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La Casona Ibarra de la UCV, patrimonio histórico nacional

Un espacio donde convivimos y resistimos hoy miles de estudiantes, profesores, empleados, obreros y público usuario, bajo las peores condiciones laborales de los últimos 301 años de vida institucional

  • ALBERTO NAVAS

04/05/2023 05:00 am

La Hacienda de caña de azúcar del “Trapiche de los Ibarra”, también conocida como “San Diego”, fue una importante plantación azucarera, papelonera y Trapiche, como también productora de alcohol y aguardientes de calidad, ubicada en el Centro-Este del Valle de Caracas, adyacente a la confluencia de los ríos Guiare y El Valle, muy cercana al antiguo pueblo de Sabana Grande y al caserío de “Quebrada Honda”, por donde pasaba el viejo “Camino Real” que comunicaba a Caracas con el pueblo de Petare. Esta valiosa Hacienda se remonta como productora desde el lejano siglo XVII, pero documentalmente se tiene registro de ella desde el siglo siguiente, hacia 1744, bajo la propiedad de doña María Petronila de Ibarra.

Se trataba de una propiedad muy productiva que contaba, como nos lo refiere la obra del Dr. Ildefonso Leal hacia 1854, con una superficie cultivada de 52 tablones de caña de azúcar, 2 tablones de maíz y caraotas, así como otros de caña amarga. Igualmente, los Ibarra contaban con una Casona hecha de tapias, rafas y tejas de 34 varas de frente por 46 de fondo, habitación para el Mayordomo, una amplia “Oficina de Caña” dotada de los instrumentos de fábrica necesarios, 2 tanques de Guarapo, un Trapiche con ruedas de agua, bombas, calderos, alambiques y hierros para el papelón. Un corral para ganado y bestias, una caballeriza techada, cuatro yuntas de bueyes, instrumentos de labranza y, finalmente, 19 “negros” esclavos, de los cuales 7 eran mujeres.

Por un juicio de Linderos se sabe que para 1793 la propiedad estaba en manos de don Vicente Ibarra, así como que en 1800 fue habitación de Alejandro de Humboldt durante su visita a Caracas, donde se ocupó, además de sus estudios, de bailes y festines que implicaban desfiles en Día de Reyes entre Sabana Grande y la Casona del Trapiche Ibarra. También un Simón Bolívar adolescente, en compañía de sus amigos Diego Ibarra (primo de Bolívar) y José Ángel Álamo (tres futuros próceres) realizaban excursiones y se alojaban en la Casona de la Hacienda Ibarra.

La Hacienda Ibarra estuvo ligada al destino de la Universidad de Caracas siglo y medio antes de la construcción de la Ciudad Universitaria de Caracas (1943-1953), pues el Dr. Francisco de Ibarra (1726-1806), venezolano nacido en Guacara llegó a ser Rector de la Real y Pontificia Universidad de Caracas entre 1758 y 1771, así como el primer arzobispo de Venezuela en 1804. Parte de sus restos parecen estar sepultados cerca del antiguo Oratorio de la Casona. Igualmente, durante 1827, en ocasión de la última visita del Libertador Bolívar a su Caracas, éste se alojó nuevamente en la Casona Ibarra, desde donde despachó como Presidente de la Unión Colombiana y, entre otras gestiones importantes, realizó reuniones con el Dr. José María Vargas, entonces Rector de la naciente Universidad Central de Venezuela, para discutir y aprobar los Estatutos Republicanos de la UCV, elaborados por las comisiones del Claustro Pleno.

En tiempos de la Guerra de Independencia fueron propietarios de la Hacienda don Vicente Ibarra y su esposa Ana Teresa Toro, propiedad heredada por sus hijos Andrés y Diego Ibarra, ambos oficiales del Ejército Libertador y, este último, edecán de Bolívar, quien, como propietario, se encargó de la modernización de la Hacienda antes de 1852, dotándola de nuevos equipos, especialmente de un moderno Alambique comprado en New York por 2.000 pesos. Dando así inicio a una importante producción del reconocido “Aguardiente Ibarra” y de alcohol para fines de perfumería y farmacia. A fines del siglo XIX la finca estaba en pleno esplendor, con 115,8 hectáreas, regadas por 6 acequias, caña de azúcar, Trapiche y vacas lecheras, en un clima favorable a 875 metros sobre el nivel del mar. Aún para tiempos del gomecismo, hacia 1932, la Hacienda Ibarra producía más de 1.200 cargas de aguardiente, pero la expansión de la capital caraqueña ya amenazaba hacia el Este del valle y la Hacienda Ibarra empezaba a ser codiciada para esa extensión urbana, pensándose inicialmente en la construcción de edificios para los poderes públicos.

Ante los proyectos iniciales para construir una Ciudad Universitaria para Caracas, nacidos en la cabeza del Rector Dr. Antonio José Castillo desde 1937, y una vez descartados los terrenos de El Valle y El Pinar al Suroeste de Caracas, terminó por imponerse la tesis de adquirir la Hacienda Ibarra, por la calidad de su suelo y su ubicación céntrica en la futura Caracas, especialmente por recomendación del Ingeniero Armando Vegas, miembro del equipo del Ministerio de Obras Públicas (MOP), quien apoyado por el Arquitecto Carlos Raúl Villanueva y el ingeniero Herrera Umerez desarrollaron el proyecto definitivo de la gran obra arquitectónica y urbanística.

El 11 de mayo de 1943, el Dr. Oscar Machado Zuloaga presentó al MOP un avalúo de la Hacienda Ibarra por Bs. 6.530. 571.oo, incluyendo los 58.710 metros cuadrados de terrenos, la Casona, trapiche y demás construcciones, el metro cuadrado de terreno fue calculado a Bs. 8, oo el metro cuadrado. Pocos meses después el presidente Gral. Isaías Medina Angarita decretó, el 4 de octubre de 1943, la creación del “ICU” Instituto de la Ciudad Universitaria, adscrito al MOP y, el 9 de noviembre se realizó la compra de la Hacienda a los herederos de la familia Ibarra por el precio de Bs. 6.250.000, oo

Los Ucevistas y los venezolanos tenemos pendiente celebrar el próximo 4 de octubre de 2023 los 80 años del decreto de creación de la Ciudad Universitaria de Caracas, así como también, el 2 de diciembre de este mismo año, el 70 aniversario de la Inauguración de dicha obra de urbanismo académico, arquitectónico, artístico y de ingeniería moderna, reconocida por la UNESCO como Patrimonio Mundial. Un espacio donde convivimos y resistimos hoy miles de estudiantes, profesores, empleados, obreros y público usuario, bajo las peores condiciones laborales de los últimos 301 años de vida institucional.

ANB Cronista de la UCV.

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