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La pasión literaria

La literatura es crecer, ampliar los horizontes y perderse en la desmesura del existir, es ahondar más allá del ahora y percibir lo que muchos no son capaces de hacer, y un libro te lleva a otro, y a otro más

  • RICARDO GIL OTAIZA

23/03/2023 05:02 am

Nada atrapa más que la literatura, sin darte cuenta estás en sus brazos, te lleva por diversos territorios y te hace poseso de su encanto, tanto es así que ya no miras más al mundo como antes, todo lo haces bajo su óptica, la existencia cambia de rostro y con él todo lo que acontece, y es así como vives escindido, dividido entre la realidad y la fábula, y hasta tus sueños se hacen testigos de la desmesura y te dejas llevar, te abandonas, te entregas sin mirar atrás, es como vivir muchas vidas, ser actor en medio de un escenario y a cada vuelta de tuerca asumes una nueva circunstancia o un nuevo aspecto, y danzas frenético, llevado por el ritmo interior: cada momento y cada hecho son en sí posibilidades ciertas para la escritura, para que queden atrapados y eternizados en una página, y tomas nota, nada dejas escapar, todo es materia prima en medio de la vida, y eso es real, pero al mismo tiempo maravilloso.

La literatura es crecer, ampliar los horizontes y perderse en la desmesura del existir, es ahondar más allá del ahora y percibir lo que muchos no son capaces de hacer, y un libro te lleva a otro, y a otro más, y cuando te percatas ellos te rodean, son tus compañeros a cada instante, un autor te enlaza y en esa larga cadena de posibilidades se enciende en tu interior una luz que todo lo dirime, y sin saberlo cambias tu manera de pensar y de expresarte, un nuevo lenguaje constituye de pronto tu expresión oral y escrita y eso te asombra, todo ha pasado a formar parte de tu interioridad y en ella se han sedimentado expresiones, personajes, historias y cosmovisiones: ya no eres el mismo, has dado un salto realmente importante, no te reconoces y los demás lo perciben y hacen de tu persona centro de atención, no eres indiferente en tu contexto y en tu espacio, la vida ha dado un giro que hace de ti un ser distinto y renovado, todo se ha hecho consustancial con una nueva realidad; la literatura ha obrado profundos cambios.

La pasión literaria te lleva a una entrega, es como si te hicieras parte y todo de ella, porque en un tris, sin pensarlo, das el salto a la escritura, y ahora son la lectura y la escritura una dupla que se articula de manera perfecta, como un engranaje recursivo que hace de ti producto y productor de un mismo proceso, y entre más lees y conoces obras y autores, más recursos tienes para asumir tu actividad creativa, pero hay que decirlo, no todos los lectores son escritores, pero todos los escritores tienen que ser grandes lectores, y esto es fundamental y no hay excusa posible, solo quien lee de manera activa, tomando nota, indagando más allá de la letra, buceando en profundidad en la obra y en el universo del autor, podrá alcanzar el siguiente peldaño, el de la escritura, que exige mucho, demasiado: horas, días, meses y años de entrega, sin mediatintas ni ambages, y quien se asume escritor acepta a su vez todo lo que conlleva, y en esto tenemos que ser muy claros, aunque a muchos les duela, cualquiera puede escribir, pero no todo lo que sale de sus manos es obra y es arte, para que lo sean se requiere, como decían mis recordados padres: convertir las noches en días y quemarse las pestañas. Y si hay ingenio, ni se diga, las cosas avanzan mejor.

No todos están dispuestos a tamaño esfuerzo, las veleidades de la existencia son muchas y cuando somos jóvenes nos atraen poderosamente, pero hay signos claros, cuestiones que podemos percibir en algunos, y quienes estamos en este oficio nos decimos por dentro: “este muchacho(a) tiene talento”, porque es evidente, se ve a las claras su propensión a la lectura y podemos leer sus primeros atisbos de obra y nos maravillan, nos hacen sentir felices, vemos sus rostros y sabemos que guardan sueños e ilusiones, que de seguir como van llegarán muy lejos, y es nuestra tarea estimular, dar el impulso que se requiera, alentar en el camino de las letras, poner en sus manos todo lo que esté a nuestro alcance para azuzar su creatividad, para no apagar esa llama, para no cortar las alas de alguien que bien podría alcanzar en un futuro no muy lejano elevadas cimas literarias.

A veces no hay un especial talento, algo descollante, pero sí un gran empeño, y eso obra milagros: los he visto por doquier. Mi madre fue maestra toda su vida y recuerdo una anécdota (no literaria) que me gusta contar, porque refleja con precisión lo que aquí deseo expresar: en su escuela organizaba conjuntos musicales y corales, sobre todo en las fiestas navideñas, y en una oportunidad una niña quería formar parte de la coral pero tenía apenas un hilo de voz y por nada de este mundo lograba afinar, sus compañeros, como se ha de suponer, se burlaban de ella cuando cantaba, entonces mi madre dijo con decisión y carácter: “Carmencita entra en la coral y va a interpretar algunas piezas como solista porque canta muy bien”. Contaba mi madre que los ojos de la niña se iluminaron de la alegría, mientras que en el aula se escuchaban risitas solapadas. Carmencita cantó como pudo en la coral y al año siguiente ya le tocó marcharse de la escuela. Muchos años después nos enteramos por la mamá de la niña, que estando ya en la universidad Carmencita entró a formar parte de la muy exigente y exitosa coral universitaria, y su papel era de solista.

En la literatura la perseverancia es clave: de nada nos valdrá el talento si poco hacemos para acrecentarlo.

rigilo99@gmail.com
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