La Constitución de la República establece el derecho a la educación para todos. También la Ley Orgánica de Educación y su reglamento, así como la Ley del Deporte. Así la Ley Tutelar de Menores. También es lógico apelar al Derecho Penal para exigir protección al derecho a la educación y máxime de niños y jóvenes.

Antolisei enseña que “el ordenamiento jurídico actual (…) tiene también una misión educativa (…)”. Frederic Wertham aseguró que “La violencia es tan contagiosa como el sarampión” (la crueldad es antinatural ––al menos en la gente educada–– y por lo tanto es violencia). El eminente criminólogo Dr. Fernando Pérez Llantada, S.J., aseveró que uno de los “sustitutivos penales” es de orden educativo. Y que “Estudios han demostrado que la observación que hacen los niños de la agresión produce una imitación subsecuente, especialmente si el acto agresivo es recompensado”. Para Gabriel Tarde “un proceso psicológico fundamental es la imitación”. Según Pinatel “uno de los factores que influyen (…) en la evolución del criminal son las diversiones”. Bandura expresa que “La observación de violencia fortalece las tendencias agresivas en los niños (…) Los modelos son importantes fuentes de conducta social y no pueden continuar siendo ignorados como una influencia en el desarrollo de la personalidad”. El muy famoso psicólogo estadounidense Jeffrie Goldstein, profesor en la Universidad de Londres, y Presidente del Comité de Medios de Comunicación de la Sociedad Internacional para el Estudio de la Agresión puntualizó ––en su excelente obra “Agresión y Delitos Violentos”–– aseveró que “Los niños no aprenden sólo de recompensas y castigos directos, sino a través de la observación… La capacidad de imitación se observa como un mecanismo mediante el cual se puede efectuar el aprendizaje. (…) De acuerdo con sólidas investigaciones realizadas por Bandura y otros, un niño aprenderá conductas que observa en otros, en tanto ni los otros ni el niño-observador sean castigados por dicha conducta…”. (Bandura es el célebre creador de la teoría del “Aprendizaje Social e Imitación”). También señaló el Estatuto de Menores que “el Consejo Venezolano del Niño ordenará la supresión (…) del vicio o de las malas costumbres en forma tal que puedan ejercer una influencia perjudicial sobre niños y adolescentes”. (Lo subrayo aunque esté derogado pues rige su gran importancia principista).

Por todo esto no resulta vano ––aunque muy probablemente sí estéril–– el insistir en la depuración de los espectáculos públicos por elementales razones de política criminal y en resguardo del derecho, de rango constitucional, a la educación, que se resiente de dichas “diversiones”. Esas aberraciones, llamadas siniestramente “fiestas”, han sido y son, reitero, estimuladas aquí por prominentes políticos. Tan inaudita actitud es fiel reflejo de incapacidad de dirigencia. En verdad, es nefasto que un pueblo disfrute de pedestres y crueles espectáculos y que éstos sean aupados por “líderes”, aunque hoy en menor medida, pues, por ejemplo, tan cruenta cuan chabacana “fiesta” como el toreo se ha ido reduciendo a Táchira, Mérida y Valencia…

Es un deber ––al referirse a esta muy denigrante cuestión–– el encomiar al Fiscal General de la República, Dr. Tarek William Saab, quien lucha en solitario contra la aberración del toreo y honra (“Honrar honra”) la muy alta majestad de su cargo cuando en cumplimiento de su responsabilidad prohíbe la asistencia de niños al toreo, e impetra por la prohibición de tan siniestro cuan vergonzoso espectáculo alabado como “fiesta” en estos términos:

“Mientras se prohiben criminales corridas de toros exhortamos a las autoridades #PROHIBIR el ingreso de niños niñas y adolescentes a las mismas”. Y “además de las corridas de toros, se debe buscar que prohiban las peleas de gallos y perros”.

En pro de tan acertado criterio tiene casi una década y la cita textual es de este año y es muy probable que pase a la Historia como el único alto funcionario que abogó ––con toda la carga semántica de la palabra, por abogado y por intercesor–– por la prohibición del toreo (aunque ciertamente hubo algún otro) a despecho de los abrutados, enfurecidos y crueles fanáticos de tamaña salvajada.

Por desgracia y pese a que el Fiscal General de la República en Venezuela tiene toda la autoridad en defensa de la justicia y del interés público, no le han hecho el caso debido ––aunque creo que logró suspender al menos una corrida–– y en Venezuela sufrimos la vergüenza de todavía tener y auspiciar semejante vileza, indigna del humanitarismo.

Ahora, según anunció con orgullo digno de mejor causa el ministro para el Ecosocialismo, Josué Lorca Vega, trajeron de España cuatro tigres blancos ––una hembra y tres machos–– para el fortalecimiento del Sistema Nacional de Zoológicos: Lo “lamento infinito”, como decía el Libertador, porque felinos tan hermosos, formidables e imponentes ––quizá y sin quizá el animal más maravilloso del universo––, merecen mejor suerte que ser sepultados en una detestable jaula de los “Zoológicos Caricuao y el Pinar”. Otra cosa era el llamado “Safari de Valencia”, donde podían estar en razonable libertad muy vigilada, como hoy se recomienda y acostumbra en buena parte del mundo. Agregó el ministro que “El objetivo es crear un programa de reproducción de esta especie de la que solo hay 2.800 en su hábitat natural”. El qué es muy bueno pero no el cómo: Enjaularlos no es la mejor manera de evitar su extinción y hasta esa crueldad propende a dificultar o aun evitar su reproducción…

Los zoológicos no son refugios para los animales en general ni tigres en particular sino aborrecibles cárceles. Un caso patético es el de un tigre enjaulado por casi toda su vida y cuando ¡¡por fin!! lo llevaron a un safari o “reserva”, no se atrevía a salir de su jaula ya abierta porque ¡¡jamás había pisado la tierra!! Ojalá el ministro ––de cuyas buenas intenciones no dudo–– aconseje y persuada al Gobierno acerca de que una jaula es la más perfecta antítesis del hábitat natural de tan estupendos felinos, que son una creación perfecta de la Naturaleza. Las muy crueles jaulas impiden a los animales hacer lo que les es propio y constituye su felicidad como correr, volar, nadar (muy difícil en miniaturas de acuarios) o unirse con sus compañeros de especie y un largo etcétera. Los zoológicos son una cátedra de maltrato y sufrimiento animal y, para colmo, enseñan tales antivalores al público y sobre todo a niños mucho más influibles. La libertad es un bien máximo. Los animales salvajes pertenecen por derecho propio a la Naturaleza y no deben ser encarcelados en la Patria de Simón Bolívar, o en el País de la Libertad gracias al héroe más glorioso de los fastos universales porque jamás invadió países para robarlos sino para libertarlos.

Alejandro Angulo Fontiveros
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