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Desilusión política: moneda de 3 caras

En Venezuela la desafección política tiene un indicador en la proporción abrumadora de la mención “ninguno” como respuesta ante la pregunta en las encuestas sobre cuál es su candidato o líder preferido

  • DANIEL ASUAJE

03/05/2023 05:00 am

Raquel era una bella muchacha de 14 años de la que yo me había enamorado perdidamente a la tierna edad de 9. Me atraía, me dejaba boquiabierto verla pasar y fantaseaba con darnos besitos en las mejillas, jugar juntos y caminar tomados de la mano. Eran las cosas que yo imaginaba como las actividades propias de los enamorados. ¿Qué otra cosa podían hacer? Bueno, en realidad sí tenía otras especulaciones fomentadas por las ciencias manuales ocultas de los mayorcitos nuestros, pero eran cosas que no se me ocurría hacer con Raquel pero que me gustaría de cualquier modo hacer. Un día pasó lo inevitable, vi a Raquel tomada de la mano con un chico de su edad. Se me derrumbó el día, no presté atención en clase, no me comía la merienda y al volver del colegio me encerré en mi cuarto para no recuperar mi estabilidad sino días más tarde después de fantasear como la conquistaba con poesías de mi puño y letra, después fue cavilar sobre como la interceptaba y le descargaba mi desilusión. Finalmente opté por no mirarla más y fijarme en otras niñas más cercanas a mi edad. La erradiqué para siempre.

Las neurociencias han puesto de manifiesto que el enamoramiento activa una combinación de hormonas llamado “coctel del amor” constituido por dopamina, serotonina, oxitocina y norepinefrina y hay indicios de que una experiencia parecida sucede con el liderazgo carismático, aunque la evidencia no es concluyente. Lo cierto es que también se experimenta una cascada hormonal diferente ante la decepción amorosa y que puede establecerse cierto paralelismo entre ella y la decepción política. En el caso de las rupturas políticas la decepción suele traducirse en sensación de traición, lo cual promueve respuestas bastante radicales. Todos conocemos la virulencia con la cual los conversos suelen atacar a sus antiguos correligionarios o la indiferencia feroz en la que comúnmente mutan las adhesiones apasionadas.

En Venezuela la desafección política tiene un indicador en la proporción abrumadora de la mención “ninguno” como respuesta ante la pregunta en las encuestas sobre cuál es su candidato o líder preferido. Lo curioso es que en nuestro país cerca del 80 % de los electores considera que las elecciones son el medio más idóneo para ´producir el cambio político en el país, que más del 51% por ciento desea participar en actividades ciudadanas en beneficio de su comunidad, y que hay una muy apreciable participación en asociaciones de vecinos y consejos comunales, así como una participación activa numerosa en protestas ciudadanas. Como dato interesante durante el año pasado hubo 10426 protestas ciudadanas por el estado de los servicios públicos, exigencias de ajustes salariales y contra el costo de la vida, promediando aproximadamente 28 protestas diarias. Todos estos datos nos dicen que hay actividad política sin partidos políticos.

En consecuencia el asunto no es la participación en la política, es la desafección de la política partidista. Los principales responsables de esta desafección son tanto los partidos como el gobierno y pone en riesgo el éxito de las primarias y las posibilidades de un triunfo opositor en las próximas elecciones del 2024 y 2025. Estos procesos confrontan tres situaciones que amenazan la posible derrota del electoral del régimen.

El primero es la pugna fratricida entre los partidos políticos. Son tantas las descalificaciones mutuas que no pueden aspirar que alguien tenga buena imagen de alguno de ellos. Lo segundo es el miedo al “coco” de las máquinas de votación, cuando la realidad es que el problema no es la votación automatizada sino los niveles de participación y vigilancia del proceso mediante testigos electorales, realización de las auditorías, presencia activa de los electores y de veeduría internacional. El enfrentamiento por el sistema de votación conducirá a que sea cual sea la solución adoptada no termine por ser de la aceptación de los perdedores quienes de seguro gritarán que hubo malas prácticas. El tercer asunto amenazante es el de la votación de los venezolanos migrantes. Si no se satisface el pedimento se cuestionarán los resultados por no ser representativos de la voluntad de todos los venezolanos y si se satisface se corre el riesgo de elegir un candidato que no sea el preferido de quienes sí efectivamente pueden votar, lo que podría desestimular su concurrencia a las urnas.

Por estas razones sea como caiga la moneda de la suerte electoral, ni que caiga de canto parece ser favorable, pero realizando un pacto de confrontación como caballeros, informando debidamente sobre la votación automatizada o manual y la aceptación de que no es posible que todos puedan ejercer su derecho a votar dadas las limitaciones existentes, podrá cambiarse la moneda de la suerte electoral. No es fácil ni satisface todas las aspiraciones, comenzando por las mías, pero la política es la consecución de resultados posibles dadas las condiciones en juego, no la persecución de fantasías.

@AsuajeGuedez
asuajeguedezd@gmail.com
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