Un refrán harto conocido nos dice “Nadie experimenta en cabeza ajena”, lo que nos indica que solo somos capaces de aprender de nuestras experiencias y no de ajenas. Solo los muy inteligentes y sagaces son capaces de hacerlo, de forma tal que, por lo vivido por otros, les sirva para convencerse de lo que deben hacer o no.

Esto último, la de ver y entender lo que le ocurre a otros es sumamente importante lograrlo; oigamos consejos de otros que tienen más veteranía, como nuestros padres, tíos, hermanos, de manera que siendo hábiles podamos hacerlo.

Recuerdo un anécdota atribuida, por diversos historiadores, al General Juan Vicente Gómez, el benemérito, o como le decía Cipriano Castro, el pacificador.

Cuentan los historiadores que en más de una una oportunidad, su compadre y gran amigo, Don Antonio Pimentel, que deseaba sentarse en la silla presidencial, le insinuó a Gómez que se tomara un merecido descanso, una especie de año sabático, y que encargara del coroto a uno cualquiera de sus grandes amigos, merecedores de toda su confianza, entre los cuales por cierto, se encontraba el Pimentel.

Astuto y sagaz como él solo, Gómez, después de escuchar con atención a Pimentel haciéndole la sugerencia del descanso, le contestó “Eso está muy bien, si señor” agregando de inmediato, como siempre lo hacía, una pregunta: “Compadre, ¿Usted considera que Venezuela es fácil de gobernar?” Pimentel, desorientado ante la interrogante, le señaló: “Claro que no compadre, es muy difícil”

Gómez le indicó “Aja, tan difícil es, que yo todavía no he aprendido muy bien a gobernarla, y por tanto, hasta que yo no aprenda ¿Cómo hago para enseñárselo a usted? Entonces compadre tendrá que aprender a esperar”

Indudablemente que el dictador le estaba señalando a su compadre que aprendiera de experiencias ajenas, como la del propio Gómez, porque él lo hizo así, esperó paciente y humildemente durante 10 largos años. Nunca se empeñó en derrocar a Cipriano Castro, aguaitó a que este saliera del país tratarse de las consecuencias sufridas de una vida disoluta.

No olvidemos que los gochos llegaron al poder en Octubre de 1.899 con un Gómez lleno de prestigio, pues él, además de financiar el movimiento insurgente, lo organizaba y administraba, y no fue sino hasta Diciembre de 1.908 que dio el zarpazo. Desde 1.900 hasta esta última fecha, se desempeñó como Vicepresidente de la República y en dos oportunidades como Presidente encargado.

Para que sepamos, Gómez no solo practicaba el culto a la paciencia, sino que también trataba de enseñarlo. En otro episodio, ante el apremio de mejorar del Ministro de Educación, le dijo “Tenga paciencia como yo la tuve, si no yo no sería Presidente ni usted Ministro. Además, no es conveniente educarlos mucho, porque bien aprendidos pueden hasta tumbarnos”

En nuestra historia política, solo dos hombres más, el General López Contreras y Rómulo Betancourt, supieron aguardar el momento oportuno para ocupar la primera magistratura venezolana, y como dice el escritor y cronista Roberto Zamora Hernández, quien es Magister Scientiarum en educación, “la paciencia se erige como una virtud cardenal para accesar al gobierno”

En poco tiempo, podremos ver a una gran cantidad de aspirantes a la silla de Miraflores de parte de la fragmentada oposición. Según podemos barruntar, habrá bastantes candidatos presidenciales, ¿cuántos irán a inscribirse para las primarias que anuncian? ¿Respetarán el resultado? Al respecto podemos, con ubérrima imaginación, sacar conclusiones, pero afirmo que no habrá paciencia en muchos, o bien porque considerarán que esta es la oportunidad o porque pensarán que no tendrán otro chance.

@gadeaperez