“La vida siempre sonríe, el crimen siempre es prepotente. Un embarazo puede ser un sueño. Un aborto es una desgracia porque es un crimen”
El sábado pasado tuve la oportunidad de compartir con familias muy variadas en la sala de espera del Hospital Dr. Luis Ortega en Porlamar: el Centro Asistencial público más importante de Margarita.
Había mucha gente y muy variada. Junto al dolor, también había mucha alegría. Muchos jóvenes me decían que sus esposas, o “pareja” estaban dando a luz o que su hijo ya había nacido, otros estaban en proceso. Varón, niña: siempre la esperanza de un bebé. Algunos preocupados por complicaciones: todos dispuestos a rezar para que las madres y los bebés salieran con bien. El denominador común era la alegría de la vida porque los niños siempre son una bendición de Dios. Y todos dispuestos a bautizarlos para consagrarlos a Dios.
Nadie ante los niños pone mala cara. Las mujeres embarazadas y los esposos se acercan para que les bendiga con el deseo de llevar adelante la familia.
Sonrientes
Siempre son caras sonrientes, nunca de mujeres u hombres gritando “libertad” porque sientan que un hijo esclaviza o deforma un cuerpo; tampoco mujeres buscando igualdad con la excusa de un pretendido derecho a interrumpir el embarazo (lo llaman aborto), o de gente con caras de odio o de rabia.
La vida siempre sonríe, el crimen siempre es prepotente. Un embarazo puede ser un sueño. Un aborto es una desgracia porque es un crimen. La vida es un regalo y una promesa, la muerte provocada del no nacido es un final cruento, violento e injusto.
Parecen cosas de otro mundo, ¡pero no! Es en los sectores más pobres y sencillos, donde se nota mucho más que la vida es un regalo que todos recibimos con alegría.
Hay que tomar la vida como una responsabilidad de la que recibiremos bendiciones porque es lo más grande que el buen Dios puede darnos a cada uno. ¡Viva la Vida!
fcastroa@gmail.com
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