La carta iberoamericana digital
Los algoritmos que fundamentan la inteligencia artificial deben ser implementados dentro de valores y principios con las. Vivimos en un nuevo ecosistema social, empresarial y educativo que necesita regulación en función del bien común
La XXVIII Cumbre Iberoamericana se realizó hace una semana en República Dominicana, el lema fue” Juntos por una Iberoamérica justa y sostenible”. La Declaración final recogió los principales temas de interés y de mayor urgencia entre ellos se le dio mucha importancia a la revolución digital que vive en el planeta y donde los Iberoamericanos deberíamos estar.
Hemos pasado de la sociedad evolutiva a la realidad disruptiva de lo virtual con la robótica, la Big Data y la inteligencia artificial. Después de la pandemia del COVID 19 lo digital se ha impuesto en áreas como la educación, la medicina y el trabajo. El espacio virtual necesita la regulación jurídica y su proyección ética.
El Derecho nacional e internacional debe responder a estas nuevas realidades y ante el fenómeno de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC), con la protección necesaria a los Derechos Fundamentales de la persona humana con leyes, tratados e instituciones multilaterales. Así ha procedido la Unión Europea a nivel comunitario y en las Constituciones de los veintisiete Estados, donde han buscado orientar y reglamentar las políticas públicas y privadas para el uso y manejo de estas tecnologías inclusive previendo los futuros procesos de las interfaces del cerebro y los ordenadores.
Esta era digital nos ubica en la Post-modernidad, en un nuevo ecosistema de usos y escalas, de inmediatez y cercanía y de plena información; esta aceleración de la tecnología y la búsqueda de resultado, hace realidad la superación del tiempo y del espacio, con aceleración numérica en sociedades complejas. Puede asimilarse a lo expresado por Zygmunt Bauman en la descripción de la Sociedades Liquidas, que impiden la estabilidad de la vida social por la incertidumbre y por la inmediatez. Para Bauman las personas renuncian con facilidad a la realización de una experiencia auténtica de libertad, se deja de lado la reflexión sobre valores como la verdad y la bondad, privilegiando la utilidad.
El Estado ha ido perdiendo la gobernabilidad y la Nación su unidad y legitimidad, dejando todo al mercado digital, por eso la necesidad de la ingeniera y la arquitectura jurídica de esta nueva realidad.
Vivimos como lo señala el filósofo Byung-Chul Han en un “Enjambre”. En esta realidad virtual se rompe el mensaje del mensajero, despersonalizando al individuo. Somos un enjambre de personas aisladas sin alma y sin voz, donde solo se genera ruido en las diferentes redes. Este enjambre digital ha modificado el lenguaje, la cultura, las amistades y relaciones familiares. Ya no hay distancias físicas ni mentales, menos el contacto personal; ya no se mira a los ojos sino a la pantalla, donde la imagen no tiene temporalidad. El efecto socializante de la familia, de la escuela y de la fábrica se diluye en la telecomunicación donde lo fundamental es cazar la información al margen de la confirmación de la misma.
Uno de los de los grandes desafíos de la ciencia y de la tecnología hoy, es la humanización de la revolución digital. Filósofos y juristas tratan de profundizar en la complejidad de la inteligencia artificial y su relación con quien hasta ahora era el único actor en la interpretación del mundo y de sí mismo. Una máquina por perfecta que sea no podrá tener criterios éticos, imperativos morales, ni responder a normas jurídicas. Sería imposible atribuir a un robot una escala de valores y los juicios antinómicos del bien y del mal.
Los algoritmos que fundamentan la inteligencia artificial deben ser implementados dentro de valores y principios con las. Vivimos en un nuevo ecosistema social, empresarial y educativo que necesita regulación en función del bien común y el desarrollo personal.
El Derecho en su dimensión ontológica nos presenta el desplazamiento de la realidad de lo analógico a lo virtual, pero siempre continuando todo en el mundo del ser y frente a la nada y dentro del tiempo. esto referido al marco Heideggeriano en su estudio de la existencia humana y en la historia del ser. El fenómeno de las nuevas tecnologías obliga a la creación de un nuevo derecho.
Las ciencias jurídicas tendrán que abrirse a los informáticos o los ingenieros de conocimiento legal, con el necesario puente entre lo jurídico y lo tecnológico. Las facultades de Derecho deben ponerse al día para los futuros juristas con el uso de la robótica, la Big Data y la inteligencia artificial. Debiera ser obligatorio en las facultades de Derecho comprender y valorar estas nuevas tecnologías.
