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El boom y la literatura

Si bien no sabemos con precisión la fecha de inicio del boom latinoamericano (es más, muchos dudan de su existencia por considerarlo mero artificio propagandístico), tampoco tenemos la certeza del año preciso de su cierre

  • RICARDO GIL OTAIZA

26/03/2023 05:03 am

Muchos pensaron, cuando se dio el denominado boom latinoamericano, en la década de los años sesenta del siglo XX, que sería algo efímero, producto solamente del inmenso aparataje montado en cuanto a la promoción y a la difusión de las obras de un puñado de autores de este lado del mundo, pero resulta que aún hoy, varias décadas después, y cuando solo queda vivo Mario Vargas Llosa como protagonista principal de aquel suceso, es motivo de estudio y hasta de admiración por parte de quienes se acercan a sus predios para intentar comprender cómo fue posible aquel portento, qué lo sostuvo, y cuáles han sido las consecuencias en las letras latinoamericanas y de la lengua española en general.

Tanto es así, que este mismo año 2023 se anuncian en España un par de obras que hacen referencia al boom y a sus líderes: la novela Los genios del peruano Jaime Bayly, que se acerca desde la ficción a las figuras controversiales de Vargas Llosa y García Márquez y Las cartas del Boom, cuya edición es de Carlos Aguirre, Gerald Martin, Javier Munguía y Augusto Wong Campos, referida a las cartas cruzadas en la década de los sesenta entre Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, todo lo cual trasluce, si no la fuerza de antes, porque el tiempo todo lo dirime y lo borra, sí un vivo interés por desentrañar los hilos que movieron todo aquello, los catalizadores de un fenómeno único quizá en el contexto planetario, y qué impacto trajo consigo en el derrotero literario en diversas orillas.

He vuelto a leer Historia personal del boom del chileno José Donoso, uno de los integrantes del grupo de autores consagrados para entonces, y me he empapado de nuevo de la dinámica de un acontecimiento difícil de precisar en el tiempo, ya que si bien es cierto que todo se “desata” o germina con la publicación en una misma década de novelas tan emblemáticas como La ciudad y los perros (1962), La casa verde (1965) y Conversación en La Catedral (1969) de Vargas Llosa, Rayuela (1963) de Julio Cortázar, El coronel no tiene quien le escriba (1962) y Cien años de soledad (1967) de García Márquez, La muerte de Artemio Cruz (1962) de Carlos Fuentes, El señor presidente (1967) de Miguel Ángel Asturias y El obsceno pájaro de la noche (1970) de José Donoso, no deja de ser cierto también que detrás había extraordinarios maestros con una obra excepcional, que constituyeron una antesala magnífica para lo que llegaría después, y me refiero a autores como Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Manuel Puig, Ernesto Sabato, Alejo Carpentier, Arturo Uslar Pietri, José Lezama Lima y Juan Carlos Onetti, con obra consolidada y con una fama y un prestigio, si bien no apoteósicos para entonces, ni con la difusión que llegarían a tener los autores principales del boom, se erigirían con el correr del tiempo en figuras claves de la literatura latinoamericana, y tendrían sus propios espacios e impactos regionales y globales.

Gravitando en una especie de nube hallamos figuras que se las asocia temprana o tardíamente al boom (Donoso, esquemático como era, gustaba asignarlas a subcategorías como protoboom, boom-junior, petit-boom, etc., lo que me parece ridículo), pero que yo diría que no requirieron de él para alcanzar su gloria porque brillo era lo que les sobraba, me refiero a autores como Guillermo Cabrera Infante, Salvador Garmendia, Adriano González León, Alfredo Bryce Echenique, Augusto Monterroso, Augusto Roa Bastos, Mario Benedetti, Adolfo Bioy Casares, Manuel Mujica Láinez, Sergio Pitol, Jorge Edwards (recientemente fallecido), Enrique Lafourcade y el propio Antonio Skármeta, quienes alcanzaron sus propios estándares y llegaron incluso a forjar escuela.

Si bien no sabemos con precisión la fecha de inicio del boom latinoamericano (es más, muchos dudan de su existencia por considerarlo mero artificio propagandístico), tampoco tenemos la certeza del año preciso de su cierre, lo que sí podemos tener meridianamente claro, es que alcanzó un pico o una cima que los estudiosos logran ubicar a mediados de los sesenta y ese pico fue descendiendo en la década de los setenta, pero hay un hecho importante que marcó un punto de inflexión en el cogollo de aquellos autores y la pérdida de su unidad ideológica, y fue el denominado caso Padilla en 1971, que destapó la olla del régimen cubano y logró que varios de aquellos autores se horrorizaban con lo que veían, y vino entonces el desencanto, el quiebre de la “unidad” y hasta el distanciamiento entre ellos: uno de los que se apartó de Cuba y de su régimen fue precisamente Vargas Llosa, pero Cortázar y García Márquez continuaron abrigando el sueño del ideal comunista y de sus “beneficios para todos”. El tiempo les quitó la razón.

El boom latinoamericano nació con grandes autores, y la calidad de sus obras nadie en su sano juicio la pondría en duda, pero no todo fue romántico ni inocente, por supuesto que hubo maquinaria tras ellos, intereses crematísticos que apostaron al éxito, a los grandes tirajes, y fue el inicio de la era de los agentes literarios que pelean por lograr los mejores contratos y las más altas ganancias: la gran madrina de todo aquello fue la agente catalana Carmen Balcells, junto al editor Carlos Barral del emporio Seix-Barral, ambos, qué duda cabe, artífices del boom, junto a la revista Mundo Nuevo, y a su director Emir Rodríguez Monegal.

rigilo99@gmail.com
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