Ser padre es una labor compleja, para la cual no nos instruimos de manera adecuada. Si bien es el trabajo más importante de todos -puesto forma a las generaciones venideras- solemos dejarlo al azar y a la improvisación. Por ello la sociedad ha considerado apropiado celebrar el día, pese a que el mismo esté peligrando cada vez más. Al parecer cada vez más escuelas están eliminando la festividad para evitar herir ciertas susceptibilidades; puesto existen niños que no tienen padres vivos, presentes, o que respondan al género en cuestión. Porque es la tendencia actual la de, en su intención por no discriminar a algunos, se termina discriminando a todos.

Criar no ha de ser fácil, y mucho menos cuando tu hijo nace con una condición. Es por ello que los Estados, en general, ofrecen ayuda ante las situaciones de discapacidad. Pese a que el peso real lo carga la familia, quien se espera, como mínimo, la empatía de la sociedad para poder sobrellevarla. Un caso reciente le ocurrió a Tommaso, un muchacho ciego y sordo (con una condición cognitiva compleja) que, junto a su madre, fue a pasar unas vacaciones en Trentino, Italia. La reservación la hacen en el hotel Colbricon, sin señalar la condición de Tommaso pues en ningún momento se ve relevante hacerlo.

Al poco tiempo de haber llegado, se dirigieron al restaurante del hotel para cenar. Durante la misma, el staff -de quien se espera cierta colaboración- le manifiesta con una cordialidad hipócrita, que tienen que retirarse porque están molestando a los demás clientes. No sé qué pudo haber hecho Tommaso para causar tanta incomodidad a su entorno, pero seguramente nada pudo haber sido tan grande para que los clientes, con una empatía inexistente, llegaran a quejarse y pedir la remoción del muchacho. Ni hablar del hotel que se presta para este tipo de recomendaciones.

Dicen que la inteligencia artificial es el futuro. Pues esperemos que ella venga con más “humanidad”, que la que tienen los propios humanos.

Nota al pie: Jornadas tempraneras

No en todos los países se inician las clases a las 7 de la mañana. Al contrario, muchos de ellos prefieren optar por un horario más cómodo que permita que los padres organicen bien su tiempo y tengan un descanso apropiado. Al final, las clases tempraneras, no sólo afectan a la disciplina del niño, sino también a la vida de aquellos que se ocupan de ellos. En Italia, por dar un ejemplo, el inicio de las clases es a las 9 de la mañana, compensando con los días sábados. Una jornada que comienza más tarde, pero que se prolonga un día más de la semana.

No sé cuál es la motivación del horario de las 7am, pero debo decir que no creo que afecte al rendimiento de manera positiva. En nuestro caso, enseñamos a esa hora, y hemos podido constatar que la motivación por ir a clase disminuye de manera considerable. Y, una vez en el aula, las caras somnolientas y los bostezos prolongados imposibilitan transferir adecuadamente los conocimientos. Es un horario complejo, que demanda de gran disciplina para cumplirse. Ya que un sueño incompleto, será el responsable de muchas condiciones de salud. Sin contar que no dormir, en promedio, 7 horas y media al día, podría ser el principal factor de un bajo rendimiento.

Indonesia quiso probar un nuevo sistema, único a nivel mundial. Cinco y treinta es el horario de entrada en Kupang, capital que sirve para el proyecto piloto para los madrugadores. Si a las 7am hay poca luz, mucho menos una hora y media antes. Los muchachos caminan como zombis por las calles mientras se dirigen a las aulas. Ya la medida ha causado alarmas y ciertos expertos dicen que, más allá de mejorar la disciplina de los jóvenes, aumentarán los problemas de salud y el estrés.

La evolución humana resulta curiosa. Antropológicamente, los horarios y las jornadas no son caprichos y respondían a la claridad del día, siendo el sol aquel que guiaba nuestras actividades diarias. Y, al parecer, sigue siendo así en muchos lugares. Olvidando quizá, que existe la luz eléctrica la cual nos acompaña de hace más de un siglo.

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