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Entre tumbas y olvidos

RAFAEL DEL NARANCO. Otro tema que está dividiendo a España se centra en lograr que los restos del general Francisco Franco -dictador a cuenta de la Gracia de Dios- salgan del Valle de los Caídos

  • RAFAEL DEL NARANCO

21/07/2018 05:00 am

Ese país llamado España que aún se envuelve en los sopores de la charanga y la pandereta, el olé que zarandea y la vieja hidalguía de su estirpe, posee en mí, “españolito del éxodo y el llanto”, un afecto surgido en la nacencia. No diré que soy un hispánico de profesión y oficio algo venido a menos, que con los años, el cansancio y los caminos andados han ido dejando en nuestro cuerpo un viento de secano entre las venas. 

No hace falta decirlo quizás, y aún así exteriorizo: soy en cierta manera simétrico a las catedrales medievales, los patios andaluces, los colmados extremeños y los “chigres” asturianos, cimentados manzanos, de jaras, chopos, olmos, almenares, brisas del Mediterráneo, olas bravas del Cantábrico y polvo seco de los caminos de Castilla la Vieja. A la par me doy cuenta de que nuestros mayores han germinado al amparo de los almendros en flor y las cerezas cristobalinas. 

El antiquísimo eslogan “África comienza en los Pirineos”, no ha sido solamente una expresión, sino el empuje que creó demasiado detrimento, y así, sobre esa proclama, transitamos las décadas del siglo más emblemático de la historia moderna con dos conflictos abarrotados de millones de muertos y una guerra civil -la nuestra, “Spain is different”- mientras se enaltecieron asombrosos descubrimientos científicos, fuertes desarrollos sociales y naves tripuladas buscando el horizonte del cosmos. 

La dictadura franquista atestada de alucinaciones, era demasiado esperpéntica para caudillo alguno, y aún al precio de la sangre, una vez caído, fue posible abrir el tragaluz cuyo “alba arrancó la ropa de la oscuridad”, y convertir el país de Chicuelo y Cortadillo en europeo con billete de primera clase. 

Hoy la majada de los Toros de Guisando, en la que Isabel, la hermanastra del rey de Castilla, Enrique IV, fue proclamada heredera y comenzó a ser “La Católica”, tiene la fuerza bien ganada de las reses bravas, es decir, buen hierro y mejor casta.

Siendo uno mismo ciudadano pleno de nuestro planeta azul, sigo siendo un producto típico de una casta repleta de arados, fe, dudas, coraje, poemas, noches perdurables y amanecidas espléndidas en cualquier parte de esta piel arrugada de asno, toro o mula prieta, y es que al buen decir de los historiadores Fernando García de Cortázar y José Manuel González Vesga: 

“A veces, la conciencia de pertenecer a una misma familia y la lucha por defenderla del extraño se impusieron sobre cualquier pensamiento; otras, se exageraron las diferencias, buscando romper los vínculos estrechados por los años entre las culturas peninsulares”. 

Jorge Luis Borges -siempre para bien Borges- fue claro: “Si de algo soy rico es de perplejidades y no de certezas”. Sin duda plasma al carbón la España de ahora mismo y de siempre, siendo así que Eugenio de Nora expresara: 

“España, España, España. Dos mil años de historia no acabaron de hacerte”. 

En otras ocasiones hemos mencionado que el individualismo en cada autonomía regional española, sin pensar en el mañana de todos, está llevando al país a un hueco ennegrecido. Quizás no se complete ahora mismo la malaventura anunciada, pero no hay duda, sucederá. 

Ahora, el otro tema que está dividiendo a la España carpetovetónica se centra en lograr que los restos del general Francisco Franco -dictador a cuenta de la Gracia de Dios- salgan del Valle de los Caídos donde está enterrado. 

Esto ya lo hemos aludido en otra columna, y aún así, siendo tema casi diario en las últimas semanas de unos días calurosos mientras a la par llueve torrencialmente, regresar a ese suceso político no es una “serpiente de verano”. 

El gobierno socialista, con el presidente Pedro Sánchez, tienen la palabra empeñada para que eso suceda. 

Aquel general pequeño, introvertido, construido de silencios recónditos y cortantes, ¿fue en realidad, como apuntaba Reig Tapia, un santo cruzado, el último caballero cristiano, o un frío e implacable justiciero que aterró a los vencidos con una represión de masas tan cruel que solamente entendieron sus aliados los nazis? 

Sería ya hora, tras 42 años con aquel cadáver sepultado bajo una losa de granito, de ir esparciendo odios y malaventuras sobre los surcos de la España de hoy. No es fácil mientras vivan compatriotas de ambos lados que tengan a sus deudos en fosas desconocidas mientras corran lágrimas y desgarros. 

No han terminado de andar la ancha piel de toro reseca los periquitos gacetilleros de Valle Inclán recorriendo la redondez del ruedo ibérico, ya que en los colmados, las tascas, chigres, tabernas blancas de cal y olés que estremecen, siguen pegados en sus paredes los bandos de los “caídos por Dios y la Patria” y los que lo hicieron bajo viento dulcificado de la libertad democrática. 

Habrá aún en la ancha piel de toro un largo trecho de tumbas y olvidos para cubrirla con un puñado de violetas.

rnaranco@hotmail.com
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