En nuestra labor docente en el campo del Derecho Internacional incluiremos estos nuevos estudios con las propuestas necesarias a los parlamentos (MERCOSUR, CAN y PARLASUR) para la elaboración de leyes comunitarias y nacionales referidas al mundo virtual siempre con el imperativo de la justicia y de la libertad.
Correo: jcpineda01@gmail.com - grupobrujulainternacional@gmail.com
Instagram: jcpinedap
Twitter: Jcpinedap
Hemos pasado de la sociedad evolutiva a la realidad disruptiva de lo virtual con la robótica, la Big Data y la inteligencia artificial. Después de la pandemia del COVID 19 lo digital se ha impuesto en áreas como la educación, la medicina y el trabajo. El espacio virtual necesita la regulación jurídica y su proyección ética.
El Derecho nacional e internacional debe responder a estas nuevas realidades y ante el fenómeno de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC), con la protección necesaria a los Derechos Fundamentales de la persona humana con leyes, tratados e instituciones multilaterales. Así ha procedido la Unión Europea a nivel comunitario y en las Constituciones de los veintisiete Estados, donde han buscado orientar y reglamentar las políticas públicas y privadas para el uso y manejo de estas tecnologías inclusive previendo los futuros procesos de las interfaces del cerebro y los ordenadores.
Esta era digital nos ubica en la Post-modernidad, en un nuevo ecosistema de usos y escalas, de inmediatez y cercanía y de plena información; esta aceleración de la tecnología y la búsqueda de resultado, hace realidad la superación del tiempo y del espacio, con aceleración numérica en sociedades complejas. Puede asimilarse a lo expresado por Zygmunt Bauman en la descripción de la Sociedades Liquidas, que impiden la estabilidad de la vida social por la incertidumbre y por la inmediatez. Para Bauman las personas renuncian con facilidad a la realización de una experiencia auténtica de libertad, se deja de lado la reflexión sobre valores como la verdad y la bondad, privilegiando la utilidad.
El Estado ha ido perdiendo la gobernabilidad y la Nación su unidad y legitimidad, dejando todo al mercado digital, por eso la necesidad de la ingeniera y la arquitectura jurídica de esta nueva realidad.
Vivimos como lo señala el filósofo Byung-Chul Han en un “Enjambre”. En esta realidad virtual se rompe el mensaje del mensajero, despersonalizando al individuo. Somos un enjambre de personas aisladas sin alma y sin voz, donde solo se genera ruido en las diferentes redes. Este enjambre digital ha modificado el lenguaje, la cultura, las amistades y relaciones familiares. Ya no hay distancias físicas ni mentales, menos el contacto personal; ya no se mira a los ojos sino a la pantalla, donde la imagen no tiene temporalidad. El efecto socializante de la familia, de la escuela y de la fábrica se diluye en la telecomunicación donde lo fundamental es cazar la información al margen de la confirmación de la misma.
Uno de los de los grandes desafíos de la ciencia y de la tecnología hoy, es la humanización de la revolución digital. Filósofos y juristas tratan de profundizar en la complejidad de la inteligencia artificial y su relación con quien hasta ahora era el único actor en la interpretación del mundo y de sí mismo. Una máquina por perfecta que sea no podrá tener criterios éticos, imperativos morales, ni responder a normas jurídicas. Sería imposible atribuir a un robot una escala de valores y los juicios antinómicos del bien y del mal.
Los algoritmos que fundamentan la inteligencia artificial deben ser implementados dentro de valores y principios con las. Vivimos en un nuevo ecosistema social, empresarial y educativo que necesita regulación en función del bien común y el desarrollo personal.
El Derecho en su dimensión ontológica nos presenta el desplazamiento de la realidad de lo analógico a lo virtual, pero siempre continuando todo en el mundo del ser y frente a la nada y dentro del tiempo. esto referido al marco Heideggeriano en su estudio de la existencia humana y en la historia del ser. El fenómeno de las nuevas tecnologías obliga a la creación de un nuevo derecho.
Las ciencias jurídicas tendrán que abrirse a los informáticos o los ingenieros de conocimiento legal, con el necesario puente entre lo jurídico y lo tecnológico. Las facultades de Derecho deben ponerse al día para los futuros juristas con el uso de la robótica, la Big Data y la inteligencia artificial. Debiera ser obligatorio en las facultades de Derecho comprender y valorar estas nuevas tecnologías.
En nuestra labor docente en el campo del Derecho Internacional incluiremos estos nuevos estudios con las propuestas necesarias a los parlamentos (MERCOSUR, CAN y PARLASUR) para la elaboración de leyes comunitarias y nacionales referidas al mundo virtual siempre con el imperativo de la justicia y de la libertad.
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