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Más allá de tú realidad

Es el momento justo, por realidad y vértigo, de ver hacia adentro y dejar la vanalidad de lado, de no permitir la castración de los sueños propios por la aceptación social de ser como ellos

  • LEONARDO ZURITA

21/02/2023 05:00 am

Hemos construido un mundo paralelo, una suplantación del nosotros mismos en un espacio de likes que buscan mostrar el sujeto que se pretende ser, más allá del que realmente se es.

Esa virtualidad compensa lo que no tenemos; no hacemos y no hemos logrado en la realidad; lo que deseamos y no hemos alcanzado o, peor aún, lo que la envidia hacia el otro hace desear para sí mismos.

Este mundo virtual allanó el mundo concreto y convirtió al sujeto en un chiste, una pantomima que se muestra para querer demostrar lo que no se es, por mucho que se desee, si realmente no se trabaja y construye.

La virtualidad corona la interacción social y se hace cualquier cosa por reconocimiento, por likes. Ese espacio irreal termina por condicionar al sujeto en su esencia, proceder, y convierte a la sociedad en un escenario que se valora y reconstruye desde una interacción de mentira o, lo que es lo mismo, se destruye en ausencia de valores y personalidad.

Se sacrifica la vida por viralizarse en el mundo virtual para tratar de impactar en el mundo real, con los esquemas de un sujeto inacabado que hace de si una entelequia que solo lo lleva a la frustración de una mentira que no termina de convertirse en realidad.

Esta viralización de la vida obliga a desmontar la construcción real para sucumbirse en un espacio irreal, dejando de lado al mismo sujeto que se supone el centro de la vida.

Este autoconcepto viral contiene en sí un problema de incalculables consecuencias: pone el control de la vida en manos de los otros, en un público que aprueba o desaprueba la mentira y que termina por descomponer a la persona y no dejarla ser.

El autoconcepto del individuo depende del otro, o de los otros, y con ellos se va la autovalia y la autoestima, lo que termina por hacerte esclavo en su discurso de aparente libertad.

El aceptado depende del reconocimiento desde más allá y lo que desea para si no es más que la construcción del deseo de los otros. Es una mezcla de transferir la personalidad y control de la vida propia al otro, quien tiene el poder de levantarle o destruirle.

Esas valoraciones en manos de los otros despersonaliza al sujeto y lo convierte en un objeto amorfo que se adapta al flujo de los demás, con sus caprichos y defectos.

Cuando se pone la personalidad y la construcción propia en el otro, se le está dando el poder absoluto para crear o destruir, para crecer o minimizar, para vivir o morir.

Estos elementos permiten una sociedad alienada, dependiente de los actos y conceptos del referente que termina, además, por ser también una construcción del ideal, aunque no es más que otra mentira potenciada en las redes, medios y sociedades.

El fin del autoreconocimiento está cerca. Por eso urge reconstruir al sujeto desde sus capacidades y potencialidades, crecer desde las habilidades, relacionarse en el mundo real y construir lazos afectivos fuertes.

Es el momento justo, por realidad y vértigo, de ver hacia adentro y dejar la vanalidad de lado, de no permitir la castración de los sueños propios por la aceptación social de ser como ellos.

Es el momento de vivir, crecer, construir, amar y soñar desde el yo. Es el único camino que queda.

Estudia, analiza y crea.

Comunicador Social UCV
@leozuritave
leozurita.ve@gmail.com
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